Intendente y promesa presidencial Sergio Massa con el Eikon 2002:
¿diplomado en comunicación?
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(Up Date Semanal de revista Imagen)
En octubre de 2002 un muy joven Sergio Massa,
por entonces jefe de la entidad previsional Anses, ganaba un premio Eikon por su
manejo de la crisis que trajo el default y la devaluación de ese año. Entre
otras soluciones a cómo pagarles a los jubilados en medio del feriado bancario
más extenso de la historia argentina, Massa acudió a las calesitas de los
barrios para congregar a los pasivos. También acudió a los medios para
difundirlo. Antes había ganado otro Eikon por su campaña atendiendo a viejitas
con problemas en sus jubilaciones desde los programas de radio de mayor
audiencia.
Desde hace semanas en la Argentina solo se habla de él: Sergio Massa (41), hoy alcalde del municipio bonaerense de Tigre. Pasan los días, se acercan las elecciones primarias obligatorias del 11 de agosto, y Massa no se “decide” si “jugar” o no como candidato a encabezar la lista de diputados en las elecciones legislativas del 27 de octubre por la provincia de Buenos Aires. Un día uno de sus aliados dice que mandará a su esposa, Malena, al frente. Otro sale y dice que irá otro intendente. Después sale otro a afirmar que será Massa en persona, y finalmente sale otro a decir que Massa no competirá con el gobierno kirchnerista, a pesar de que todas las encuestas lo dan como seguro ganador y, como candidato presidencial peronista para 2015, con amplísimas chances de convertirse en el primer mandatario más joven de la historia argentina.
¿Es una indefinición por dudas del resultado? ¿Del armado político? ¿Miedo a lo que la revista Noticias llamó “carpetazos” de los servicios de inteligencia con denuncias de presuntos negocios que podrían dañar su imagen? ¿O es la más brillante de las campañas de instalación mediática que le hayan hecho a un candidato en la historia argentina?
Néstor y Cristina Kirchner fueron los presidentes que mejor entendieron la trascendencia de los medios de comunicación para generar opinión pública favorable. Pero inventaron un “relato” de gestión más que una gestión real y creyeron que solo podían lograr consenso dominando completamente a los medios para que repitieran ese relato sin cuestionamientos. En caso de disenso, los medios debían ser comprados o destruidos. No debía haber ni resquicios para críticas en medios de difusión masiva.
Sergio Massa podría convertirse en el presidente que entienda que la mejor receta para tener buena imagen y obtener consenso es seduciéndolos y convenciéndolos.
Los periodistas y analistas políticos se debaten entre los que creen que Massa no se animará a enfrentar a la presidenta Cristina Kirchner en el territorio electoral más importante del país y los que creen que después de tanto alimentar su candidatura con alianzas de intendentes y líderes políticos ya no podrá dar marcha atrás. Las semana pasada inscribió su “sello” electoral, el Frente Renovador, y este jueves, sobre el filo del cierre, anunciará su candidatura con la que sacudirá el incierto panorama electoral de la Argentina. “El jueguito de mandar a uno a decir que se baja y a otro a confirmar su candidatura es para la gilada. No duda en presentarse”, dice uno de los políticos de la segunda línea que se alinearon con Massa y no tiene duda de que se presentará.
Mientras la presidenta Kirchner no encuentra un candidato potable para que el principal distrito le permita seguir soñando con la (cada vez más remota) posibilidad de reformar la Constitución para intentar mantener el poder, Massa podría alzarse con más del 40 por ciento de los votos y hacer una entrada triunfal en la Cámara de Diputados, donde sería dueño de un bloque inicial de no menos de una docena de legisladores, claves para mantener la gobernabilidad. Su discurso es el de un “no kirchnerista” que no es “antikirchnerista” “Somos el postkirchnerismo”, sintetiza Claudio Ambrosini, el brillante y fiel jefe de prensa y vocero que ayudó a Massa a lo largo de más de una década a convertirse en el político de mejor imagen de la Argentina con una fuerte impronta de ejecutividad.
Del trabajo de Ambrosini depende que, según la base de clipping de medios gráficos impresos de Reporte Informativo, el intendente de Tigre haya tenido en los últimos 30 días similar cantidad de menciones que la presidenta Cristina Kirchner: casi 1.300, contra poco más de 1.000 del gobernador bonaerense Daniel Scioli, cuando, computando todo el año, Cristina casi triplica a Massa con 37.000 contra 14.000 (lo que no sería tan mal resultado para el tigrense). Para comparar: el gobernador Scioli obtuvo solo 12.000 menciones en el año.
“Massa logró que los medios hablen de él, sin decir una palabra”, dice un massista de Capital. De hecho, los únicos comunicados y declaraciones oficiales de Massa que trascienden son referencias intrascendentes relacionados con su gestión municipal. De los graves acontecimientos nacionales o provinciales: ni mu.
El equipo de Massa se completa con el peruano-norteamericano Sergio Bendixen, que ayudó a Barack Obama a conseguir el voto latino, y el encuestador Hugo Haime, un especialista en candidatos peronistas y hasta ahora cercano a la Casa Rosada. Bendixen le recomienda a Massa que no se presente. Por lo menos eso es lo que trasciende. Otros opinan que los consejos de Bendixen en realidad son funcionales: le servirían a Massa como justificativo en caso de no “animarse”. El consultor extranjero sostiene que como diputado su imagen de “gestor” se diluiría rápidamente en el aburrido Congreso.
Pero Massa sabe que eso no es así. Ambrosini, un hombre que viene de haber trabajado con el ex gobernador Carlos Ruckauf, es un experto en posicionarlo en los medios. Cuentan periodistas que tiene incluso capuchones con los logos de los noticieros para mandarles videos a los canales de noticias. A él le debe en parte Massa el estar permanentemente bien posicionado a nivel nacional desde un municipio, rico, pero un municipio al fin. Ambrosini sabrá cómo llamar la atención de los medios a pesar de que Massa no quiere presentarse como el “líder de la oposición” a Cristina, sino como alternativa diferente pero no enfrentado.
Todas las encuestas dan cuenta de que Massa tiene un 60 por ciento de imagen positiva, un grado de desconocimiento nacional de menos de 30 por ciento y muchas alianzas políticas.
Además Massa, después de haber sumado a una veintena de intendentes bonaerenses clave que saltaron de las filas del kirchnerismo más otros que ya no estaban con los Kirchner, ya no los puede abandonar. Quedarían a merced de la vengativa Cristina Kirchner, que los trituraría quitándoles recursos e infiltrándolos con su temida organización La Cámpora. Sería el final para las aspiraciones presidenciales del de Tigre.
Además para Ambrosini, el hombre de PR de Massa, que el tigrense no se presente este jueves a dar batalla contra quien sea el candidato de Cristina Kirchner, el hombre del gobernador Scioli (que es Francisco De Narváez) y un eventual candidato del PRO más Margarita Stolbitzer (centroizquierda y radicalismo) sería una verdadera pesadilla desde el punto de vista mediático. “¿Cómo harían para explicar en los medios esa deserción después de tanta instalación, tantos amagues y tantos titubeos?”, dice un encuestador conocedor del mundo bonaerense. “Se produciría una masacre mediática, un verdadero massicidio”, dice jocoso el encuestador.
Por eso no habrá deserción. Massa será mañana, jueves, candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires y, lo más probable, es que ganará las elecciones. Para la presidenta Kirchner será un duro golpe. Sin embargo Massa no se presenta como antikirchnerista, por lo tanto sería una derrota menor comparada con un triunfo de Francisco De Narváez, que se lanza como el que le va a poner un “límite” a la líder populista. Con Massa, que todavía no fue hostigado por los servicios secretos, sindicalistas y militantes kirchneristas, la Presidenta podría acordar fácilmente una suerte de “pacto de armisticio” más fácilmente que con Scioli y De Narváez. Sobre todo teniendo en cuenta las muchas causas judiciales que podrían avanzar contra ella y algunos funcionarios.
Uno de los políticos peronistas que acompañan a Massa describe la situación electoral así: “El 30 por ciento es kirchnerista más o menos fanático, otro 30 por ciento es antikirchnerista igualmente fanático.
En el medio queda la porción más grande, de 40 por ciento, que no quiere votar más a Cristina, pero rescata algunas cosas de su gobierno. Massa capta a ese 40 por ciento más otros 10 puntos, en total, que saca de los dos extremos. Nadie tiene tanto caudal electoral”.
Si bien Massa tiene su origen político juvenil en la liberal UCD de Alvaro Alsogaray, entiende que “la mayoría de los argentinos no es republicanista”, dice el encuestador Hugo Haime. “Temas como seguridad jurídica, libertad de prensa, autoritarismo o división de poderes solo cuentan para la clase media que ya no es más mayoritaria. Para ganar con mayorías hay que hablarle al que piensa cómo va a comer al día siguiente”. Por eso su discurso (hoy solo habla de Tigre) no será tan diferente del kirchnerismo, aunque si su estilo. Pero nadie cree que Sergio Massa, que justamente saltó a la fama por haber tildado de “monstruo” a Néstor Kirchner en la embajada de Estados Unidos, sea un bolivariano estatista que pretenda continuar el camino de la destrucción de la iniciativa privada que inició Cristina Kirchner.
El mayor desafío de Massa será cómo sortear los “carpetazos” y aprietes que les lanzará Cristina Fernández de Kirchner no bien se sepa su candidatura. “La nota de tapa de la revista Noticias de esta semana fue positiva porque anticipa algunos de los flancos por los que podrían atacar y a la vez los desactiva”, dice el encuestador.
Lo cierto es que el equipo de PR de Massa está por aceptar el mayor reto: desafiar el poder de Cristina Kirchner y a la vez declararse “no opositor” para calmar a la Presidenta y que su ira descontrolada o un eventual pánico a perder el poder no terminen llevando al país a un barranco de confrontaciones. El premio: la presidencia de la Argentina en 2015.
Desde hace semanas en la Argentina solo se habla de él: Sergio Massa (41), hoy alcalde del municipio bonaerense de Tigre. Pasan los días, se acercan las elecciones primarias obligatorias del 11 de agosto, y Massa no se “decide” si “jugar” o no como candidato a encabezar la lista de diputados en las elecciones legislativas del 27 de octubre por la provincia de Buenos Aires. Un día uno de sus aliados dice que mandará a su esposa, Malena, al frente. Otro sale y dice que irá otro intendente. Después sale otro a afirmar que será Massa en persona, y finalmente sale otro a decir que Massa no competirá con el gobierno kirchnerista, a pesar de que todas las encuestas lo dan como seguro ganador y, como candidato presidencial peronista para 2015, con amplísimas chances de convertirse en el primer mandatario más joven de la historia argentina.
¿Es una indefinición por dudas del resultado? ¿Del armado político? ¿Miedo a lo que la revista Noticias llamó “carpetazos” de los servicios de inteligencia con denuncias de presuntos negocios que podrían dañar su imagen? ¿O es la más brillante de las campañas de instalación mediática que le hayan hecho a un candidato en la historia argentina?
Néstor y Cristina Kirchner fueron los presidentes que mejor entendieron la trascendencia de los medios de comunicación para generar opinión pública favorable. Pero inventaron un “relato” de gestión más que una gestión real y creyeron que solo podían lograr consenso dominando completamente a los medios para que repitieran ese relato sin cuestionamientos. En caso de disenso, los medios debían ser comprados o destruidos. No debía haber ni resquicios para críticas en medios de difusión masiva.
Sergio Massa podría convertirse en el presidente que entienda que la mejor receta para tener buena imagen y obtener consenso es seduciéndolos y convenciéndolos.
Los periodistas y analistas políticos se debaten entre los que creen que Massa no se animará a enfrentar a la presidenta Cristina Kirchner en el territorio electoral más importante del país y los que creen que después de tanto alimentar su candidatura con alianzas de intendentes y líderes políticos ya no podrá dar marcha atrás. Las semana pasada inscribió su “sello” electoral, el Frente Renovador, y este jueves, sobre el filo del cierre, anunciará su candidatura con la que sacudirá el incierto panorama electoral de la Argentina. “El jueguito de mandar a uno a decir que se baja y a otro a confirmar su candidatura es para la gilada. No duda en presentarse”, dice uno de los políticos de la segunda línea que se alinearon con Massa y no tiene duda de que se presentará.
Mientras la presidenta Kirchner no encuentra un candidato potable para que el principal distrito le permita seguir soñando con la (cada vez más remota) posibilidad de reformar la Constitución para intentar mantener el poder, Massa podría alzarse con más del 40 por ciento de los votos y hacer una entrada triunfal en la Cámara de Diputados, donde sería dueño de un bloque inicial de no menos de una docena de legisladores, claves para mantener la gobernabilidad. Su discurso es el de un “no kirchnerista” que no es “antikirchnerista” “Somos el postkirchnerismo”, sintetiza Claudio Ambrosini, el brillante y fiel jefe de prensa y vocero que ayudó a Massa a lo largo de más de una década a convertirse en el político de mejor imagen de la Argentina con una fuerte impronta de ejecutividad.
Del trabajo de Ambrosini depende que, según la base de clipping de medios gráficos impresos de Reporte Informativo, el intendente de Tigre haya tenido en los últimos 30 días similar cantidad de menciones que la presidenta Cristina Kirchner: casi 1.300, contra poco más de 1.000 del gobernador bonaerense Daniel Scioli, cuando, computando todo el año, Cristina casi triplica a Massa con 37.000 contra 14.000 (lo que no sería tan mal resultado para el tigrense). Para comparar: el gobernador Scioli obtuvo solo 12.000 menciones en el año.
“Massa logró que los medios hablen de él, sin decir una palabra”, dice un massista de Capital. De hecho, los únicos comunicados y declaraciones oficiales de Massa que trascienden son referencias intrascendentes relacionados con su gestión municipal. De los graves acontecimientos nacionales o provinciales: ni mu.
El equipo de Massa se completa con el peruano-norteamericano Sergio Bendixen, que ayudó a Barack Obama a conseguir el voto latino, y el encuestador Hugo Haime, un especialista en candidatos peronistas y hasta ahora cercano a la Casa Rosada. Bendixen le recomienda a Massa que no se presente. Por lo menos eso es lo que trasciende. Otros opinan que los consejos de Bendixen en realidad son funcionales: le servirían a Massa como justificativo en caso de no “animarse”. El consultor extranjero sostiene que como diputado su imagen de “gestor” se diluiría rápidamente en el aburrido Congreso.
Pero Massa sabe que eso no es así. Ambrosini, un hombre que viene de haber trabajado con el ex gobernador Carlos Ruckauf, es un experto en posicionarlo en los medios. Cuentan periodistas que tiene incluso capuchones con los logos de los noticieros para mandarles videos a los canales de noticias. A él le debe en parte Massa el estar permanentemente bien posicionado a nivel nacional desde un municipio, rico, pero un municipio al fin. Ambrosini sabrá cómo llamar la atención de los medios a pesar de que Massa no quiere presentarse como el “líder de la oposición” a Cristina, sino como alternativa diferente pero no enfrentado.
Todas las encuestas dan cuenta de que Massa tiene un 60 por ciento de imagen positiva, un grado de desconocimiento nacional de menos de 30 por ciento y muchas alianzas políticas.
Además Massa, después de haber sumado a una veintena de intendentes bonaerenses clave que saltaron de las filas del kirchnerismo más otros que ya no estaban con los Kirchner, ya no los puede abandonar. Quedarían a merced de la vengativa Cristina Kirchner, que los trituraría quitándoles recursos e infiltrándolos con su temida organización La Cámpora. Sería el final para las aspiraciones presidenciales del de Tigre.
Además para Ambrosini, el hombre de PR de Massa, que el tigrense no se presente este jueves a dar batalla contra quien sea el candidato de Cristina Kirchner, el hombre del gobernador Scioli (que es Francisco De Narváez) y un eventual candidato del PRO más Margarita Stolbitzer (centroizquierda y radicalismo) sería una verdadera pesadilla desde el punto de vista mediático. “¿Cómo harían para explicar en los medios esa deserción después de tanta instalación, tantos amagues y tantos titubeos?”, dice un encuestador conocedor del mundo bonaerense. “Se produciría una masacre mediática, un verdadero massicidio”, dice jocoso el encuestador.
Por eso no habrá deserción. Massa será mañana, jueves, candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires y, lo más probable, es que ganará las elecciones. Para la presidenta Kirchner será un duro golpe. Sin embargo Massa no se presenta como antikirchnerista, por lo tanto sería una derrota menor comparada con un triunfo de Francisco De Narváez, que se lanza como el que le va a poner un “límite” a la líder populista. Con Massa, que todavía no fue hostigado por los servicios secretos, sindicalistas y militantes kirchneristas, la Presidenta podría acordar fácilmente una suerte de “pacto de armisticio” más fácilmente que con Scioli y De Narváez. Sobre todo teniendo en cuenta las muchas causas judiciales que podrían avanzar contra ella y algunos funcionarios.
Uno de los políticos peronistas que acompañan a Massa describe la situación electoral así: “El 30 por ciento es kirchnerista más o menos fanático, otro 30 por ciento es antikirchnerista igualmente fanático.
En el medio queda la porción más grande, de 40 por ciento, que no quiere votar más a Cristina, pero rescata algunas cosas de su gobierno. Massa capta a ese 40 por ciento más otros 10 puntos, en total, que saca de los dos extremos. Nadie tiene tanto caudal electoral”.
Si bien Massa tiene su origen político juvenil en la liberal UCD de Alvaro Alsogaray, entiende que “la mayoría de los argentinos no es republicanista”, dice el encuestador Hugo Haime. “Temas como seguridad jurídica, libertad de prensa, autoritarismo o división de poderes solo cuentan para la clase media que ya no es más mayoritaria. Para ganar con mayorías hay que hablarle al que piensa cómo va a comer al día siguiente”. Por eso su discurso (hoy solo habla de Tigre) no será tan diferente del kirchnerismo, aunque si su estilo. Pero nadie cree que Sergio Massa, que justamente saltó a la fama por haber tildado de “monstruo” a Néstor Kirchner en la embajada de Estados Unidos, sea un bolivariano estatista que pretenda continuar el camino de la destrucción de la iniciativa privada que inició Cristina Kirchner.
El mayor desafío de Massa será cómo sortear los “carpetazos” y aprietes que les lanzará Cristina Fernández de Kirchner no bien se sepa su candidatura. “La nota de tapa de la revista Noticias de esta semana fue positiva porque anticipa algunos de los flancos por los que podrían atacar y a la vez los desactiva”, dice el encuestador.
Lo cierto es que el equipo de PR de Massa está por aceptar el mayor reto: desafiar el poder de Cristina Kirchner y a la vez declararse “no opositor” para calmar a la Presidenta y que su ira descontrolada o un eventual pánico a perder el poder no terminen llevando al país a un barranco de confrontaciones. El premio: la presidencia de la Argentina en 2015.
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