Por Miguel Wiñazki, desde Uberlandia, Brasil (Para "Clarín)
Llueve y el cielo gris no conjura el calor tropical. En la plaza
de Uberlandia, 10 brasileritos se bañan en una fuente. Muchísimas
personas almuerzan de pié, por 12 reales en la panadería “Paulistana”.
En los diarios locales se anuncia el evento: Semana Internacional de la Comunicación.
Uberlandia
está incrustada en el corazón productivo de Brasil, en la ruta que une
San Pablo con Brasilia. Es una ciudad con nombre raro, el más alejado de
los mundos posibles de Disneylandia, a la que la grafía del nombre
evoca. Se vive una mezcla rara de vísperas de Navidad carnavalesca y del
Mundial que empieza a encenderse La diseminación capilar de la
información llevó hasta allí la situación de Clarín, y la
libertad de prensa en Argentina Hubo quinientas personas presentes.
Decenas de cámaras de TV, periodistas a granel. Fotógrafos. Alumnos
universitarios grabando y haciendo reportajes a los panelistas.
Gilmar Machado, el “prefeito” (intendente de Uberlandia) asistió a la inauguración del evento. Antes había recibido a Clarín
en su despacho rodeado de colaboradores. Es un hombre muy cercano a
Lula, Machado fue el fundador del PT en Uberlandia. Alguien comentó que
Lula podría haber sido presidente para siempre. “No es un hombre, es un
mito”, sintetizó, y sin embargo Lula decidió dejar el poder como
corresponde sin siquiera evaluar artilugios para eternizarse en el
poder.
Machado no podía creer cuando se enteró de que en
Argentina los medios que no son oficialistas no reciben publicidad
oficial, directamente sonrió como quien se siente insultado en su
inteligencia cuando escuchó que aquí también se ha impuesto un cepo
publicitario para los privados que pudieran anunciar en diarios
autónomos del Gobierno.
La situación de Clarín fue el
hecho más llamativo para los asistentes. Tras los power point y las
formalidades de las presentaciones, los panelistas y el público en
general se solidarizaron explícitamente con los periodistas argentinos,
condenaron las persecuciones, las difamaciones, los aprietes, la
coacción.
Más allá de las consideraciones divergentes
relativas a las regulaciones sobre los medios, la coincidencia fue
absoluta en un punto: para construir no es necesario odiar, sino
dialogar.
Comentarios
Publicar un comentario