El emprendedor Santiago Bilinkis y el filósofo
Alejandro Rozitchner ofrecen dos miradas sobre cómo Twitter, que
iniciará sus operaciones este mes en la Argentina, podría estar
cambiando la forma en que pensamos
Por Débora Slotnisky | Para LA NACION
Descubrí Twitter en 2009 y la primera impresión que
tuve de esta red de microblogging no fue buena. "¿Es posible decir algo
interesante en 140 caracteres? ¡No entiendo absolutamente nada de lo que
leo, sólo observo frases cortas que se suceden unas con otras sin
cesar!", fueron las primeras ideas que tuve al tomar contacto con la red
del pajarito azul. Tiempo más tarde, y por sugerencia de varios de mis
colegas, intenté nuevamente incursionar en ella bajo el usuario @deboraslot
. Hoy, Twitter es una de mis principales herramientas de trabajo,
porque me permite estar informada en tiempo real sobre los temas que
abordo como periodista, pero también es uno de mis pasatiempos
favoritos, porque al contar con la aplicación en mi smartphone, puedo
seguir en todo momento a deportistas, amigos y personajes favoritos, sin
intermediarios.
El emprendedor Santiago Bilinkis, fundador de Officet,
entre otras empresas, tuvo una experiencia similar. "Uso Twitter desde
hace casi 5 años. Me acuerdo que la primera vez que entré, pensé: ¡Esto no sirve para nada!
Y es que casi nadie estaba usándolo en aquel momento. Una red social
sirve si mucha gente la usa, y Twitter todavía no había llegado a ese
punto. Volví meses después y ya nunca pude dejarlo", reconoce este
usuario, que bajo el nombre @bilinkis cuenta con unos 21.500 seguidores.
Pero, ¿para qué sirve esta red? "Lo mejor es la
posibilidad que me da de construir un mundo según mis intereses. A mí,
por ejemplo, no me gustan los temas vinculados con los reality shows. Y
con sólo dejar de seguir a la gente que habla de eso, puedo hacer que
esta temática desaparezca de mi universo. Por el contrario, siguiendo a
la gente correcta se habla de lo que me interesa todo el tiempo", dice
Bilinkis. De aquí se desprende que la depuración de la línea de tiempo,
la cronología en la que aparecen todos los tweets de las personas a las
que uno sigue, parece ser una de las claves para que esta red se vuelva
genial.
Viendo cómo los usuarios de la tweetosfera la utilizan, el filósofo Alejandro Rozitchner apela a una frase del emprendedor Ismael Briasco para definirla. "Es un caos multiforme, sin centro, un río de intervenciones de todo tipo que no para jamás -dice-. Es un error creer que existe un uso correcto de esta red. Twitter es usado de miles de modos distintos, y su función lo permite. Hay quien lo usa para charlar, quien lo usa para leer, quien lo usa para decir sin oír, hay de todo. Yo utilizo este medio para pasar en limpio ideas, como un registro de conclusiones o principios orientativos. Los encuentro y los pongo a disposición de otros. Es una libreta de notas abierta a todo los vientos. También lo uso para difundir mis actividades. Y marco favoritos, cosas que me hacen gracia o que quiero reservar para poder localizar en otro momento", explica este tweetero que es seguido por más de 23.000 personas con el nombre @AlejRozitchner .
Adictiva y gratificante
Si bien Facebook es la red social más popular del
mundo, son muchos los que prefieren Twitter. Será porque, al
compararlas, parecería que Facebook está pensada para estar en contacto
con quienes fueron nuestros amigos en el pasado, mientras que Twitter es
ideal para estar en contacto con quienes uno siente afinidad en el
presente.
Según Bilinkis, Twitter produce, en muchos casos, una repentina e irrefrenable adicción a la gratificación instantánea. "Las redes sociales son una fuente de noticias e información. Pero creo que hay un fenómeno más profundo, porque mucho más que la ansiedad por noticias relevantes nos cautiva el poderoso atractivo de lo vacuo y lo superficial. Del mismo modo que la mayoría de los argentinos a la noche elige ver a Marcelo Tinelli y no un programa periodístico político, las redes sociales y la Web nos dan algo mucho más adictivo que las noticias: pequeñas ventanitas a vidas ajenas, a reflexiones pasajeras y juegos informales que resultan mínimas distracciones en dosis homeopáticas. De esta manera, mucho más que saciar la sed informativa, Twitter machaca sin pausa sobre el resorte mental de la gratificación instantánea, y se genera una suerte de adicción a esta felicidad vacua, minúscula y efímera. Tan pronto estamos un cierto plazo enfocados en alguna actividad, nuestra mente empieza a pedirnos la herramienta más poderosa de la que dispone: la distracción. En este sentido, siento gran preocupación por la pérdida de la capacidad de concentrarse y prestar atención derivada del uso habitual de Twitter y otras redes sociales que observo en mí y muchos de los que me rodean. Parecería un mecanismo de adaptación de nuestros cerebros para ajustarse a la hiperestimulación a la que desde hace unos años estamos sometidos. Pero lo que resulta adaptativo para el multitasking resulta destructivo para la capacidad de estar atentos a algo en particular. En este sentido, Twitter representa una inagotable fuente de distracciones. Sin embargo, la clave de la educación es desarrollar las habilidades que hacen falta para vivir en el mundo que viene. Con todo, prefiero que mi hijo use Twitter y no que se la pase haciendo garabatos en un cuaderno para aprender a escribir con la mano, una habilidad que en unos años va a ser cosa de museos", observa Bilinkis.
Reflejo de la época
Lejos del perfil de usuario que describe el
emprendedor, Rozitchner disiente. "Particularmente, detesto el gran
mundo de imbecilidad que abunda en esta red y trato de no seguir a
quienes lo cultivan. No me cautiva eso, me produce la sensación de estar
a la intemperie", dice.
En tiempos como los actuales donde la instantaneidad y la velocidad son atributos valorados, el filósofo cree que esta red de microblogging es una manifestación ostensible de la época en que vivimos. "No es la causa de nuestros problemas de concentración y nuestra preferencia por la extrema brevedad, sino resultado de ella. Pero como en todo contexto complejo, Twitter retroalimenta el problema que le da origen, haciéndose a la vez causa y consecuencia", concluye.
En la Argentina
Más allá de sus pros y sus contras, lo cierto es que
cada día más políticos, periodistas, deportistas, personajes del mundo
del arte y el espectáculo, estudiantes, amas de casa, ejecutivos y
profesionales de todo tipo se comunican sin intermediarios a través de
este medio.
Según datos de ComScore Argentina, en julio nuestro país contaba con 2.669.000 twitteros. De esta manera, la Argentina ocupa el cuarto puesto en el ranking de penetración dentro de América latina, sólo superado por Brasil, México y Colombia.
En nuestro país, hombres y mujeres la utilizan casi en las mismas proporciones. Con respecto al rango etario abundan los jóvenes de entre 15 y 24 años, y su uso decrece entre las personas mayores.
Con sus fortalezas y debilidades, lo cierto es que Twitter se está convirtiendo en uno de los medios de comunicación predilectos no sólo en la Argentina, sino en el resto del mundo, y que ha logrado esto con una economía de recursos de infraestructura que lo vuelven a la vez un prodigio y un ejemplo. Queda por ver, sin embargo, cómo será el futuro comercial de la red de los trinos.
@Bilinkis
Santiago Bilinkis
Emprendedor
- "Twitter machaca sin pausa sobre el resorte mental de la gratificación instantánea"
Alejandro Rozitchner
Filósofo
- "El servicio es usado de mil modos distintos, y su función así lo permite"
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