Filtraciones y contradicciones por la vacuna rusa: resurge la preocupación por la comunicación del Gobierno
Por Brenda Struminger, para "La Nación"
La semana pasada se desató una crisis comunicacional luego de que se hiciera público, a través de un trascendido, que el Gobierno negociaba la compra la vacuna rusa Sputnik. Las especulaciones se diseminaron por medios tradicionales y plataformas digitales mientras crecieron los rumores. El presidente Alberto Fernández terminó confirmando el acuerdo con su par ruso, Vladimir Putin, en una entrevista con el medio ruso Sputnik Mundo, mientras el ministro de Salud, Ginés González García, aclaraba de qué se trataba en una entrevista radial, y surgían distintas versiones sobre la obligatoriedad de la vacunación.
"Esto arrancó con un off del 'Turco' Asís, cuando tendría que haber sido una cobertura institucional. La comunicación del Gobierno es muy política y poco institucional, basada en los modos informales de cada ministro. Pero hay un intento de articular en red. Por ahora no se logró", admitió un importante asesor del Presidente.
En el Ministerio de Salud hubo malestar por las fallas en la comunicación de información de tan alto impacto, donde la cartera de González García y la Casa Rosada quedaron en el centro de los cuestionamientos, también a raíz del secretismo con el que se manejó el viaje a Rusia de la viceministra Carla Vizzotti y la asesora presidencial Cecilia Nicolini.
La que se desató con la vacuna no fue la primera crisis de comunicación que atravesó el Gobierno. Las dificultades se registran hace meses y el tema se conversó en varias reuniones. En agosto, después del primer banderazo, el Presidente pidió a sus asesores y ministros que salieran más seguido a marcar la agenda gubernamental en los medios de comunicación. El pedido se replicó, y se repitió en otras ocasiones.
Hace dos semanas hubo un nuevo llamado de atención, a raíz de los desencuentros que desataron los actos virtuales-presenciales del Día de la Lealtad y por el aniversario de la muerte de Néstor Kirchner. Lo mismo ocurrió a raíz de los mensajes contradictorios y confusos que circularon de distintos referentes durante las tomas de tierras en Buenos Aires y Entre Ríos, donde la postura oficial con respecto a las actuaciones de los movimientos sociales, la policía bonaerense y del dirigente social Juan Grabois, aliado del Gobierno, muchas veces eran contradictorias.
Las reflexiones con tono de autocrítica que se gestan en el Gobierno apuntan a distintos motivos. Uno de ellos es el estilo radial y personalista, a la hora de comunicar, de parte de Alberto Fernández. No solo en entrevistas con medios sino a través de su propia cuenta de Twitter. La noche del miércoles, Fernández usó esa red para revelar detalles de la negociación secreta con Rusia y aclaró el número de dosis a adquirir.
Esa tendencia, que se había hecho evidente durante la campaña y se confirmó después de la asunción, sigue en pie cuando está por cumplirse un año de Gobierno. Es uno de los factores principales a los cuales se atribuye la falta de organización.
"Alberto concentra toda la comunicación y no ordena. Los ministros se achican, pero hablan en off. Entonces aparecen los trascendidos, que pueden traer problemas", dijo a LA NACION un hombre cercano al Presidente. "Con un liderazgo comunicacional a un nivel tan elevado, es imposible organizar nada, sobre todo cuando hay una crisis por un tema", agregó.
En paralelo a los problemas de la comunicación de la gestión, pero en estrecha relación, hay inquietud por la difusión de los mensajes desde el Frente de Todos como fuerza política gobernante. Distintos funcionarios coincidieron en que en gran medida la desorganización deriva justamente de la naturaleza de una coalición, donde conviven diversas tribus y caciques. "Al no tener un solo vértice claro, una conducción política unívoca, no hay forma de que ordenes los mensajes", aventuró un alto funcionario, que miró con preocupación la campaña para las elecciones del año próximo.
La única herramienta de unificación, desde el comienzo de la gestión, es un grupo de WhatsApp donde se distribuye la agenda de cada día y se comparten algunos lineamientos de comunicación. "Sirve como insumo, para estar al tanto, pero hay libertad para que cada uno trabaje en la línea que le parezca mejor", dijo una fuente del massismo a este medio.
Recientemente el Presidente recibió, desde las filas de la Jefatura de Gabinete, una propuesta para coordinar de manera centralizada las acciones de difusión de los distintos espacios. En especial, en redes sociales, donde admiten las falencias más graves. En un comienzo hubo cierta esperanza, que se desinfló con el pasar de los días.
"No se avanzó en nada, el despelote es tal, que cada banda tiene lo suyo. Además, somos conscientes de que habría que patear muchos hormigueros", dijo una fuente del Gobierno, en referencia a las centrales de comunicación del Instituto Patria y el Frente Renovador, y en segunda instancia, a las agrupaciones kirchneristas y los movimientos sociales.
El diagnóstico negativo, destacan, no tiene que ver con el área de comunicación institucional de Secretaría de Medios de la Casa Rosada, que los funcionarios desligan de fallas operativas. En cambio, responde a una cuestión de liderazgo. "Para tener una unificación necesitás conducción política, y acá eso falta. Somos todos iguales y estamos a la misma altura, y eso hace que las cosas no funcionen", deslizó un asesor presidencial.
En cuanto a la comunicación digital, en especial en redes sociales, surgen en las conversaciones respecto del problema, comparaciones directas con la estrategia del gobierno anterior. En las filas del albertismo admiten que el contraste con los mecanismos del Pro es claro, para bien o para mal.
Un asesor lo describió así: "Macri tenía mejor organización y centralización. Tenía un troll-center en la Casa Rosada y daba clases de estilo de comunicación en el partido, en Balcarce. Alberto nunca va a promover una cosa así, está en contra de su naturaleza".
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