En las últimas horas han tenido bastante repercusión dos
noticias, una en España y otra en Estados Unidos, que me han hecho
volver a plantearme la eterna cuestión sobre los límites de la información y la comunicación, aunque se trata de casos diferentes. Vamos a verlos.
En nuestro país, el presidente del Grupo Popular en el Parlamento Europeo, Jaime Mayor Oreja, desató la polémica afirmando que le parecía “un disparate que se televisen todos los problemas de orden público con cámaras de televisión, porque incitan a manifestarse”. Hacía alusión, evidentemente, a lo sucedido en los alrededores del Congreso de los Diputados en los últimos días y a la más que cuestionada actuación policial.
El argumento de Mayor Oreja para defender esta opinión era que “hay cosas que exceden la prudencia”. Parece claro que, en este caso, el eurodiputado del PP se ha equivocado por completo y ha defendido lo indefendible. La retransmisión en directo de lo sucedido es algo que no atenta contra ningún derecho fundamental de los que limitan la libertad de expresión, y será cada canal de televisión el que tenga que decidir qué hacer con su programación. El interés informativo era evidente, todos los telediarios abrieron con esta noticia y le dedicaron especial atención, y desgraciadamente lo sucedido después no hizo sino aumentar ese interés.
Al otro lado del Atlántico lo sucedido es bien distinto. La cadena Fox News estaba retransmitiendo en directo una persecución policial a un individuo que había robado un coche cuando esta persona paró, se bajó, salió corriendo y, de repente, se pegó un tiro en la cabeza. El vídeo es impactante, podéis verlo aquí, y el periodista mandó cortar la señal rápidamente, pero algo falló y se emitió.
Tras una pausa publicitaria, el presentador pidió disculpas por lo sucedido y la cadena también emitió un comunicado en el que señalaba que había habido un error humano. En este caso, el interés informativo también es notable, especialmente en un país donde este tipo de persecuciones son bastante habituales en los noticiarios, pero parece lógico igualmente que retransmitir en directo un suicidio en horario de máxima audiencia no responde a la ética periodística.
¿Se debería haber evitado? Pues yo creo que sí, aunque la cadena tomó las precauciones habituales (en los instantes finales se emitía con cinco segundos de retraso por si sucedía lo que finalmente ocurrió), pero un fallo humano hizo que se emitiera. Las rápidas disculpas del presentador y de la cadena deberían dar el asunto por zanjado.
¿Dónde están los límites del periodismo? Pues en el respeto a los derechos fundamentales y en ofrecer información de interés general, veraz, que responda a un código ético comúnmente aceptado y que satisfaga las necesidades de información de la ciudadanía. ¿No os parece?
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