Protagonistas
Ex corresponsal de la BBC y asesor de Tony Blair, reveló una oscura trama de venta de niños en Irlanda, retratada en la película Philomena
Por Hinde Pomeraniec
| Para LA NACION
Sus estudios de ruso en Oxford le otorgaban el aura ideal como candidato para los servicios
del MI6. Sin embargo, y pese a que lo tentaron para convertirlo en un
agente secreto en plena Guerra Fría, el británico Martin Sixsmith
(Cheshire, 1954) se decidió por el periodismo. Es por eso que cuando en
los 80 aterrizó en Moscú no lo hizo en calidad de espía, sino de
corresponsal de la BBC.
"La regla de oro del periodismo es estar en el lugar indicado, en el momento indicado, y yo fui afortunado en ese sentido", suele decir. Basta con echar un vistazo a sus coberturas para confirmar esa fortuna: estuvo en Varsovia durante el levantamiento del sindicato Solidaridad; en Moscú para la caída de la URSS, y en Washington durante las elecciones que llevaron al demócrata Bill Clinton desde Little Rock hasta la Casa Blanca, sólo para mencionar algunos momentos centrales de la historia del siglo XX. Fueron esos casi veinte años como corresponsal extranjero de la cadena pública británica los que le dieron experiencia y olfato para investigar en terreno ajeno.
Luego de dos décadas exitosas en el periodismo, y como muchos de sus compatriotas, en 1997 Sixsmith se identificó con la propuesta de Tony Blair y su Tercera Vía. Entonces, llevado por su fantasía de poder influir en la vida del país desde el corazón de las decisiones políticas, se alejó del periodismo de batalla y se concentró en armar estrategias de medios para el gobierno del nuevo laborismo. Eran los tiempos de gran influencia del arrogante jefe de comunicación Alastair Campbell y, luego de varios años de relativa calma, Sixsmith acabó metido en un escándalo de proporciones. Fue en 2002,cuando en una operación política digna de la serie House of Cards, alguien hizo público un correo suyo que lo dejaba muy mal parado. Una funcionaria propuso aprovechar el funeral de la princesa Margarita, la hermana de la reina, para dar a conocer una noticia negativa del gobierno, como un modo de hacerla pasar desapercibida o "bury", enterrarla, como lo señaló en inglés.
"La princesa será enterrada el viernes. No voy a permitir que nada más sea enterrado", respondió el periodista a esa propuesta, y una vez que el mail llegó a las redacciones, los tabloides se hicieron el festín con la frase.El gobierno buscó concentrar en Sixsmith la responsabilidad del episodio y, en medio del bullicio mediático, desde Downing St. le pidieron la renuncia. Él no se dejó amilanar: los demandó y acusó públicamente. Terminó ganando bastante dinero en concepto de indemnización y hasta consiguió un pedido oficial de perdón, pero quien terminó "enterrado" como periodista y figura pública fue, finalmente, él mismo.
"Tengo una historia"
En medio del ostracismo y la depresión por la humillación pública, una vez más se reinventó, esta vez como escritor de novelas y varios libros sobre la historia de Rusia. Los que vinieron fueron años de escritura y trabajos menos estridentes. Es cierto que no le faltaba dinero para vivir, pero quien se acostumbra al vértigo como principio rector de sus días difícilmente puede hallar plenitud en la calma y el silencio. Lo conocí en 2008, cuando lo entrevisté en una cafetería de King's Cross, en Londres. Acababa de publicar The Litvinenko File, uno de las más completas investigaciones sobre el crimen del ex espía ruso envenenado con polonio. Parecía un hombre gentil y generoso con la información, dones que se agradecen en esta profesión. Parecía abrumado. Parecía vencido.En medio de esa abulia "productiva", durante una reunión social, una mujer se acercó a pedirle ayuda: "Me dijeron que es periodista: tengo una historia". Cuando supo de qué se trataba, dudó: tenía enorme experiencia en el periodismo político, pero nunca se había interesado por las historias de vida de la gente corriente. Entonces, conoció a Philomena Lee, una anciana irlandesa de origen muy pobre que, cuando era adolescente, quedó embarazada y fue enviada a un convento en Roscrea, donde tuvo a su bebe, Anthony. Allí, junto con otras chicas en su misma situación, pagaban su albergue trabajando en la lavandería del convento en condiciones de semiesclavitud y las monjas les permitían ver a sus hijos apenas una hora al día. Durante tres años, Philomena estuvo recluida allí, hasta que una mañana una compañera le avisó que una pareja de aspecto adinerado se estaba llevando a Anthony. Philomena nunca más supo de su hijo. Se fue a Londres, trabajó de enfermera, se casó, tuvo dos hijas más. Cada tanto volvía a Irlanda e iba al convento a preguntar por su hijo sin obtener más que fingidas disculpas y el silencio como respuesta.
Sixsmith logró descubrir una vergonzosa operación de venta de niños en Irlanda. Fue un negocio que se extendió durante unos veinte años y que dañó de manera irreversible la vida de miles de chicos y la de sus madres, aterradas por el argumento de la culpa y el pecado. El negocio arrancaba con la llegada de las chicas al convento, ya que el Estado les pagaba a las monjas un estipendio semanal por cada muchacha y por cada bebe. Luego de parir, las ponían a trabajar en una lavandería y los chicos eran vendidos por entre 2000 y 3000 dólares, una cifra muy elevada para la época.
Así, el refinado y escéptico Sixsmith se convirtió en el "periodista" personal de Philomena, católica fervorosa, una mujer elemental en términos intelectuales, pero con una riqueza humana que sólo adquiere quien ha sobrevivido a la mayor adversidad. Juntos emprendieron una búsqueda que concluyó en Estados Unidos, cuando gracias a sus viejos contactos en Washington, Sixsmith logró descubrir que Anthony había sido adoptado por una familia rica de St. Louis, Missouri, que su nombre había cambiado por el de Michael Hess y que luego de estudiar derecho se había convertido en asesor de los gobiernos de Reagan y Bush padre. También descubrió que Michael era homosexual y que había enfermado de sida. Y, lo más duro: supo que Michael también había viajado a Roscrea para preguntar por su madre, pero tampoco le habían dado información, pese a que Philomena jamás había dejado de buscarlo.
Seguramente, en todos sus años como periodista de batalla e investigador de la política e incluso en aquella pelea por la verdad que lo sacó del gobierno, Sixsmith nunca imaginó que la dolorosa historia personal de una mujer en el ocaso de su vida podía terminar siendo su obra mayor. Y lo es no sólo por haber revelado un plan siniestro: desde la salida del libro y, sobre todo, desde el estreno de la película, cientos de mujeres como Philomena en todo el Reino Unido se animaron a terminar con un pasado de secretos y mentiras para poder, por primera vez, contar su historia.
Quién es
Nombre y apellido: Martin SixsmithEdad: 59 años
Periodismo de batalla. Durante 20 años, fue corresponsal de la BBC en Moscú y Washington. Luego trabajó para el gobierno de Tony Blair, del que tuvo una salida escandalosa.
Historia de vida. Gracias a la historia de una mujer, Philomena Lee, reveló una trama de venta de niños en Irlanda, retratada ahora en la película Philomena, candidata al Oscar..
Comentarios
Publicar un comentario