Tecnología y sociedad
Casi 700 mil personas fueron sometidas a un estudio científico para ver cómo se transmiten las emociones en Internet.
Ricardo Braginski, en "Clarín"
Para Facebook, todos podríamos ser ratones de laboratorio.
De hecho, 689.003 usuarios ya lo fueron, en enero de 2012, cuando la
red social manipuló la información que recibían de parte de sus
contactos. Como si de golpe todo se transformara en modernos “diarios de
Yrigoyen”, la mitad de ellos recibieron principalmente publicaciones positivas, y los otros publicaciones negativas. Sin saberlo, esos usuarios estaban siendo sometidos a un experimento científico cuyo objetivo fue conocer cómo las emociones se transmiten a través de las redes sociales.
Seguramente
nadie se hubiera enterado de esto y tampoco escandalizado, si no fuera
que este fin de semana la misma red social reveló los resultados del
experimento, bajo la forma de un paper científico publicado en la revista especializada Proceedings de la National Academy of Sciences.
Firmado por un ingeniero de Facebook, Adam Kramer, junto a dos científicos de las universidades Cornell y de California –Jamie Guillory y Jeffrey Hancock–, el trabajo concluye que los estados emocionales se transmiten en las redes sociales casi como si fueran “contagiosos”. Es decir, aquellos que reciben buenas noticias suelen publicar posts positivos. Y viceversa: quienes reciben pálidas tienden a “tirar mala onda”.
Hasta ahora se creía lo contrario (ver Cómo se hizo...) Para llegar a este resultado, los investigadores modificaron el algoritmo que rige el “News Feed” (el servicio de noticias de Facebook). Este algoritmo no es más que un software interno de Facebook, que selecciona –sobre la base de ciertos criterios programados– qué posts de los contactos aparecen primero en la pantalla de Facebook de cada usuario, y cuáles van apareciendo después (ver Un servicio...). Como en el caso de Google, Facebook busca que primero aparezcan aquellas publicaciones más interesantes o útiles para los usuarios, y el resto a continuación.
Pero a las 689.003 personas sometidas al experimento Facebook les modificó manualmente el algoritmo, de modo que la mitad de ellas recibieran, entre las primeras, solo publicaciones positivas (filtradas mediante palabras claves como “amor”, “bello”, “dulce”), y a la otra mitad les priorizaron las noticias negativas (con palabras como “antipático”, “dolor”, “malo”, etc.).
El experimento se hizo durante la semana del 11 al 18 de enero de 2012 sólo entre personas angloparlantes. Y se modificaron más de más de 3 millones de actualizaciones.
Ni bien conocida la noticia se desató la polémica en las redes sociales y los medios de Estados Unidos. El foco del conflicto radica en que ninguna de las personas estudiadas sabía que estaba siendo sometido a una investigación científica y que tenían el algoritmo alterado. Diversos expertos en investigación científica advirtieron sobre la falta de ética de la metodología implementada (ver Lo ético...).
Consultado por Clarín, Alberto Arébalos, gerente de Comunicaciones de Facebook, explicó que todos los usuarios dan su consentimiento para este tipo de “investigaciones” cada vez que aceptan los términos del servicio. “Esto es lo primero que ves cuando entrás a Facebook”, dijo. Y agregó que el experimento fue hecho con 0,04% de los usuarios de Facebook, a quienes que no se les ocultó ninguno de las publicaciones que recibieron esa semana en su servicio de noticias. Simplemente, se les alteró el orden.
Rápido de reflejos, Adam Kramer, el ingeniero que lideró la investigación, publicó una suerte de pedido de disculpa. “Puedo entender la preocupación de la gente sobre esto. Con mis coautores lo sentimos mucho por la forma en que el paper describe la investigación y la ansiedad que esto ha causado”, escribió en su muro de Facebook.
Facebook no es el único servicio de Internet que hace investigaciones con la información de sus usuarios. De hecho, los modelos de negocios de servicios como Google o Yahoo! se basan en las enormes bases de datos personales que van recolectando a medida que la gente usa el servicio. Sin embargo, esta es la primera vez que se conoce acerca de una investigación que apunta a la psicología y los hábitos personales de los usuarios.
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