Un informe reveló que la mayoría utiliza mal la red social. El ejemplo de Obama y las críticas a CFK por sus monólogos. Galería de imágenes.
Por Martina Rua | en "PERFIL"
Cristina Kirchner, Dilma Rousseff y
Michelle Bachelet: la primera no contesta a nadie y habla de "todos y
todas"; la segunda llama a su audiencia "amigos" y la tercera no tiene
cuenta oficial.
| Foto: Cedoc
En 2010, sólo el
20% de los jefes de Estado del mundo utilizaba la red de micromensajes
como medio digital para comunicarse de manera directa con los
ciudadanos, de acuerdo con el informe "World Leaders on Twitter" del
Digital Policy Council. Hoy, el mismo informe señala que ocho de cada
diez presidentes ya tienen su perfil en la red social. Pero que lo
tengan no significa que hagan un buen uso de él. De hecho, salvo el caso
de Barack Obama que acumula más de 40 millones de
seguidores y que utilizó su cuenta durante dos elecciones presidenciales
con atino y mucha estrategia, son muy escasos los políticos que han
demostrado un entendimiento completo de la herramienta.
Bajo el nombre "Políticos Iberoamericanos en Twitter: reprobados", Gaby Castellanos,
una venezolana radicada en España especialista en estrategias en medios
sociales, CEO de la agencia Socialphilia, evaluó cómo manejan sus
perfiles de Twitter muchos de los presidentes iberoamericanos. De las
conclusiones del informe se desprende que, en promedio, sólo el 20% de
los seguidores de los presidentes son activos y reales, mientras que el
otro 80% corresponde a cuentas falsas o a usuarios inactivos.
Para analizar los perfiles, Castellanos aplicó distintas herramientas
digitales y también una lectura crítica de los contenidos que allí se
vuelcan. "Demuestran que no les importa que sean cuentas bien
gestionadas, sólo el tamaño de seguidores que ostentan. Hablan solos, no
conversan, no contestan. La mayoría sólo sigue a sus equipos de trabajo
o a otros presidentes y rara vez entablan conversaciones con quienes
los mencionan", criticó la especialista, de visita en Buenos Aires.
Herramienta. Por ejemplo, la cuenta de Cristina Fernández (@CFKArgentina) tiene más de 2,5 millones de seguidores. "El 30% son cuentas falsas, creadas para mostrar cantidad, pero no existen, y el 48% son cuentas inactivas; es decir, que son de usuarios reales pero que no presentan ningún tipo de actividad. Sólo el 22% correspondería a usuarios reales y activos de la red social", describió Castellanos.
Herramienta. Por ejemplo, la cuenta de Cristina Fernández (@CFKArgentina) tiene más de 2,5 millones de seguidores. "El 30% son cuentas falsas, creadas para mostrar cantidad, pero no existen, y el 48% son cuentas inactivas; es decir, que son de usuarios reales pero que no presentan ningún tipo de actividad. Sólo el 22% correspondería a usuarios reales y activos de la red social", describió Castellanos.
Según el estudio, que compara la situación de este mes con agosto de
2013, se percibe una disminución en followers falsos de 10%, sus
seguidores inactivos aumentaron 15% y los reales bajaron 5%. "Tiene
ahora más o menos unos 300 mil seguidores más, bajaron casi a la mitad
sus tuits, pero la media de retuits sigue muy similar, al igual que el
cero por ciento en conversación", sostuvo.
El resto de los mandatarios latinos es muy similar al caso argentino. La excepción es el presidente de Ecuador, Rafael Correa,
quien conversa con más del 70% de la gente que le escribe en la red.
"En general, los políticos tienen comunidades muertas o con
comportamientos extraños, como ocurre con la cuenta de Nicolás Maduro, de Venezuela, quien recibe más de 40 mil retuits por día, aunque sea de mensajes muy intrascendentes", detalló.
Para la experta en medios sociales falta, por lo menos, una
generación más para que se comprenda a las redes digitales no como una
moda sino como una herramienta de mucho poder. "He trabajado con
políticos que manejan regiones, no sólo países, que ni sabían usar WhatsApp.
Hay una falta de interés en aprender y los políticos jóvenes de ahora
quieren millones de seguidores pero no terminan de ver que a través de
un teléfono tienen la posibilidad de movilizar gente, de motivar a los
ciudadanos y hasta de cambiar conductas", concluyó Castellanos.
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