Cómo debemos entender el rol de
la sustentabilidad en la empresa moderna. Primero hay que entender la evolución
de la RSE desde dos miradas distintas, pero convergentes. Una la “escuela” Europea
que resultó más legislativa en el sentido de que, el Estado le dice a las empresas
qué cosas tienen hacer. La norteamericana, desde el hacer del mundo empresarial,
define qué es lo más conveniente. En este contexto, esa definición e interpretación
en el tiempo, se convierten en una herramienta clave para las empresas y para
la sociedad, en el sentido de optar por desarrollar de modo progresivo y con más claridad, el rol ético y sustentable
en los negocios, que las empresas a la larga deberán ineludiblemente practicar.
Por lo tanto, establecer
condiciones de trabajo insatisfactorias para nuestros colaboradores, generar vínculos fuera del bien común con nuestro
entorno, es en términos amplios, generar condiciones que no promueven el
desarrollo sistémico, sino para un solo actor entre muchos, de un mundo global y
conectado, eso no es simplemente una crisis corporativa, sino la crónica de una
muerta anunciada.
Si en definitiva, las acciones de
las empresas se riñen contra la sociedad y su propio desarrollo, ellas no tendrán
el terreno fértil necesario para subsistir en el corto, mediano y largo plazo. Las
empresas no pueden aspirar a promover negocios fructíferos en una sociedad que
se orienta al fracaso, es por ello que deben estar integradas en su comunidad y
no reñidas con ella.
En el mundo de hoy, aquel ejecutivo,
que piensa que lo único que importa, son los resultados financieros, está
negando su propio desarrollo profesional. En la era del conocimiento, la responsabilidad
de que el mundo sea un lugar mejor, con proyecciones de sustentabilidad, dejó
de ser únicamente de responsabilidad del mundo político, y pasó a ser una
corresponsabilidad con el mundo empresarial.
La pregunta que
surge es: ¿Es
efectiva la RSE y porqué ésta se debe comunicar? La Responsabilidad
Social Empresarial,
RSE., debe ser parte del ADN de las organizaciones productivas de
cualquier,
industria y mercado. Eso significa, que es una definición de cada
empresa, implementar
prácticas operacionales, donde se hagan las cosas bien o por el
contrario, que se
riñan con la ética del negocio y más puntualmente con el desarrollo
sustentable
de la sociedad, y que además, estas prácticas impacten negativamente a
las
comunidades y al medio ambiente, todo ello, hasta arriesgar la
normalidad de
quienes resulten afectados. Pero cuidado, estas conductas tienen riesgos
inherentes y proyectables, que cada vez pueden resultar más
irremontables, transformándose en un castigo efectivo, con
distintos alcances. Primero, desde las autoridades que regulan su
accionar, segundo de carácter reputacional, al echar por tierra
lo que tanto costó, atributos de valor de marca, que se desploman por un
virus
de informaciones negativas a nivel local hasta global, y tercero como un
silogismo, al socavar su posición en el mercado hasta niveles
insospechados.
Esto, es un aspecto clave, en el
sentido que los riesgos y costos proyectables de ser una empresa socialmente
irresponsable, debiera disuadirlos de adoptar
estas direcciones y por el contrario estimularlos en adherir a prácticas
sustentables, de modo que la continuidad de las empresas que honran estas
prácticas, experimenten un estímulo radical:
estar vivas en el futuro.
En esta perspectiva, y asumido el
rol y las practicas sustentables, queda pendiente una situación fundamental. Ya
no basta, ser y parecer corporativamente responsable, hay que preocuparse de comunicar
lo que se está haciendo, en especial lo que se hace bien y los beneficios a
terceros que se generan. Por ello, es fundamental comunicar y transparentar las
acciones estratégicas y los esfuerzos responsables que las empresas definen
como tareas, tanto en sus diversos procesos operativos, como en su relación con
sus entornos humanos y sociales.
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