Cambios y bajas. Lejos del poder.
Se transformó el mapa kirchnerista, ya sin el manejo de los espacios del Estado y con cierres en la franja privada.
Por Miguel Wiñazki, en "Clarín"
El medioambiente informativo argentino es un botín disputado. Siempre genera atracciones, una tras otra. Ese espejo de la sociedad, los medios, ha cambiado. Cambió la geografía de las audiencias. Se ha modificado su lugar en el mapa. Se reprogramó el GPS. Los casos estallan y muchos buscan recomponerse en ese universo dinámico.
Ayer, por ejemplo, un circo se instaló en el infierno. Y se desató una batalla campal. El dueño del circo no estaba. Sí, el hijo del dueño del Circo, que se llama Walter. El muchacho hablaba ante cámaras y no podía explicar la “Intifada” que se gatilló en Ituzaingó. Algunos vecinos exasperados requerían la presencia del dueño, no del hijo, y referían que dentro de la carpa se urdían planes para robar niños. Un burócrata municipal se gritoneaba con medio mundo, otro muchacho decía que le habían querido secuestrar a la hija. Los medios estaban allí para cubrirlo, por supuesto: cada uno desde su ángulo.
La sociedad busca noticias como el aire y el agua. Pero no todos los temas tapan a otros. Algunos, como la corrupción, siguen al tope. Los K, lógicamente, se corrieron a la oposición. En primer lugar, hay una traslación desde el balcón a Twitter. Ayer, Cristina Fernández de Kirchner fragmentó su furia tras los allanamientos en el Sur con cataratas parceladas a la vez en cascadas terminológicas de 140 caracteres. Cuando era presidente también lo hacía, pero ahora ya no tiene el balcón. Ni tampoco los medios oficialistas que la replicaban. El cambio de gobierno promovió una transformación en el mapa de las audiencias. Se disolvieron los comisariatos políticos en los medios públicos. Y los medios antes bancados con publicidad oficial se achicaron: algunos empresarios K los dejaron caer o quebraron.
Quienes buscan información desde el lado K de la política ven reducida la oferta, ahora con vestimenta opositora. Un ejemplo relevante: Radio del Plata, del grupo Electroingeniería, tenía un 5,2 de la audiencia en mayo de 2014. Ahora tiene un 14,1 de la audiencia. Está lejos de los 43 puntos de Radio Mitre. Pero avanza en un segundo pelotón sobre Radio 10, del megadeudor estatal Cristóbal López que oscila los 13 puntos entre las AM.
Página/12 tenía en marzo de 2015 un 2,4% y un 3,1% en marzo de 2016. Tiempo Argentino, abandonado a la carrera por el archicristinista Sergio Szpolski, redujo su salida a los domingos solamente: sobrevive como cooperativa. C5N, con la voz cantante de uno de los referentes del kirchnerismo rapaz como Víctor Hugo Morales, también registra un crecimiento, Oscilaban un 1,30 durante la era K y ahora, en abril de este año, llegó a los 2,15 puntos de rating. Y AM 750 (la radio en la que Víctor Hugo también recita Misa Cristinista de cuerpo presente) no entra en las mediciones, pero se la registra ya como otro “asterisco” K en el mapa de las audiencias. Su dueño es el mismo de Página/12, Víctor Santa María. Sin 6,7,8 y los programas de Diego Gvirtz, quebrado el eje Szpolski-Matías Garfunkel, y cortados los subsidios estatales a los medios otrora oficialistas, ahora la audiencia K tiene una oferta más chica. Y allí se concentra.
El fonema más escuchado en las emisoras K es “Panamá Papers”. Con ese mantra tratan de forzar una analogía entre la corrupción que destripó a la “Década Ganada” con el actual gobierno. Y tienen una cierta eficacia: al menos funciona con su propio público.
Comentarios
Publicar un comentario