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Begoña Echevarría: «En el género de la entrevista no está todo inventado, pero su evolución depende del atrevimiento de los periodistas y de los medios»

Publicado en "Editorial Comunicación Social"
[La profesora de Redacción Periodística publica el libro La entrevista periodística. Voz impresa, una herramienta útil y práctica para los estudiantes y los periodistas que empiezan. Por Marta Frechilla
La profesora de Redacción Periodística del CEU de Valencia Begoña Echevarría.
Cuántas veces un periodista se queda en blanco mientras hace una entrevista. Cuántas se bloquea y no arranca al escribir una entradilla. Y seguro que más de una vez a lo largo de su carrera se va a encontrar con un «no» por respuesta al pedir una entrevista a un personaje famoso. Porque la teoría es una cosa y la práctica otra bien distinta, la profesora de Redacción Periodística de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia Begoña Echevarría ha escrito un libro sobre la entrevista en el que, además de ‘diseccionar’ el género, ofrece herramientas y consejos prácticos para que el periodista afronte bien ‘armado’ un género que la autora define de difícil. Muy difícil. En septiembre, Comunicación Social Ediciones ha publicado La entrevista periodística, voz impresa, un estudio pensado para estudiantes de Periodismo y periodistas ‘novatos’. Aunque nunca está de más un consejo útil para aquellos profesionales curtidos en la batalla. 

«Los destinatarios del libro son alumnos
y también periodistas 'novatos' que,
mientras cogen seguridad, tienen una
referencia a la que acudir»

-Cómo no sentirse intimidada y vigilada al hacer una entrevista a la autora de un libro que, precisamente, trata de la entrevista...
-No te sientas así. Escribir un libro sobre la entrevista no significa que lo sepa todo sobre ese género ni mucho menos, si bien es verdad que es un género que me gusta mucho. Es un género difícil, aunque aparentemente parezca que no lo es. Detrás del texto que llega a los lectores hay mucho trabajo y, a diferencia de otros géneros periodísticos, hay que conocer técnicas que van más allá de la redacción. El periodista puede preparar la entrevista muy bien, pero, luego, a la hora de hacerla se tira a la piscina, porque puede que el entrevistado no reaccione como esperaba, puede encontrarse con contratiempos, etcétera.

-El libro incluye casos prácticos, ejemplos de entrevistas, trucos para convencer al entrevistado de que nos conceda la entrevista y otras herramientas útiles para periodistas. ¿Es ese carácter práctico lo que diferencia a este libro de otros ya publicados sobre el género periodístico de la entrevista?
-Sí, yo creo que sí. Estamos hablando de libros académicos y yo, como llevo muchos años dando clases de Periodismo, ya me di cuenta hace tiempo de que explicar a los alumnos sólo teoría no les sirve. Es necesaria la teoría, pero si les estás explicando y luego les pides que vayan a la calle y hagan una entrevista, hay que poner muchos ejemplos para que ellos puedan darse cuenta de que la teoría les dice “a” pero luego para hacer ese “a” se encuentran con muchos contratiempos. Y los alumnos suelen agradecer esos ejemplos. La intención del libro es que resulte práctico, y precisamente en eso se diferencia de los demás estudios de la entrevista. He intentado que sirva de herramienta a los alumnos. Para ayudarles en situaciones y darles respuestas a qué hacer cuando, por ejemplo, llaman a una persona para hacerle una entrevista y les responde que no se la concede.


«La entrevista en medios impresos es
el género que se presta a mayor manipulación;
pero, en España, los periodistas trabajan
bien y no acuden a la entrevista
con intención de manipular»
 


-Además aparecen dos entrevistas con las periodistas Sol Alameda (El País Semanal) y Ana Romero (El Mundo), ambas especializadas en la entrevista. ¿Es otro atractivo más del libro?
-Es un aspecto que le da interés al libro porque da el punto de vista de dos periodistas que cosechan este género de manera habitual. Sol Alameda, que ya murió, realizaba un tipo de entrevista, las de personaje, que es preciosa, pero muy difícil. Ana Romero, una variante de entrevista, la de domingo. La intención de incluirlas era que ellas reflexionasen sobre su trabajo, a partir de la parte teórica que yo planteaba. A mí esas dos entrevistas me aportaron mucho, y es una de las partes del libro que me parecen más interesantes. Lo que digan ellas de la entrevista es mucho más interesante que lo que pueda aportar yo. El objetivo era contrastar lo que tu estás viendo desde el lado de la teoría y del análisis y lo que ellas están viendo cada día desde su profesión.
 
-Viendo que ‘manda deberes’ al final de cada capítulo, se deduce que es un libro dirigido a estudiantes de Periodismo, ¿o también puede ser interesante para profesionales en ejercicio?
-El libro está pensado, sobre todo, para estudiantes de Periodismo y está adaptado a las directivas de Bolonia, que exigen la inclusión de ejercicios. El libro también puede resultar útil a profesionales del periodismo que están empezando, a ‘novatos’, como los llamo yo, que en un momento determinado pueden necesitar ayuda. También a profesionales del periodismo que ya llevan más tiempo trabajando les puede ofrecer una visión algo distinta a la que tienen ellos, que es la puramente práctica. Porque a medida que pasa el tiempo se alejan más de la parte analítica. Pero, fundamentalmente los destinatarios del libro son alumnos y también periodistas nuevos que, mientras van cogiendo seguridad, tienen una referencia a la que acudir en un momento determinado. Es un libro que, más que nada, es una herramienta de trabajo.

«Hay que coger tablas en todo
género periodístico, pero yo creo
que en la entrevista más»


-¿Por qué decidió centrarse en la entrevista impresa y dejar de lado la radio, televisión e internet y los nuevos medios? ¿Tiene previsto abordarlos en posteriores volúmenes?
-El género, en principio, es el mismo, cuyo fin es recoger declaraciones de una persona, la más idónea para hablar de un tema dado. Pero también es el género que cambia más de hacerlo para prensa o para radio y televisión. El lector no ve la conversación, mientras que en radio, por ejemplo, está escuchando a la persona entrevistada a la vez que se realiza la entrevista. Cada medio de comunicación tiene sus técnicas y en el caso de la entrevista son más diferentes todavía. Yo me centro en uno, que es la entrevista en prensa, que me gusta especialmente. ¿Sería oportuno estudiar la entrevista en otros medios? Sí, pero estudios en profundidad porque son técnicas completamente diferentes.


-García Márquez y Milan Kundera lo llaman el género «roba-voz» y lo rechazan porque hay una intervención del periodista. Usted que ha analizado muchas entrevistas, ¿coincide con ellos en que, realmente, la entrevista se presta a muchas manipulaciones en el proceso de edición?
-Coincido totalmente con ellos. La entrevista en medios impresos es el género que más se presta a posibles manipulaciones. Pero si uno quiere manipular en periodismo tiene que hacerlo a conciencia. Lo que es triste es caer en una manipulación por falta de conocimiento técnico. Tienes las palabras del entrevistado, las tienes grabadas en la cinta... Evidentemente, hay una manipulación técnica, que es correcta y necesaria. ¿Dónde está el problema? En que si no hay una ética profesional y el periodista aprovecha la opción de manipular las palabras del entrevistado, puede hacerle decir lo que no ha dicho en ningún momento. Por lo cual a la hora de editar hay que ser muy respetuoso y no hacer decir al entrevistado lo que no dijo o algo completamente diferente. También se da el caso de que los entrevistados se creen en el derecho de manipular sus propias palabras, de corregir aquello que no les ha gustado cómo ha quedado, y eso no es así. Por tanto, se puede dar un deseo de manipulación por ambas partes. Luego, hay entrevistados habituales, no lo digo por García Márquez, sino más bien por Kundera, que se piensan por encima del bien y del mal y desprecian a todos los periodistas. Y no es cierto. Puede haber casos de periodistas que se equivocan o que manipulan intencionadamente, es verdad. Pero otra cosa es rechazar el género como tal.


«La entrevista es un género difícil.
Es más, estoy convencida de que
no todos los periodistas hacen
buenas entrevistas»
 
-¿Y cree que, en general, los periodistas van a hacer la entrevista de buena fe, con el ánimo de ser veraces y de respetar las palabras del entrevistado?
-Sí, por supuesto. En la mayoría de las ocasiones en España cuando se ha producido un error ha sido más por un mal manejo de la técnica que por una mala intención. ¿Podría haber algún caso? Siempre hay excepciones, pero, en general, no se dan, porque los periodistas trabajan bien. Otra cosa es que haya entrevistas que, aunque no haya manipulación, se utilicen como propaganda. Una de las entrevistas que comento en el libro y que trajo cola fue la que hizo Juan José Millás a Felipe González y que fue publicada en El País. Es un ejemplo de entrevista que se hizo con la intención de dar espacio y voz al ex presidente del Gobierno y de poner encima de la mesa un tema que no hubiera salido de otra manera.


-Evidentemente, hay un doble interés: por un lado, el del periódico y el del periodista y, por otro, el del entrevistado...
-Sí, pero es más cómodo ver solamente el interés —y el malo— por parte del periodista que ver el otro interés. Cuando, en realidad, es un juego y una negociación entre uno y otro, no es una charla tomando una cerveza. El periodista busca y quiere algo de esa persona y el entrevistado, también, aunque más del medio que del periodista propiamente dicho.

La autora publicó en 2011
El reportaje  periodístico
,
también con Comunicación
Social, disponible en
edicional papel y en eBook.



-Juan Cantavella dice que existe un desprestigio de la entrevista, que se debe a que se abusa de las entrevistas vulgares y fáciles. ¿Cuál es su opinión? ¿La entrevista está en un buen momento, tanto en España como en Iberoamérica?
-El desprestigio de la entrevista, que existe y bastante, no se da tanto en prensa como en las entrevistas en medios audiovisuales. Para que algo tenga desprestigio lo tiene que consumir mucha gente, y hay poca gente que lea los periódicos. Creo que las entrevistas en prensa son más serias y están mejor hechas, quizá también porque se disponga de más tiempo. En los medios audiovisuales, y más en televisión, aparecen entrevistas que no deberían aparecer como tal género de entrevista, se entrevista a personas que no son ‘entrevistables’, que no tienen ningún interés para el público. Y eso desprestigia. O la aparición de entrevistas —por ejemplo, dentro de un debate en televisión— que no son tales y que el público entiende como entrevistas. La entrevista como género es la que aparece en programas que duran más tiempo, con tranquilidad... y ese tipo de programas cada vez existe menos.


-Y hablando de entrevistas en televisión, ¿qué le parece el nuevo programa de TVE, Entrevista a la carta, que presenta Julia Otero, en el que son los invitados y algunos espectadores los que preguntan al entrevistado?
-Son formatos nuevos que no me parecen mal. Soy de la idea de que si lo que se intenta transmitir llega al público y se adapta a su gusto, adelante. Que preguntan otros, perfecto. Igual que cada vez se lee menos y se va a formatos más breves porque si no, el lector no lee, en televisión hay que buscar formatos más atractivos para el público. Frente a la entrevista tradicional, en la que pregunta una sola persona, una entrevista en la que participan varias puede hacer el programa más atractivo. Desde luego, más ágil sí que lo es. Son nuevos modelos interesantes, siempre y cuando haya un periodista que ‘ponga orden’.


-Sherwood dice que «la entrevista es la primera de las tareas con que debe enfrentarse un periodista». En otro pasaje de su libro aparece la idea de que «se aprende a entrevistar entrevistando», con la práctica. ¿Es un género que se puede practicar desde el primer momento o, por el contrario, es difícil y exige muchas tablas?
-Sherwood, más que hablar del género entrevista como tal, se refiere a la tarea esencial de todo periodista de preguntar haga el género que haga. La entrevista es un género difícil. Se puede formar uno en la carrera, pero creo que a medida que hagas más entrevistas, vas a hacerlo mejor. Es más, estoy convencida de que no todos los periodistas hacen buenas entrevistas, o que no todos los periodistas tienen la capacidad para hacer buenas entrevistas. Puede haber un periodista que sea un maravilloso entrevistador y a lo mejor no sepa hacer reportajes. Y al revés. Basta mirar los periódicos para darnos cuenta de que existe una especialización por géneros. Una cosa es hacer una entrevista sencilla, por ejemplo, ha ocurrido un accidente y le pregunto cuatro o cinco cosas a un testigo. Otra, hacer entrevistas con un poquito más de entidad. Si te fijas en las firmas, hay pocos periodistas que las hagan. Hay que coger tablas en todo género periodístico, pero yo creo que en la entrevista más. Porque lo más difícil de la entrevista, en lo que hay que curtirse más, es la conversación con el entrevistado, que, además, también es lo más importante. 


«Hay que volver al Nuevo
Periodismo; si no, el periodismo
impreso morirá de verdad» 


-Habla en el libro de técnicas que hacen el género más atractivo para el lector: enfocar la entradilla desde diferentes puntos de vista, introducirla con un diálogo o que dos personajes se entrevisten uno a otro. ¿Está todo inventado en la entrevista o se pueden dar todavía nuevas vueltas de tuerca al género?
-Todo, todo no está inventado, porque en periodismo nunca está todo inventado. De hecho, como comento en el libro, no podemos hablar de una tipología cerrada de entrevista. El género se va a mantener, pero intentando llegar a los lectores. Vivimos en un mundo diferente al de hace diez años, y el género se va adaptando a las necesidades de los lectores de hoy para resultar más atractivo. De una parte depende de la capacidad creativa de los periodistas, pero también de la apuesta que hagan los medios impresos ante formatos nuevos. Porque a veces los periodistas son muy creativos y luego el jefe le dice que no puede ser. La evolución del género depende del atrevimiento de los periodistas y, sobre todo, de los medios. Hay muchos periodistas a los que les cortan las alas los jefes de sección, cuando en realidad se puede hacer un texto de manera diferente. Hay noticias que están contadas sin la pirámide invertida y cuentan una historia igual de bien, de manera objetiva y de manera atractiva. Consiguen que leas el relato hasta el final. Yo creo que se tiene que volver al Nuevo Periodismo. Puedo contar historias, historias reales, con todas las técnicas habidas y por haber de la literatura. Aunque en España somos un poco tradicionales para ese tipo de fórmulas.

-Hay otros autores que, como usted, están en esa línea y piensan, incluso, que es la salida a la crisis que vive la prensa escrita.
-La única fórmula que veo es esa. Si no, el periódico morirá de verdad. Siempre se dice que el periódico va a morir, se está muriendo desde que yo nací. Pero si es verdad que, hoy en día, o se cuentan de otra manera las historias o el periódico acabará desapareciendo. Una de las fórmulas para que no ocurra —la básica en mi opinión— es volver al Nuevo Periodismo. Lo que ocurre es que es muy costoso, porque hay que escribir muy bien, y no todos los periodistas saben hacerlo tan bien. El problema es que hay mucha gente en los periódicos que tiene una visión muy tradicional. Pensar que la objetividad se consigue únicamente utilizando un lenguaje neutro es equivocarse. Porque uno puede ser muy poco neutro —y digo neutro porque no creo en la objetividad como tal— con un lenguaje sin adjetivos. Y se puede ser neutro y honesto con un lenguaje más creativo. Por ejemplo, utilizando adjetivos y con una descripción muy personal se puede contar de una manera más fiel cómo es el rostro de una persona. Yo creo que la única salida es el Nuevo Periodismo. 

La entrevista periodística. Voz impresa, el nuevo libro de Begoña Echevarría Llombart. Más información en la web de Comunicación Social Ediciones.

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