Publicado por Manuel Moreno, en "TreceBits"
ENTREVISTA a David Jiménez, corresponsal de El Mundo en Asia y autor de “El lugar más feliz del mundo”.
Leo en la contracubierta del libro de David Jiménez que muchos le
consideran el “Kapuscinski español”. Quizá la comparación no sea
acertada. David es sólo un tipo que sabe contar historias maravillosas,
radiografiando paisajes y personas con un estilo muy personal,
brillante, que se plasma tanto en las hojas de su libro como en las
respuestas que regala a TreceBits.
David, ¿por qué hablamos tanto ahora de la evolución y el
cambio del periodismo, si en realidad, esta es una profesión que ha
vivido siempre en un cambio constante?
Porque internet ha puesto el periodismo patas arriba. O mejor dicho:
ha cambiado la manera de transmitirlo, no el oficio en sí. La esencia
del buen periodismo sigue siendo la misma que hace 80, 40 o 20 años. Si
tu coges un buen reportaje de la Guerra del Vietnam y otro malo,
descubres que el bueno tiene los elementos que lo harían destacar hoy.
Ir a los lugares, dedicar tiempo a los personajes, profundizar en la
historia y escribirla bien… Nada de eso ha cambiado como requisitos para
hacer buen reporterismo. Pero las oportunidades de transmitirlo son
ahora enormes.
¿Cómo ha cambiado el ejercicio del reportero/corresponsal en los últimos años?
La gente más joven se sorprende cuando les cuento que en mis inicios
como corresponsal todavía tenía que dictar crónicas por teléfono.
Existía la paciencia de esperar al día siguiente para leerlas. El
periódico te daba más tiempo para trabajarlas. Cuando no existía
internet, o no era tan importante, podías pasar el día trabajando en una
historia y escribirla al final de la jornada. Ahora la quieren para
hace cinco minutos. La rapidez y la cantidad han ido imponiéndose a la
calidad. Ceo que es un error: cada vez más lectores van a buscar gran
reporterismo de calidad en mitad de ese vertedero informativo en el que
se está convirtiendo internet. La red es cada vez más un Arma de
Desinformación Masiva y alguien tiene que seleccionar lo verdaderamente
relevante entre esa masa de noticias que, en su mayor parte, no tienen
nada que ver con el periodismo.
¿Crees que sigue existiendo el periodismo de reportajes?
Cada vez es más residual. Cuesta dinero y tiempo. Para ejercerlo es
necesario reporteros con experiencia, cuando en las empresas se lleva
quitarse de en medio a los veteranos para contratar becarios que cobren
poco y protesten menos. A mí me gustaría que, dentro de 10 o 15 años,
los estudiantes de hoy publicaran libros como El lugar más feliz del
mundo. Eso significaría que quedaron medios que apostaron por el
reporterismo y la gran crónica, que son la esencia del periodismo.
Y estamos ahora ante un nuevo periodismo, el del corta y pega?
Internet ha creado una generación de periodistas perezosos. Cuando yo
empecé en la redacción, casi todo el mundo salía a cubrir noticias.
Ahora te encuentras con gente que lleva una década en la redacción y no
ha cubierto una manifestación de vecinos. No es culpa del periodista,
sino de las estructuras creadas en las redacciones. La constante
actualización de noticias hace que muchos estén pegados a la silla,
cuando lo que les gustaría es ir a buscar historias. Es una pena, porque
se mata la ilusión de la gente por el oficio y se crean funcionarios de
la escritura. El corta y pega es una de las consecuencias. Como no hay
tiempo ni ganas para ir a buscar información original, se coge lo que
hay en la red y se hace un refrito. Ocurre con los posts de mi blog,
que son constantemente copiados sin el menor disimulo. Luego le dices a
la gente que un artículo es tuyo y te responden: “¿Y?”. Ni siquiera
está mal visto.
¿Ha influido en eso Internet y las redes sociales?
Lo fácil es echarle la culpa a la tecnología cuando se hace mal periodismo.
La realidad es que muchos responsables de medios no tienen el
criterio periodístico para mejorar sus productos. Lo vemos en España,
donde se sigue una inercia de información política que interesa solo a
los periodistas que la hacen y los políticos. ¿Es culpa de las redes o
de internet? No, son solo herramientas para transmitir la información.
Que esta sea buena o mala es cosa de los periodistas.
¿Cómo utilizas las redes sociales en tu trabajo?
Yo he llegado tarde a casi todo en tecnología. Tengo Twitter y una
cuenta de Facebook, aparte de mi blog. Para mí han sido fundamentales
para ampliar el público que me sigue. Mucha gente que no estaba
interesada en Asia o no me había leído nunca ha empezado a hacerlo al
encontrarme en las redes y leer lo que escribo sobre España. Las redes
sociales, además, consiguen alargar la vida de tu trabajo, que antes
moría al día siguiente cuando envolvía el pescado de la mañana y ahora
sigue compartiéndose en la red. Posts como Putas y Periodistas o El
Triunfo se los Mediocres siguen siendo leídos por cientos de personas al
día, aunque los escribí hace dos años.
¿Y si en lugar de haber cambiado la profesión, hubieran cambiado los lectores y no nos estuviéramos dando cuenta?
El otro leí una entrevista a Enric González en la que decía algo
deprimente: “en España no existen suficientes lectores de calidad para
hacer un buen producto, sin sectarismos”. Yo quiero pensar que no es
así, que todavía hay mucha gente buscando medios independientes y de
calidad, capaces de diferenciar entre una noticia en la que se repite lo
que dijo el político de turno y una gran crónica desde Corea del Norte.
Pero me temo que Enric tiene razón: cada vez son menos. Dos décadas de
telebasura, de abandono del sistema educativo y destrucción de la
cultura minan el espíritu crítico de un país, lo idiotizan y lo dejan en
manos de esta casta política que ha arruinado España, sin que tampoco
les preocupe porque saben que no hay una conciencia social que les haga
pagar su mezquindad. Resultado: volvemos a elegir a los mismos, una y
otra vez.
¿Dónde se encuentra “El lugar más feliz del mundo”?
Hay que leer el libro para descubrirlo (ja, ja).
¿Qué podemos encontrar en tu libro, qué has querido transmitir?
Dicen que el periodismo es un borrador de la historia. También es un
chequeo constante a la condición humana. Creo que ambas están presentes
en el libro.
Detrás de mis viajes a la tiranía de Corea del Norte, la guerra de
Cachemira, la devastación de Fukushima o la depravación de un pueblo
prostíbulo de Camboya siempre ha habido un intento de acercarme a los
extremos de la naturaleza humana. Y ha sido allí, en los lugares más
oscuros, donde he encontrado a los personajes que han dejado algo de
optimismo en la reserva. El libro es un viaje de 15 años a través de
nuestras sombras y luces, contado a través del reporterismo literario,
en algunos de los lugares más fascinantes del mundo.
¿Cuáles serían las historias que contarías si ese lugar fuera España en lugar de distintos países asiáticos?
Siempre digo que una madre de Cáceres y otra de Pekín sienten los
mismos miedos, quieren las mismas cosas y tienen similares expectativas.
Viajar a lugares remotos, a menudo desesperados, me ha llevado a la
conclusión de que nos parecemos mucho más de lo que creemos. Que si nos
quitas el envoltorio, y dejas de un lado características superficiales
como la nacionalidad, lo que quedan son personas.
¿Y cómo serían sus gentes, esos personajes?
Cuando llegué a Asia hace 15 años no era difícil ver hambre y subdesarrollo.
Ahora se pueden encontrar en nuestro país. Muchas de las historias
que he escrito como corresponsal podrían contarse hoy en España: la
gente que emigra en busca de oportunidades, las familias que no pueden
alimentar a sus hijos, la lucha por salir adelante en una sociedad cada
vez más desigual.
Son problema que me encontré en Asia cuando llegué y que han
regresado a España. Las cicatrices del daño que se le ha hecho al país
seguirán abiertas durante mucho tiempo, por mucho que los que nunca
sufrieron la crisis nos digan que todo vuelve a ir estupendamente.
Dentro de 20 años, habrá gente que seguirá pagando la estafa de los
últimos años, porque no pudo costearse una tasa universitaria o su
familia entró en el círculo de pobreza del que es muy difícil salir. El
periodista tiene la obligación moral de contar las historias más allá
de los números y los despachos de los políticos, a través de las
personas.
David, ¿tú crees que se puede hacer periodismo en 140 caracteres?
No. Lo que se puede hacer en 140 caracteres es llevar a alguien hacia
un lugar donde se hace periodismo (un artículo, un periódico, un blog,
un documental…). Soy optimista, creo que siempre existirán lugares donde
encontrar grandes historias y periodistas dispuestos a contarlas.
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Comentarios
Publicar un comentario