El 62% de los profesionales de la información creen que los nuevos canales de comunicación sociales han perjudicado a los medios tradicionales. Cierto. La web 2.0 ha puesto en tela de juicio el ‘’statu quo’ del periodismo, pero no ha disminuido la riqueza de la información que llega al ciudadano, que es de lo que se trata. El ciudadano está hoy más y mejor informado, pero el periodista se siente desubicado, dubitativo al pensar que dar el ‘sí quiero’ al periodismo participativo pueda significar divorciarse de las esencias de la profesión que le enseñaron en la Facultad.
Para mí esa duda parte de un error conceptual: La web 2.0, aceptar que nuestros lectores ya no son pasivos, no socava las esencias del periodismo, al revés: hace mejor las historias que contamos. Pero pese a ello, muchos periodistas ‘tradicionales’ muestran sus reticencias y las argumentan:
1. Internet no mantiene el mismo estándar de calidad que el periodismo tradicional.
2. La web 2.0 tiende al “todo vale”
3. Las redes conllevan rumorología y falso periodismo
4. Tienen poco rigor y poca fiabilidad.
5. Ofrecen una información sesgada y poco contrastada.
6. Suponen mayor carga de trabajo para los periodistas y han acelerado el ritmo de trabajo en las redacciones de toda la vida.
Es decir, en resumen, los periodistas ‘de toda la vida’ creen que los medios ‘de toda la vida’ son más fiables y rigurosos que la web 2.0, a la que achacan ser un nido de rumorología y del ‘todo vale’. Y claro, resulta una obviedad decir que muchas webs se llenan de rumores, son poco fiables, son sesgadas y practican el ‘todo vale’. Habría que preguntarse, sin embargo, si consideramos que todos los medios de comunicación tradicionales respetan los valores que los periodistas otorgamos a nuestra profesión. ¿Son todos ellos rigurosos, fiables, imparciales y de calidad? Probablemente pocos lectores responderían a esta pregunta con una afirmación. Porque practicar el ‘todo vale’, no contrastar las informaciones y dar pábulo a rumores son problemas de base de la comunicación desde que el ser humano se comunica.
Creo que es ahí, en las contradicciones de la propia profesión de comunicador, donde deberíamos centrar el debate. Web 2.0 sí; esencias del periodismo sí. Pero nada debe ser excluyente si los profesionales sabemos sacar el máximo partido de todas las propuestas y sabemos ser autocríticos con nosotros mismos y con los trabajos que hemos realizado hasta la fecha. En otras palabras, el periodismo arrastra desde hace tiempo una asignatura pendiente: la del autoanálisis y la reinvención. La web 2.0 se ha dedicado a subrayar esa necesidad de autocrítica. Reflexionemos, pues.
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