Publicado en "Promotrader"
Recuerdo que cuando fueron los Juegos Olímpicos de Barcelona junto
con la Expo de Sevilla, en aquel inolvidable 1992, al principio todo el
mundo estaba muy contento, se suponía que había sido un éxito de
organización y que la repercusión a nivel mundial había sido tremenda,
sin embargo, conforme pasaba el tiempo empezaron a surgir noticias de
que ninguno de los dos eventos realmente había sido rentable.
Pues bien, este año en Londres están dispuestos a que sus Juegos
Olímpicos sean lo más rentables posibles, y para ello han decidido
proteger la marca olímpica y los patrocinadores oficiales de unas formas
que incluso rayan lo absurdo.
Una ley aprobada por el gobierno británico antes de los Juegos le da a
los organizadores poder para impedir que las empresas usen las marcas
olímpicas e incluso algunas combinaciones de palabras como “más alto,
más rápido, más fuerte” y “Londres 2012″.
La aplicación de la ley puede ser tan estricta que ha llevado a
burlas. Un restaurante en Londres llamado Olympic Cafe se vio obligado a
cambiar su nombre, ahora sólo es “Lympic”, mientras que una tienda de
lencería en el centro de Inglaterra tuvo que retirar una arreglo en un
escaparate que tenía cinco hula hulas y algunos sostenes deportivos en
honor a los aros olímpicos.
Los vendedores de alimentos en el Parque Olímpico que no sean el
patrocinador McDonald’s tienen prohibido vender patatas fritas, a
excepción del platillo tradicional británico de pescado y patatas
fritas.
Los logotipos de las empresas rivales no pueden estar en el Parque
Olímpico ni en una “zona de restricción de anuncios y comercio
callejero” alrededor de los lugares donde se realizarán los Juegos.
El público tampoco está exento de estas restricciones. Los
organizadores de Londres tienen toda una lista de objetos prohibidos
dentro de las instalaciones olímpicas, que además de armas y aparatos
para hacer ruido, impide “cualquier objeto o prenda de vestir con
mensajes políticos o una identificación comercial destinada a la
‘mercadotecnia desleal”’.
En este ambiente de vigilancia de marca extrema, los tejedores serían
las personas que menos pensarían en violar la ley olímpica. Pero eso es
exactamente lo que le pasó a un grupo de entusiastas de la lana que
decidieron celebrar los Juegos con un reto de tejido llamado los
Ravelympics.
Los organizadores del concurso, en el que se pide a los participantes
completar un proyecto personal de tejido en los 17 días de los Juegos,
no lo podían creer cuando recibieron el mes pasado una carta de los
abogados del Comité Olímpico que les ordenaba cambiar el nombre del
concurso porque era “irrespetuoso” y denigraba el nombre de los Juegos
Olímpicos.
Al final el espíritu pacifista olímpico se impuso y los organizadores
le cambiaron el nombre al concurso a los Juegos Ravellenic, mientras
que el comité se disculpó por su carta subida de tono.
Lo que deberían entender los que hacen este tipo de prohibiciones es que los Juegos Olímpicos no le pertenecen sólo a la NBC, a los comités o a los encargados de dar permisos, es una parte de la cultura, no sólo una parte del comercio.
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