La última entrega del índice de libertad de prensa que elabora anualmente Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha aflorado dejación de funciones por parte de muchos gobiernos en la protección de los periodistas y también un aumento notable de las presiones que ejercen sobre ellos para evitar su escrutinio. Es el indicador que más ha empeorado de los cinco que la organización maneja para establecer una clasificación de países en torno a las condiciones que ofrecen para informar, una cuestión clave teniendo en cuenta que este es un año electoral a gran escala con más de 70 procesos en todo el mundo.
Entre ellos se encuentran los comicios al Parlamento Europeo que se celebran en junio, sobre los que ya pesa la sombra de la desinformación rusa, y las elecciones presidenciales de EEUU que tendría lugar en noviembre. De hecho uno de los aspectos más preocupantes del nuevo ranking de RSF es la caída de 10 puestos de ese país en un contexto de polarización que se traslada a conductas de persecución y desconfianza hacia los profesionales de la información.
Su embajadora ante la Organización de las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, señala en un evento reciente en Nueva York que «los periodistas están siendo intimidados y acosados por todo el mundo» y señala específicamente a Rusia como uno de los actores clave en este retroceso de la libertad de prensa. De hecho en su alocución recordará el caso del corresponsal de The Wall Street Journal Evan Gershkovich, que permanece retenido desde marzo del año pasado bajo alegaciones de espionaje que el Gobierno estadounidense y la cabecera para la que trabaja desmienten.
Se trata de la primera detención de un informador de EEUU en Rusia al que se le imputan esos cargos desde el final de la Guerra Fría y situaciones como la suya han alcanzado niveles casi récord en todo el mundo, con 543 casos según el informe de RSF. En él se destacan específicamente los riesgos que asumen los periodistas en China, el país que más profesionales detiene por ejercer su labor en un clima de censura, control y vigilancia que hace muy difícil ofrecer una perspectiva no afín al Gobierno.
Además conflictos como la invasión rusa por parte de Ucrania o la guerra abierta en Gaza entre Israel o Hamás están redundando en mayores riesgos para los informadores. En el primer caso el boicot internacional ha supuesto la expulsión de parte de la prensa occidental, que ahora informa desde países cercanos, y el aumento de las restricciones sobre la local; y en el segundo que más de 100 periodistas de origen palestino hayan muerto a manos de las fuerzas armadas israelíes.
En este contexto, el informe de Reporteros Sin Fronteras refleja una leve mejora de la libertad de prensa en España en un año, saltando del puesto 36º al 30º. Cabe destacar que el estudio no recoge los últimos episodios políticos marcados por informaciones publicadas por diarios como El Confidencial o The Objective que afectan al seno del Gobierno y su entorno personal. Exclusivas periodísticas que se han colado en la agenda política y mediática y que han llevado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a calificar a sus cabeceras como «máquinas de fango».
La Asociación de la Prensa de Madrid (APM) celebró ayer un encuentro entre periodistas para abordar este derecho. Su presidenta, María Rey, subrayó que “nunca fue tan necesario como ahora el periodismo tradicional, riguroso, el que comprueba”, destacando que “la credibilidad es el patrimonio de un periodista”.
Por su parte, Nativel Preciado expresó su preocupación por la situación actual de la libertad de prensa, describiéndola como “una de las más difíciles en la historia de la democracia”; en parte, debido a que “las ruedas de prensa sin preguntas son un hecho insólito que se ha instaurado”. “La libertad de información, de prensa y los medios de comunicación son el mejor antídoto de la tiranía”, concluyó la periodista, desde su experiencia profesional que se ha extendido ya durante 50 años.
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