Por: Ignacio Zuleta
Publicado en "Ambito Financiero"
El ingenio criollo, que no descansa nunca, promete lo mejor para la prensa gráfica
criolla. Según el estudio realizado en Australia y que da pie a un
documental que se proyecta en estos días en la TV europea, la Argentina es el último país de un hipotético cronograma de extinción del periodismo gráfico. En esa línea del tiempo, Estados Unidos es el país que primero podría experimentar la desaparición de la plataforma papel, en 2017.
El último es la Argentina, donde eso podría llegar a ocurrir en 2039,
un año de la desaparición, siempre improbable, en el todo el mundo.
La investigación que expone el documental "La prensa: ¿hacia un mundo sin papel" («Presse - vers un monde sans papier», dirigido
por Pierre-Olivier François) concluye ese pronóstico después de analizar a lo largo del mundo una serie de factores que pueden acelerar o retrasar la migración del negocio de las noticias hacia plataformas digitales. Entre esos factores revisados figuran las tarifas de los celulares, el precio de las tabletas y los lectores digitales de libros, los costos de la impresión en papel, las tendencias en la inversión publicitaria, el desarrollo de los llamados "papeles digitales", la posibilidad de monetizar los servicios digitales de noticias (la polémica entre información paga e información gratis), el crecimiento económico de los países, su estructura demográfica, el grado de regulación del negocio informativo, las conductas de consumo, la importancia de los diarios en papel en cada país, etc.
Todos esos indicadores, metidos en la mezcladora por la organización australiana Future Exploration Network dieron el resultado del cronograma que pone al país modelo en prensa gráfica, que está sometida a duras regulaciones de la llamada cross-ownership de diarios o audiovisuales, los Estados Unidos como el primero en extinguirse, y a la Argentina -un país que no tiene ley de prensa ni regulaciones específicas- en el último en desaparecer, si esto ocurriera.
Durante décadas el mundo se preparó para un mundo sin petróleo, asuntos de debates políticos, de inversiones descomunales en nuevas fuentes de energía, hasta de historias de ficción sobre el mundo sin nafta. El Mad Max de la prensa, ¿tendrá el remedio de un periodismo "shale" o no convencional como el que ha convertido a ese recurso en un sobrante que hunde los proyectos de reemplazarlo?
Los pronósticos agoreros sobre el futuro de la edición en papel han servido hasta ahora para descalificar la actividad, en especial entre los inversores que se dejan llevar por los consejeros que les dicen que no conviene poner dinero en esa actividad en peligro. Eso llevó a que el precio de las grandes cabeceras de prensa de los Estados Unidos, que hace una década se calculaban en Ebitda X 14 (Ebitda es el indicador de los ingresos anuales antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones productivas y es el valor que se multiplica para calcular el precio de una empresa) se desplomasen, el dueño de Amazon compró "The Washington Post" en u$s 220 millones, un valor bajísimo para cualquier mercado, incluyendo a la Argentina.
La primera corrección al pesimismo sobre la actividad la proporciona el negocio del libro, que sufrió durante una década la misma descalificación ante la aparición del libro electrónico. Este negocio ha llegado hace un año al 20% en los Estados Unidos y ahí quedó congelado hasta nuevo aviso. El público ya tiene los e-books que quería, y prefiere en un 80% el papel. En Europa ese porcentaje es menor; en lengua española es insignificante.
El documental transmite optimismo por la salud del negocio de las noticias y de la actividad periodística, y lo diferencia de la suerte de la plataforma en papel, que es de donde ha migrado la publicidad. La crisis no es el periodismo ni de los diarios; es una transformación en la ecuación publicitaria a la que deben adaptarse no sólo los editores de diarios sino otros negocios ligados a la publicidad. La salud de la actividad lo prueba el hecho de que no hay portal ni buscador digital que haya podido reemplazar en internet a las páginas web de las cabeceras de diarios en papel, que siguen encabezando las consultas por parte del público que quiere información.
Una de las conclusiones de la investigación que presenta el documental es que en las economías emergentes del mundo la prensa en papel está en crecimiento, como lo prueban China e India, y América Latina, que tiene a la Argentina como país enseña en la sobrevivencia del papel. En esos países de Oriente hay diarios que imprimen 3 millones de ejemplares, la publicidad crece y los lectores son el mercado mejor atendido. Son países, dice el director del filme, en donde el primer signo de ascenso social es acceder a la lectura de diarios.
Tampoco el argumento ambiental puede alimentar tanto el pesimismo porque China desarrolla productos que pueden reemplazar al papel fabricado con pasta de celulosa, insumo de alto valor y que está impugnado en todos los pronósticos. Ese país ha desarrollado ya un papel mineral hecho sobre la base de arenas que tiene el aspecto y las propiedades de tracción que requiere la impresión. Es hoy caro, pero hay publicaciones en la Argentina que ya lo usan en ciertos productos que buscan acreditarse como environment-friendly.
El futuro es tal irreal como la eternidad, decía Octavio Paz, y hacer profecías es la mejor manera de decir tontudeces, y de equivocarse. Pero si cupiera alguna conclusión del contenido de esta investigación es que la ausencia de regulaciones sobre la prensa escrita (como ocurre en la Argentina) le asegura larga vida, mientras que todo intento de ponerle corsé (Estados Unidos) puede herirla de muerte.
La investigación que expone el documental "La prensa: ¿hacia un mundo sin papel" («Presse - vers un monde sans papier», dirigido
por Pierre-Olivier François) concluye ese pronóstico después de analizar a lo largo del mundo una serie de factores que pueden acelerar o retrasar la migración del negocio de las noticias hacia plataformas digitales. Entre esos factores revisados figuran las tarifas de los celulares, el precio de las tabletas y los lectores digitales de libros, los costos de la impresión en papel, las tendencias en la inversión publicitaria, el desarrollo de los llamados "papeles digitales", la posibilidad de monetizar los servicios digitales de noticias (la polémica entre información paga e información gratis), el crecimiento económico de los países, su estructura demográfica, el grado de regulación del negocio informativo, las conductas de consumo, la importancia de los diarios en papel en cada país, etc.
Todos esos indicadores, metidos en la mezcladora por la organización australiana Future Exploration Network dieron el resultado del cronograma que pone al país modelo en prensa gráfica, que está sometida a duras regulaciones de la llamada cross-ownership de diarios o audiovisuales, los Estados Unidos como el primero en extinguirse, y a la Argentina -un país que no tiene ley de prensa ni regulaciones específicas- en el último en desaparecer, si esto ocurriera.
Durante décadas el mundo se preparó para un mundo sin petróleo, asuntos de debates políticos, de inversiones descomunales en nuevas fuentes de energía, hasta de historias de ficción sobre el mundo sin nafta. El Mad Max de la prensa, ¿tendrá el remedio de un periodismo "shale" o no convencional como el que ha convertido a ese recurso en un sobrante que hunde los proyectos de reemplazarlo?
Los pronósticos agoreros sobre el futuro de la edición en papel han servido hasta ahora para descalificar la actividad, en especial entre los inversores que se dejan llevar por los consejeros que les dicen que no conviene poner dinero en esa actividad en peligro. Eso llevó a que el precio de las grandes cabeceras de prensa de los Estados Unidos, que hace una década se calculaban en Ebitda X 14 (Ebitda es el indicador de los ingresos anuales antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones productivas y es el valor que se multiplica para calcular el precio de una empresa) se desplomasen, el dueño de Amazon compró "The Washington Post" en u$s 220 millones, un valor bajísimo para cualquier mercado, incluyendo a la Argentina.
La primera corrección al pesimismo sobre la actividad la proporciona el negocio del libro, que sufrió durante una década la misma descalificación ante la aparición del libro electrónico. Este negocio ha llegado hace un año al 20% en los Estados Unidos y ahí quedó congelado hasta nuevo aviso. El público ya tiene los e-books que quería, y prefiere en un 80% el papel. En Europa ese porcentaje es menor; en lengua española es insignificante.
El documental transmite optimismo por la salud del negocio de las noticias y de la actividad periodística, y lo diferencia de la suerte de la plataforma en papel, que es de donde ha migrado la publicidad. La crisis no es el periodismo ni de los diarios; es una transformación en la ecuación publicitaria a la que deben adaptarse no sólo los editores de diarios sino otros negocios ligados a la publicidad. La salud de la actividad lo prueba el hecho de que no hay portal ni buscador digital que haya podido reemplazar en internet a las páginas web de las cabeceras de diarios en papel, que siguen encabezando las consultas por parte del público que quiere información.
Una de las conclusiones de la investigación que presenta el documental es que en las economías emergentes del mundo la prensa en papel está en crecimiento, como lo prueban China e India, y América Latina, que tiene a la Argentina como país enseña en la sobrevivencia del papel. En esos países de Oriente hay diarios que imprimen 3 millones de ejemplares, la publicidad crece y los lectores son el mercado mejor atendido. Son países, dice el director del filme, en donde el primer signo de ascenso social es acceder a la lectura de diarios.
Tampoco el argumento ambiental puede alimentar tanto el pesimismo porque China desarrolla productos que pueden reemplazar al papel fabricado con pasta de celulosa, insumo de alto valor y que está impugnado en todos los pronósticos. Ese país ha desarrollado ya un papel mineral hecho sobre la base de arenas que tiene el aspecto y las propiedades de tracción que requiere la impresión. Es hoy caro, pero hay publicaciones en la Argentina que ya lo usan en ciertos productos que buscan acreditarse como environment-friendly.
El futuro es tal irreal como la eternidad, decía Octavio Paz, y hacer profecías es la mejor manera de decir tontudeces, y de equivocarse. Pero si cupiera alguna conclusión del contenido de esta investigación es que la ausencia de regulaciones sobre la prensa escrita (como ocurre en la Argentina) le asegura larga vida, mientras que todo intento de ponerle corsé (Estados Unidos) puede herirla de muerte.
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