Primer acto. El lunes se conoció que el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, le había respondido a la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) que el congelamiento de tarifas no será permanente.
Segundo acto. El jueves, el Jefe de Gabinete Santiago Cafiero admitió en radio Metro que, considerando que fueron congeladas por 180 días por la ley de Solidaridad, "probablemente habrá aumentos de tarifas en junio, pero será en los sectores que los puedan soportar". El ministro de Transporte Mario Meoni, ese mismo día, remarcó que su cartera evaluaban aumentos no mayores al 10% para mayo.
Tercer acto. El presidente Alberto Fernández los desmiente: "No tenemos en carpeta el aumento de tarifas".
¿Cómo se llama la obra? Es una remake de lo que el macrismo se cansó de llamar "Errores de comunicación".
Más allá de lo que pueden aún hoy día autoconvencerse en Cambiemos, entonces hubo más problemas de gestión que comunicacionales. Al punto que más de un ministro albertista extraña la hoja de ruta marcospeñista: "¿Qué estamos diciendo?", el cotidiano mail que recibían los funcionarios macristas para atenerse a la narrativa oficial. "Nos falta que nos bajen 10 puntos que debemos instalar esa semana", opinó en su despacho el titular de una cartera. Minutos antes había revisado la cuenta de Twitter de @alferdez para ver, recién 9 horas más tarde, el tuit presidencial que zanjaba el debate Presos políticos/Detenciones Arbitrarias. En los últimos años el lawfare se instaló en Argentina. Entonces cuestioné la complacencia judicial y mediática con el poder político que posibilitó la persecución y detención arbitraria de opositores. Nunca más a una justicia que decide y persigue según los vientos políticos. pic.twitter.com/x0LCN1WrpO El debate semántico, presente en el Frente de Todos desde la campaña, fue reavivado por Cafiero apenas Alberto Fernández aterrizó del avión que lo trajo de Europa. "Fue la gira más importante de un presidente argentino en décadas y al otro día ya estábamos hablando de otra cosa. El macrismo tiraba un mes con eso", se lamentó otro ministro. ¿Al albertismo le falta un 'Marcos Peña'? No el Peña jefe de Gabinete ni el armador electoral, que terminó fracasando, pero sí el que baja la línea discursiva del Gobierno.
Cafiero, todos los días con su vicejefa Cecilia Todesca, revisa números y atienden demandas presupuestarias de ministros, que con la demora de nombramientos están resignando partidas para el pago de sueldos de directores no oficializados.
Alberto Fernández es su propio Marcos Peña, como lo era de Néstor Kirchner, con habituales y sin agenda entrevistas radiales. "Si habla porque habla, si no habla porque no habla", apelan al gataflorismo en la Casa Rosada cuando se marca la sobrexposición presidencial.
Ante la sombra de Cristina Fernández de Kirchner en silencio, el mandatario cimienta con su voz su propia impronta de Jefe de Estado.Y lo hace también en forma privada. En su sitio El Cohete a la Luna, Horacio Verbitsky contó que antes de conminar al grupo de WhatsApp ministerial un silencio público por 10 días, increpó a uno de los funcionarios a los que salió a desmentir en la semana: "¿Qué pasa aquí, había una convención de pelotudos y yo no me enteré?". Pasado el periodo glaciar de la economía, es más probable que se cumpla lo que pronosticó el team Kulfas-Cafiero-Meoni.
Lo que, puertas adentro se discute, es si era necesario recordarlo en este momento. "Ni las buenas noticias podemos celebrar, como la inflación de enero, enseguida instalamos una mala", es el otro lamento en Balcarce 50. "Está construyendo su Presidencia en este momento de parálisis, con un mono-tema que se lleva todos nuestros esfuerzos y no nos permite instalar otras noticias", analizan cerca de su despacho. No es necesario aclarar que se refieren a la reestructuración de la deuda pública.
El personalismo comunicacional en un sistema político que, a su vez es hiperpresidencialista (con un Alberto Fernández que sueña más con el Frente Amplio uruguayo que con su albertismo), abrió otro debate interno: la ausencia de voces propias que salieran a respaldar los anuncios, tanto los positivos como los medio negativos. "Es necesario que los compañeros que tengan volumen político salgan a debatir, no todas las discusiones serán fáciles ni alegres", reclamó el cegetista Héctor Daer en la reunión del PJ del jueves. Y se autocitó como ejemplo, al recordar que la negativa a la cláusula gatillo sorprendió a los gremios antes de diagramar una narrativa para volcar a sus trabajadores. "La gente empieza a dudar si vamos en el camino correcto. Pero todos sabemos que vamos bien", cerró. "Somos 20 y hay ministros que no se les conoce la voz, ni se sabe qué están haciendo en sus oficinas", es una recriminación frecuente en Balcarce 50.
Parte del gabinete, además, tienen poco kilometraje mediatico: "Los mejores voceros que tenemos son los 'viejos' como Ginés González García", agregan, en referencia a los que ya estuvieron en cargos de alta exposición. Precisamente, el jueves, estaba organizada la primera conferencia de prensa presidencial en la Quinta de Olivos que, a último momento, mutó a una mesa encabezada por el ministro de Salud. Con el TarifaGate, Alberto F. prefirió el silencio. Hasta el día siguiente que habló para desmentir a tres ministros.
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