Publicado en "Buenos Aires Económico"
La FCC (Federal Communications Commission), el ente que en Estados
Unidos regula todas las comunicaciones incluyendo los servicios de
televisión, busca que los proveedores de servicios de video por Internet
sean equiparados a las compañías de cable y de televisión satelital.
Quien explicó tal intención fue el director de la entidad, Tom Wheeler,
lo que significa además que se trata de una posición oficial.
La noticia alcanzaría solamente a aquellas empresas de Internet que
proveyeran material según una grilla horaria previamente establecida, lo
que implica que quedarían fuera de las regulaciones aquellas empresas
de SVOD como Netflix o Amazon –que requieren del soporte de internet– o
el servicio que HBO espera poner en funcionamiento en 2015.
La pregunta que debe hacerse el lector es qué cambiaría si tal medida se pusiese en vigencia. En primer lugar, los contenidos y las reglas que deberían cumplir aquellos que proveen video de Internet en streaming corrido serían las mismas que las que cumplen las televisoras de aire y los canales de cable. Esto no sólo implica qué clase de cosas pueden o no mostrar en qué horarios sino también qué impuestos deberían pagar.
Aunque tal regulación se está volviendo necesaria, dado que Internet sigue siendo un lugar donde los grandes competidores hacen negocio sin tener demasiado control, detrás de estas medidas se esconde una de las últimas avanzadas del negocio tradicional de la televisión por poner en caja al que, cada vez más, se ha transformado en el canal de entretenimientos privilegiado en todo el mundo, la web.
La cantidad de horas que cualquier persona pasa frente al televisor es menor que aquellas que pasa frente a Internet. No sólo porque se comunica y juega, sino porque Internet incluye a la televisión. Cualquier lector puede hacer la prueba de ingresar en la página de cualquier canal de televisión y ver, si necesita o desea, el programa que esté saliendo al aire en el monitor de su computadora. Pero ese contenido, a diferencia del que aparece en el televisor, en teoría no tiene que cumplir con las mismas regulaciones (aunque hoy, de hecho y por ser idéntico, sí lo hace).
En una declaración recogida por Variety, Wheeler dice que “la regulación tiene que alcanzar a los contenidos que el proveedor ofrece, y no a la manera en como el público accede a tales contenidos”. Aquí aparece un nuevo problema: ¿qué sucederá con los servicios exclusivamente para Internet que algunas empresas planeaban lanzar en breve, como Sony o CBS? Si se trata de streaming en vivo (el canal “proyecta” hacia Internet su programación y el usuario accede a ella como si estuviera viendo la televisión en tiempo real) no cabe duda de que cabe dentro de las regulaciones. En ese caso, ¿por qué una empresa contaría con un servicio de esa clase? La respuesta es simple: porque es posible que le “robe” por un rato un televidente a la web. Un usuario cualquiera puede enterarse de que una noticia o un evento sucede en tal o cual canal y sintonizarlo en su PC: eso cuenta como ver televisión.
Otro problema: la medición del rating. En Internet, la audiencia se
mide de modo simple y en tiempo real, mientras que la televisión
requiere de un muestreo estadístico con un margen de error mayor que el
que provee la sumatoria instantánea de los usuarios de Internet. Esto
podría implicar que el proveedor de contenidos diga “mi programa es el
más visto, mucho más incluso de lo que sucede en el aire” y cotizar
mejor el segundo de publicidad. Pero aquí aparece otro problema: un
servicio de Internet de este tipo puede obligar al usuario a “salir” de
la página durante la tanda, hacer otra cosa y, de hecho, engancharse en
otro asunto web mediante, dejando de lado lo que estaba viendo (de allí
que sea crucial en el negocio de Internet saber cuál es el tiempo
promedio de permanencia en una página determinada). Las regulaciones
simplemente servirían, y aquí el meollo del asunto, para que quienes
cargan con la idea de incluir la TV en la PC desistan y se mantenga en
pie, por algún tiempo más, el negocio de la publicidad y las grillas.
Por eso es que la movida de HBO se ve bajo nueva luz: un servicio de SVOD elude todas estas regulaciones, porque no tiene contenidos atados a grilla horaria. Y si se observa con cuidado cómo muchos proveedores de audiovisual prometen volcarse a este modelo, que depende del crecimiento de banda ancha barata, se verá que el futuro de la televisión pasa por las apps gratuitas y los servicios de streaming bajo abono o control completo del usuario. Ya no una multitud de canales sino abonarse a aquellos proveedores de contenidos que llenen las expectativas, variables y aleatorias, de los usuarios. Y sólo algunos canales en vivo (noticias, etcétera). La nueva regulación sólo retrasaría tal revolución.
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