MEDIOS Natalie Nougayrède no pudo imponer su plan de transformación.
María Laura Avignolo, en "Clarín"
La directora del vespertino francés Le Monde
tiró la toalla. Natalie Nougayrède renunció ayer y lo anunció por
email a la redacción, en el último capítulo de un psicodrama que
conmueve a los periodistas de uno de lo diarios más prestigiosos del
mundo por sus diferencias con el proyecto de convergencia entre el papel
y la web.
Siete redactores en jefe y sus adjuntos habían presentado sus renuncias la semana pasada para protestar por su estilo de conducción, la incomunicación, su aislamiento con la redacción y por sus divergencias con el proyecto y a raíz del traspaso de 57 periodistas de la versión papel a la Web.
“La voluntad de ciertos miembros de Le Monde
de reducir drásticamente las prerrogativas del director del diario
para mí es incompatible con la continuación de mi misión”, dijo
Nougayrède en su mail, tras asegurar que no puede asegurar esa función
con “serenidad y total plenitud”.
“Por otra parte, los ataques
directos y personales a la dirección y a mi acción me impiden poner en
obra el plan de transformación que yo sometí a los accionistas y que
necesita un acuerdo amplio de la redacción, en el interés superior del diario ”, anunció.
Natalie Nougayrède, una ex corresponsal en Chechenia, en Kosovo y en Moscú y que ejercía en Le Monde
el cargo de directora del diario y de la redacción, aclaró que dimitía
en las dos funciones. Había sido elegida en marzo de 2013 por un voto
masivo del 72% de la misma redacción que hoy la combate. Un personaje
discreto durante años, desconocida para los clanes en combate del
diario, todos se sorprendieron cuando ella se autopostuló para el cargo
de directora en la última crisis del diario y ante la sorpresa de sus
nuevos tres dueños: Xavier Niel, Matthieu Pigasse y Pierre Berge.
Los tres propietarios recibieron el martes a Natalie. Pero hasta ahora no han expresado su posición en la crisis, aunque la redacción se queja de un viraje a la derecha,
cuando el histórico estatuto fundacional del diario impide una
interferencia de los propietarios sobre los contenidos. La renuncia de
Natalie se produce cuando ayer se cumplió el plazo para la mediación
propuesta por los periodistas y que encabeza el presidente del
directorio, Louis Dreyfus. El decidió retardar los cambios, postergar el
plan de movilidad profesional hasta septiembre y articular un plan de
edición de la mañana para los celulares y las tabletas “si hay un modelo
de negocios”. Una reunión entre los accionistas y la redacción de Le Monde se desarrolló ayer para elegir un director interino.
El que llegue deberá tener la capacidad de motivar a una redacción
deprimida y desanimada. El clima interno es atroz: hay un desánimo
colectivo.
La crisis de célebre vespertino no es económica. Es de
concepción del diario, de management y –especialmente– de calidad
frente al futuro.
El temor de los periodistas es perder Le Monde
y su vínculo con los lectores tradicionales. Ese combate por la
calidad es el que no entendió Nathalie porque nunca perteneció al riñón
histórico de Le Monde, ni a su espíritu ni a los clanes que lo dividen.
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