Reportajes - Robert Cox - ex director del Buenos Aires Herald
El periodista británico y ex director del Buenos Aires Herald,
Robert Cox, lamenta la falta de entendimiento de la Casa Rosada sobre el
rol crítico del periodismo en la democracia y dice que el objetivo de
democratizar a los medios que pregona la ley de Medios es hipocresía.
También sostiene que al Gobierno no le interesa mucho la realidad sino
sólo su propio relato
Por Micaela Pérez (El Cronista)
Robert Cox cultiva desde siempre la sana costumbre de
decir lo que piensa. Sobre todo, cuando se trata de dar su opinión sobre
el intrincado y sinuoso devenir de la Argentina, un país sujeto -cuando
no- a los vaivenes políticos de turno, que no le dan respiro. Y está
claro que el hecho de haberse arriesgado en los oscuros 70 a denunciar
desde el Buenos Aires Herald las atrocidades de la dictadura (ver
recuadro) le da a este emblemático periodista de origen británico
autoridad más que suficiente para poner algunos puntos sobre las íes, a
la hora de hablar sobre la situación del periodismo en la Argentina y su
conflictivo vínculo con el poder. Eso sí; lo que para Cox resulta
obvio -palabra que antepondrá reiteradamente a cada una de sus
argumentaciones-, en esta Argentina 2013 con poco lugar para los matices
y las verdades ya asumidas, exige una y otra vez ser ratificado.
* ¿Cómo ve la situación del periodismo en la Argentina?
- Obviamente difícil. Lo que más me preocupa es la hostilidad, la intolerancia, y hay un problema serio, porque el oficio del periodismo no tiene que ser político. Obvio que cualquier persona tiene sus ideas y sus opiniones y también hay lugar para los diarios que son militantes, diarios de partidos pero, generalmente, la tarea de un periodista es tratar de ser lo más objetivo posible y no ser guiado por las ideas políticas de uno, tratar de ser imparcial, informar y también basar las opiniones en hechos, en posibilidades y no en suposiciones. Tampoco me gusta mucho que en la Argentina siempre están buscando la polémica y ésta no lleva a ningún lugar. Hay que tratar de encontrar un equilibrio.
* ¿Es una cuestión que circunscribe al ejercicio de la profesión en la Argentina o se trata de un problema más global?
- Es general. Aquí, en los Estados Unidos, Fox News, la cadena de Rupert Murdoch, realmente es como dijo un gran periodista acá del Washington Post, es el brazo derecho del Partido Republicano, son todos republicanos. Y eso es un problema.
* Desde los EE.UU. habrá estado muy atento el famoso 7D que no fue. ¿Qué cree que llevó al Gobierno a generar tanta expectativa sobre esta fecha?
- Es ridículo que el Gobierno crea que Clarín es un enemigo. Y obviamente también es ridículo que Clarín esté tratando al Gobierno como un enemigo. Es un gran problema. Creo que es muy importante regular a los medios, que no haya un medio tan grande. Por ejemplo, en los EE.UU., el diario donde yo estaba trabajando (Daily News and Courier, en Charleston, Carolina del Sur), ellos son bastante poderosos, el único diario del lugar, donde viven apróximadamente medio millón de personas, no puede tener radios ni televisión allí, pero puede tenerlos en otro lado. Lo más importante es conseguir un acuerdo. La ley de Medios en la Argentina no es muy buena realmente y obviamente el Gobierno estaba tratando de usar la ley de Medios para intentar sacarle a Clarín sus empresas. Como ahora para los diarios es muy difícil existir, muchos de ellos necesitan otras empresas para seguir subsistiendo.
* El Gobierno sostiene que esta ley busca democratizar a los medios. ¿No cree entonces que ése sea el objetivo?
- Obviamente no es así, es hipocresía. Creo que es al revés. Porque en una democracia, lo más importante es tener muchos medios, muchas fuentes de información, muchas opiniones ¡Esa es la democracia! No tener algo impuesto por un gobierno. Eso es terrible. Además, en la Argentina, el Gobierno tiene sus medios, algunos son buenos, como el canal Encuentro, y hay buenos periodistas trabajando en muchos lugares. El problema es que ahora muchas veces el periodista tiene que tratar de seguir una línea política.
* ¿El término periodismo militante, acuñado por este Gobierno, le parece aceptable?
- Obviamente eso es del pasado. Cuando los diarios estaban en una campaña política, muchas veces los políticos consiguieron un diario para llevar sus ideas. La Nación empezó así... Eso estaba bien en el pasado, pero hoy en día, no. Creo que el Partido Comunista, por ejemplo, puede tener su diario, ¿por qué no? Ahora, los diarios que están tratando de informar a la gente, al pueblo, esos tienen que buscar un medio para tener justamente lectores con ideas políticas diferentes.
* Hace unos días la Corte rechazó el pedido de per saltum del Gobierno por la ley de Medios y dejó en vigencia la cautelar de Clarín. ¿Cómo cree que la Justicia terminará resolviendo este tema finalmente?
- Gracias a Dios que tenemos una Corte Suprema bastante buena en mi opinión, si tenemos en cuenta lo que ocurría en el pasado con la Corte. Creo que los jueces están tratando de conseguir una forma de que la ley se pueda aplicar sin dañar al periodismo o a los medios.
* ¿La Justicia en la Argentina está bajo presión del poder político en su opinión?
- Creo que sí, pero obviamente hasta ahora Lorenzetti y los otros magistrados están tratando de ser ecuánimes y no ceder a la presión. Pero es difícil. Porque en los Estados Unidos, en tiempos modernos y creo que nunca en la historia, un gobierno ha rechazado una decisión de la Corte Suprema. Eso ha pasado en la Argentina.
* Hay un gran debate en torno a la libertad de expresión. Usted tiene desde el exterior, quizá, una mirada menos sesgada. ¿Hay plena libertad de expresión en el país o cree que está amenazada?
- Hay, pero muchas veces es libertad para insultar a otra persona, para agredir. (risas) Hay mucha libertad en ese sentido pero, al mismo tiempo, hay que reconocer que hay un poco de miedo de los periodistas y eso no es fácil. El caso de Longobardi, por ejemplo, no es el primer caso de un periodista que trata de ser independiente y no seguir una línea, la línea de los dueños, o la línea del Gobierno, y obviamente está pagando muy caro por eso.
* ¿Coincide con Longobardi en que el Gobierno está tratando de avanzar sobre los contenidos?
- Es así, el Gobierno está tratando de hacer eso. Pero eso no es nuevo en la Argentina. Hay que reconocer que más o menos desde los años 30 y hasta el 84, y posiblemente un poco más, porque los militares tuvieron algo de poder con Menem, consiguieron amnistías, la Argentina desde el año 30 estaba bajo el control de los militares y por eso tenemos que recuperar o conseguir una prensa libre en Argentina.
* La paradoja es que este gobierno ha tomado a los derechos humanos como bandera, pero tiene a la prensa en la mira. ¿Esta situación cree que lleva a los periodistas a autocensurarse?
- Autocensura en el sentido de que en Página 12, por ejemplo, todos los periodistas saben que no pueden decir algo que vaya en contra del Gobierno y es obvio también si uno lee los diarios. Hay dos ejemplos de eso: los juicios a los militares en las causas de violaciones a los derechos humanos tienen buena cobertura por Página 12, pero no muy buena en La Nación y Clarín. Y en Página 12 no están publicando casos de corrupción, nada en contra del Gobierno, no van a hacer lo mismo que hicieron durante el gobierno de Menem, no van a investigar. Además, creo que es un gran problema para la oposición que no ha tomado la bandera de los derechos humanos. La bandera de los derechos humanos ha quedado con el Gobierno, la han usado y a veces abusado de ella también.
* Hay países en la región donde la SIP, la Sociedad Interamericana de Prensa, ha intervenido por la delicada situación de la prensa: Venezuela, Ecuador, México. ¿Estamos en el mismo nivel de observación en la Argentina?
- Sí y no. Porque obviamente han pasado cosas en la Argentina que son bastante similares a lo que ha pasado en Venezuela, pero igual yo creo que nunca la Argentina va a quedar en la situación de Venezuela. Hay escenarios diferentes, la cultura es diferente también... Pero yo estuve varias veces en Venezuela y debo decir que hay similitudes.
* ¿Por ejemplo?
- Chávez tuvo dos problemas: primero, los medios estaban a favor de él. Después cambiaron y cuando hubo el golpe en su contra, desafortunadamente, tomaron partido por los golpistas. Y por eso después hubo una revancha de Chávez. En Argentina hay varias cosas. La historia de Clarín es muy interesante porque ha sido una empresa más que un diario, en mi opinión. A veces ha sido un buen diario, porque depende de los periodistas. Los diarios son buenos cuando tienen buenos periodistas y malos cuando tienen periodistas no tan buenos. Clarín ha sido a veces un diario fantástico y hoy en día algunos de los más brillantes periodistas en la Argentina están trabajando allí. El nivel del periodismo en la Argentina es muy bueno. Hay un problema de dueños, cuando los dueños son el Gobierno, por ejemplo. Y hay un problema de dueños cuando éstos no son muy éticos. Desafortunadamente, hemos tenido en la Argentina dueños no muy éticos.
* La SIP ha sido blanco de ataques por parte del Gobierno, que la ha demonizado...
- Es automático del Gobierno, ¿no? Si realmente quiere mejorar la situación de los medios en la Argentina, tiene que cooperar, pero rechaza a la SIP sin ver que durante los tiempos más difíciles de la Argentina, cuando los periodistas estaban desapareciendo en el país y había un silencio total en los mayores diarios, la SIP estaba tratando de ayudar. Hay que reconocer que lo que dice la SIP es la verdad. Pero, desafortunadamente, el Gobierno no tiene mucho interés en la realidad, tiene más interés en su realidad, en su propio relato. Es una palabra siniestra ahora relato.
* Le escuché decir hace poco que hay dos relatos antagónicos hoy en Argentina. ¿Cómo se sale de esa encerrona, al menos desde el lugar del periodismo?
- Con periodismo puro, con periodismo con más libertad. Creo que se va a resolver. La democracia no es fácil, es muy difícil. Hoy en día, en los Estados Unidos, tenemos una situación de total confrontación entre los sectores republicanos y demócratas. Es una cosa ideológica que está haciendo mucho daño al país porque no hay acuerdo. Muchas personas están convencidas ahora de que el sistema norteamericano está caduco, que hay que cambiarlo. Yo no lo creo, obviamente, pero al mismo tiempo ha llegado un momento en que es un problema en los EE.UU. y también en la Argentina que los extremos son más extremos. En los EE.UU., el problema es la extrema derecha. En la Argentina no se puede hablar tanto de derecha e izquierda.
* ¿Y cuál sería acá el problema equivalente?
- El extremismo del Gobierno. Porque el Estado es más poderoso, exactamente lo mismo que durante el tiempo de los militares: el Gobierno era todopoderoso. El Gobierno tiene todos los medios y todos los recursos y, en la democracia, el Gobierno tiene que pensar siempre en las minorías, en no usar su poder.
* ¿Cómo se percibe desde EE.UU. la situación de la prensa?
- En los EE.UU., la mayoría de los medios grandes son empresas muy importantes. A veces los dueños están imponiendo sus ideas pero, en general, hay un entendimiento de que hay que dejar al periodismo actuar libremente, es muy importante en una democracia que uno tenga información. Y creo que ese entendimiento no ha llegado al Gobierno en la Argentina. Creen que ellos son la fuente de información y no lo son, son los periodistas que dan la información, es como un puente entre el pueblo y el Gobierno. Y el puente es con periodistas libres informando.
* A esa intermediación se la ha pretendido soslayar desde el inicio de la era Kirchner. ¿La metodología no ha funcionado?
- No funciona, porque con eso creo que la Presidenta está viviendo en una burbuja. Va en su helicóptero, no tiene comunicación con la gente... No hay diálogo entre los periodistas y el Gobierno. Es una lástima y muy grave.
* ¿Le preocupa la concentración de medios oficialistas?
- Sí, afortunadamente son tan malos que nadie les cree. Desafortunadamente, no hay libertad de información, en el sentido de que el Gobierno no está dando toda la información, está deformando la información sobre la tasa de inflación y muchas cosas. Y la ley de información pública, que al principio, cuando era senadora, la Presidenta estaba tratando de conseguir, está frenada.
* ¿Por qué el Gobierno está tan obsesionado con la prensa?
- Creo que parte de Néstor Kirchner que, como muchos gobernadores, gobernaba Santa Cruz como un caudillo y no tuvo en su provincia diarios de oposición. Él decidió seguir con eso cuando llegó a presidente y ella también. Cuando la Presidenta habló en Harvard fue obvio que no estaba en condiciones de responder las preguntas más obvias porque nunca el periodismo en la Argentina tiene la posibilidad de hacerle esas preguntas, sobre su fortuna, por ejemplo. Pero creo que vamos a pasar por todo esto, han mejorado muchísimo los estándares del periodismo en el país. El único problema es que tiene limitaciones por razones políticas. Pero se puede informar bien porque los periodistas lo están haciendo, a pesar de todas esas dificultades. Lo único es que a veces uno no sabe cuál es la verdad. Hay que leer cuatro o cinco diarios para enterarse (risas).
* ¿Cómo ve la situación del periodismo en la Argentina?
- Obviamente difícil. Lo que más me preocupa es la hostilidad, la intolerancia, y hay un problema serio, porque el oficio del periodismo no tiene que ser político. Obvio que cualquier persona tiene sus ideas y sus opiniones y también hay lugar para los diarios que son militantes, diarios de partidos pero, generalmente, la tarea de un periodista es tratar de ser lo más objetivo posible y no ser guiado por las ideas políticas de uno, tratar de ser imparcial, informar y también basar las opiniones en hechos, en posibilidades y no en suposiciones. Tampoco me gusta mucho que en la Argentina siempre están buscando la polémica y ésta no lleva a ningún lugar. Hay que tratar de encontrar un equilibrio.
* ¿Es una cuestión que circunscribe al ejercicio de la profesión en la Argentina o se trata de un problema más global?
- Es general. Aquí, en los Estados Unidos, Fox News, la cadena de Rupert Murdoch, realmente es como dijo un gran periodista acá del Washington Post, es el brazo derecho del Partido Republicano, son todos republicanos. Y eso es un problema.
* Desde los EE.UU. habrá estado muy atento el famoso 7D que no fue. ¿Qué cree que llevó al Gobierno a generar tanta expectativa sobre esta fecha?
- Es ridículo que el Gobierno crea que Clarín es un enemigo. Y obviamente también es ridículo que Clarín esté tratando al Gobierno como un enemigo. Es un gran problema. Creo que es muy importante regular a los medios, que no haya un medio tan grande. Por ejemplo, en los EE.UU., el diario donde yo estaba trabajando (Daily News and Courier, en Charleston, Carolina del Sur), ellos son bastante poderosos, el único diario del lugar, donde viven apróximadamente medio millón de personas, no puede tener radios ni televisión allí, pero puede tenerlos en otro lado. Lo más importante es conseguir un acuerdo. La ley de Medios en la Argentina no es muy buena realmente y obviamente el Gobierno estaba tratando de usar la ley de Medios para intentar sacarle a Clarín sus empresas. Como ahora para los diarios es muy difícil existir, muchos de ellos necesitan otras empresas para seguir subsistiendo.
* El Gobierno sostiene que esta ley busca democratizar a los medios. ¿No cree entonces que ése sea el objetivo?
- Obviamente no es así, es hipocresía. Creo que es al revés. Porque en una democracia, lo más importante es tener muchos medios, muchas fuentes de información, muchas opiniones ¡Esa es la democracia! No tener algo impuesto por un gobierno. Eso es terrible. Además, en la Argentina, el Gobierno tiene sus medios, algunos son buenos, como el canal Encuentro, y hay buenos periodistas trabajando en muchos lugares. El problema es que ahora muchas veces el periodista tiene que tratar de seguir una línea política.
* ¿El término periodismo militante, acuñado por este Gobierno, le parece aceptable?
- Obviamente eso es del pasado. Cuando los diarios estaban en una campaña política, muchas veces los políticos consiguieron un diario para llevar sus ideas. La Nación empezó así... Eso estaba bien en el pasado, pero hoy en día, no. Creo que el Partido Comunista, por ejemplo, puede tener su diario, ¿por qué no? Ahora, los diarios que están tratando de informar a la gente, al pueblo, esos tienen que buscar un medio para tener justamente lectores con ideas políticas diferentes.
* Hace unos días la Corte rechazó el pedido de per saltum del Gobierno por la ley de Medios y dejó en vigencia la cautelar de Clarín. ¿Cómo cree que la Justicia terminará resolviendo este tema finalmente?
- Gracias a Dios que tenemos una Corte Suprema bastante buena en mi opinión, si tenemos en cuenta lo que ocurría en el pasado con la Corte. Creo que los jueces están tratando de conseguir una forma de que la ley se pueda aplicar sin dañar al periodismo o a los medios.
* ¿La Justicia en la Argentina está bajo presión del poder político en su opinión?
- Creo que sí, pero obviamente hasta ahora Lorenzetti y los otros magistrados están tratando de ser ecuánimes y no ceder a la presión. Pero es difícil. Porque en los Estados Unidos, en tiempos modernos y creo que nunca en la historia, un gobierno ha rechazado una decisión de la Corte Suprema. Eso ha pasado en la Argentina.
* Hay un gran debate en torno a la libertad de expresión. Usted tiene desde el exterior, quizá, una mirada menos sesgada. ¿Hay plena libertad de expresión en el país o cree que está amenazada?
- Hay, pero muchas veces es libertad para insultar a otra persona, para agredir. (risas) Hay mucha libertad en ese sentido pero, al mismo tiempo, hay que reconocer que hay un poco de miedo de los periodistas y eso no es fácil. El caso de Longobardi, por ejemplo, no es el primer caso de un periodista que trata de ser independiente y no seguir una línea, la línea de los dueños, o la línea del Gobierno, y obviamente está pagando muy caro por eso.
* ¿Coincide con Longobardi en que el Gobierno está tratando de avanzar sobre los contenidos?
- Es así, el Gobierno está tratando de hacer eso. Pero eso no es nuevo en la Argentina. Hay que reconocer que más o menos desde los años 30 y hasta el 84, y posiblemente un poco más, porque los militares tuvieron algo de poder con Menem, consiguieron amnistías, la Argentina desde el año 30 estaba bajo el control de los militares y por eso tenemos que recuperar o conseguir una prensa libre en Argentina.
* La paradoja es que este gobierno ha tomado a los derechos humanos como bandera, pero tiene a la prensa en la mira. ¿Esta situación cree que lleva a los periodistas a autocensurarse?
- Autocensura en el sentido de que en Página 12, por ejemplo, todos los periodistas saben que no pueden decir algo que vaya en contra del Gobierno y es obvio también si uno lee los diarios. Hay dos ejemplos de eso: los juicios a los militares en las causas de violaciones a los derechos humanos tienen buena cobertura por Página 12, pero no muy buena en La Nación y Clarín. Y en Página 12 no están publicando casos de corrupción, nada en contra del Gobierno, no van a hacer lo mismo que hicieron durante el gobierno de Menem, no van a investigar. Además, creo que es un gran problema para la oposición que no ha tomado la bandera de los derechos humanos. La bandera de los derechos humanos ha quedado con el Gobierno, la han usado y a veces abusado de ella también.
* Hay países en la región donde la SIP, la Sociedad Interamericana de Prensa, ha intervenido por la delicada situación de la prensa: Venezuela, Ecuador, México. ¿Estamos en el mismo nivel de observación en la Argentina?
- Sí y no. Porque obviamente han pasado cosas en la Argentina que son bastante similares a lo que ha pasado en Venezuela, pero igual yo creo que nunca la Argentina va a quedar en la situación de Venezuela. Hay escenarios diferentes, la cultura es diferente también... Pero yo estuve varias veces en Venezuela y debo decir que hay similitudes.
* ¿Por ejemplo?
- Chávez tuvo dos problemas: primero, los medios estaban a favor de él. Después cambiaron y cuando hubo el golpe en su contra, desafortunadamente, tomaron partido por los golpistas. Y por eso después hubo una revancha de Chávez. En Argentina hay varias cosas. La historia de Clarín es muy interesante porque ha sido una empresa más que un diario, en mi opinión. A veces ha sido un buen diario, porque depende de los periodistas. Los diarios son buenos cuando tienen buenos periodistas y malos cuando tienen periodistas no tan buenos. Clarín ha sido a veces un diario fantástico y hoy en día algunos de los más brillantes periodistas en la Argentina están trabajando allí. El nivel del periodismo en la Argentina es muy bueno. Hay un problema de dueños, cuando los dueños son el Gobierno, por ejemplo. Y hay un problema de dueños cuando éstos no son muy éticos. Desafortunadamente, hemos tenido en la Argentina dueños no muy éticos.
* La SIP ha sido blanco de ataques por parte del Gobierno, que la ha demonizado...
- Es automático del Gobierno, ¿no? Si realmente quiere mejorar la situación de los medios en la Argentina, tiene que cooperar, pero rechaza a la SIP sin ver que durante los tiempos más difíciles de la Argentina, cuando los periodistas estaban desapareciendo en el país y había un silencio total en los mayores diarios, la SIP estaba tratando de ayudar. Hay que reconocer que lo que dice la SIP es la verdad. Pero, desafortunadamente, el Gobierno no tiene mucho interés en la realidad, tiene más interés en su realidad, en su propio relato. Es una palabra siniestra ahora relato.
* Le escuché decir hace poco que hay dos relatos antagónicos hoy en Argentina. ¿Cómo se sale de esa encerrona, al menos desde el lugar del periodismo?
- Con periodismo puro, con periodismo con más libertad. Creo que se va a resolver. La democracia no es fácil, es muy difícil. Hoy en día, en los Estados Unidos, tenemos una situación de total confrontación entre los sectores republicanos y demócratas. Es una cosa ideológica que está haciendo mucho daño al país porque no hay acuerdo. Muchas personas están convencidas ahora de que el sistema norteamericano está caduco, que hay que cambiarlo. Yo no lo creo, obviamente, pero al mismo tiempo ha llegado un momento en que es un problema en los EE.UU. y también en la Argentina que los extremos son más extremos. En los EE.UU., el problema es la extrema derecha. En la Argentina no se puede hablar tanto de derecha e izquierda.
* ¿Y cuál sería acá el problema equivalente?
- El extremismo del Gobierno. Porque el Estado es más poderoso, exactamente lo mismo que durante el tiempo de los militares: el Gobierno era todopoderoso. El Gobierno tiene todos los medios y todos los recursos y, en la democracia, el Gobierno tiene que pensar siempre en las minorías, en no usar su poder.
* ¿Cómo se percibe desde EE.UU. la situación de la prensa?
- En los EE.UU., la mayoría de los medios grandes son empresas muy importantes. A veces los dueños están imponiendo sus ideas pero, en general, hay un entendimiento de que hay que dejar al periodismo actuar libremente, es muy importante en una democracia que uno tenga información. Y creo que ese entendimiento no ha llegado al Gobierno en la Argentina. Creen que ellos son la fuente de información y no lo son, son los periodistas que dan la información, es como un puente entre el pueblo y el Gobierno. Y el puente es con periodistas libres informando.
* A esa intermediación se la ha pretendido soslayar desde el inicio de la era Kirchner. ¿La metodología no ha funcionado?
- No funciona, porque con eso creo que la Presidenta está viviendo en una burbuja. Va en su helicóptero, no tiene comunicación con la gente... No hay diálogo entre los periodistas y el Gobierno. Es una lástima y muy grave.
* ¿Le preocupa la concentración de medios oficialistas?
- Sí, afortunadamente son tan malos que nadie les cree. Desafortunadamente, no hay libertad de información, en el sentido de que el Gobierno no está dando toda la información, está deformando la información sobre la tasa de inflación y muchas cosas. Y la ley de información pública, que al principio, cuando era senadora, la Presidenta estaba tratando de conseguir, está frenada.
* ¿Por qué el Gobierno está tan obsesionado con la prensa?
- Creo que parte de Néstor Kirchner que, como muchos gobernadores, gobernaba Santa Cruz como un caudillo y no tuvo en su provincia diarios de oposición. Él decidió seguir con eso cuando llegó a presidente y ella también. Cuando la Presidenta habló en Harvard fue obvio que no estaba en condiciones de responder las preguntas más obvias porque nunca el periodismo en la Argentina tiene la posibilidad de hacerle esas preguntas, sobre su fortuna, por ejemplo. Pero creo que vamos a pasar por todo esto, han mejorado muchísimo los estándares del periodismo en el país. El único problema es que tiene limitaciones por razones políticas. Pero se puede informar bien porque los periodistas lo están haciendo, a pesar de todas esas dificultades. Lo único es que a veces uno no sabe cuál es la verdad. Hay que leer cuatro o cinco diarios para enterarse (risas).
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