Publicado en Strat-Cons Blog
Mientras que en muchas instituciones alrededor del mundo el plagio es una falta grave, en la universidad más importante de América Latina no se considera siquiera su existencia en su legislación interna.
¿Qué señal está enviando la UNAM con esto?
En algún momento de los años 80s, acompañé a mi primo a hacer su mudanza de 2º año en el dormitorio de Loyola Marymount University.
Entre las múltiples cosas que éste “sophomore” había acumulado, había un folleto que hablaba sobre “deshonestidad académica”. El folleto en cuestión, estaba destinado a normar las reglas de comportamiento ético de los estudiantes de LMU y en él se hablaba sobre el plagio, entre otras muestras de deshonestidad. Eran mediados de los 80s y LMU dejaba muy clara su posición sobre lo que no se permitía al tomar ideas, conceptos o trabajos de otros autores (externos, profesores o estudiantes) y hacerlos propios. La versión actual del Código de Honor y Deshonestidad Académica de LMU se puede encontrar AQUÍ.
La semana pasada, el escritor mexicano Sealtiel Alatriste y quien fungía como Coordinador de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), renunció a su cargo y al recientemente otorgado premio “Xavier Villaurrutia”, tras verse envuelto en una gran polémica por plagiar contenido literario de otros autores en sus obras. Los antecedentes de este escándalo se pueden encontrar AQUÍ y AQUÍ.
No vamos a analizar en este texto el caso del o los plagios de Alatriste específicamente, sino un elemento particular que que ha sido soslayado: La ausencia de un Código de Honor en la UNAM que penalice o siquiera mencione el plagio.
Cuando sentimos que somos inmunes.
Entre algunos los diferentes columnistas que han hecho mención del caso Alatriste como Zaid, Sheridan o Silva-Herzog Márquez, se ha hecho mención sobre el inexplicable mutismo del rector José Narro en todo este asunto.
No es solamente que Alatriste fuera un alto funcionario de la UNAM a cargo de la difusión cultural de la universidad más importante de Latinoamérica y plagiara en sus obras; sino el hecho de que en esa institución, el plagio, realizado en cualquiera de los niveles de su comunidad, sea tácitamente admisible.
¿Qué señal está enviando la UNAM con esto? ¿Que el robar la obra de otro autor es legal o por lo menos, aceptable? ¿Que nuestra condición de “unameños” nos dota de algún tipo de patente de corzo para plagiar? ¿Que para efectos de su legislación, a la UNAM le es más importante la actividad política de sus estudiantes que la ética, honor y el profesionalismo?
Revisando toda la legislación interna de la UNAM, no logramos encontrar una sola mención al plagio o a la existencia de un código de ética o de honor para los estudiantes o alguno de los miembros de la comunidad universitaria.
¿Por qué no existe una reglamentación al respecto?
El historiador Alejandro Rosas me comenta en Twitter: “Porque partimos del hecho, quizás ingenuamente, de que quienes somos miembros de la UNAM somos personas honorables y honestas”.
Rosas puede tener razón; sin embargo, el pensar que quienes forman el Consejo Universitario piensan que los cientos de miles de estudiantes de las diferentes escuelas de la UNAM se comportan de forma honesta y que no es necesario regular la creación de millones de tesis, trabajos de investigación, publicaciones originales, trabajos finales o simples tareas de clase, por que el ser unameños nos hace ungidos de honestidad es -como dice Rosas- ingenuo.
Y es aquí donde existe una responsabilidad imputable al Rector Narro (si no ¿a quién?): El que, en febrero del 2012 y tras el ruido que durante meses ha causado este caso, aún no se hable de la necesidad de penalizar el plagio dentro de la UNAM.
Semejante carencia no es meramente anecdótica. Personalmente pienso que es el resultado de no dar la ponderación adecuada a una serie de valores como la honestidad, la ética y el profesionalismo. ¿De verdad queremos formar y titular profesionales para quienes estos valores no cuentan?
Me preocuparía mucho que la posición de la UNAM fuera que: el alumno debe aprender de ética en su casa y no durante su formación profesional en la universidad.
¿Qué sucede en otras universidades?
El plagio no es un tema menor en otras instituciones de prestigio en el mundo, tal y como lo mostramos con LMU.
En el caso de Harvard, son muy explícitos y claros en lo que se refiere al plagio en su documento Harvard Guide to Using Sources. El documento muestra sistemáticamente el como se deben citar las obras en un trabajo, qué constituye plagio y cómo se debe de dar crédito al autor original.
El Instituto Tecnológico de Monterrey (ITESM) se toma muy en serio la deshonestidad académica y hace firmar a sus alumnos, documentos que los comprometen a no plagiar. Una muestra de ellos se puede encontrar AQUÍ.
La prestigiada Johns Hopkins University en Maryland manifiesta claramente tener “cero tolerancia” ante el plagio y lo dejan claramente establecido en este sitio.
En estos tres casos, la deshonestidad académica es tomanda muy en serio y es penalizada; y con ello se logran dos cosas:
1) El alumnado (y los profesores) se forman con toda claridad en los los parámetros y lineamientos de lo que constituye una cita bibliográfica y el manejo de fuentes.
2) Se establece con claridad el valor de honestidad en el profesional.
¿Está realmente la UNAM persiguiendo alguno de estos dos puntos? ¿Se establecerán mecanismos para evaluar el plagio y eventualmente la formación de una Comisión de Honor que atienda este tema en la UNAM? ¿El Rector Narro o permanecerá silente?
No es un movimiento contra la UNAM
Quizá el mayor de los los desatinos ha sido el alegar que los comentarios de diferentes columnistas sobre el caso, representa un ataque o campaña contra la UNAM.
Rolando Cordera, profesor emérito y opinador en medios, ha señalado “críticas furibundas” contra esa universidad en donde -dice- se hecha por la borda toda su labor, en “juicios sumarios”.
No es posible pensar que señalar una carencia tan grande como la de una reglamentación que prevenga el plagio o la ausencia total de una posición oficial por parte del Rector, se considere un ataque a la UNAM en su totalidad.
Como egresado de la UNAM, me gusta ser reconocido como un profesional serio, ético y capaz y me desagradaría sí, que se se me ligara a una institución que no ha logrado establecer el honor como uno de sus principios. Es por ello que pienso que es un excelente tiempo para que se hable del problema; y el plagio o la posibilidad de plagio sean ya erradicados del espectro universitario.
Al final del día la universidad más grande de Latinoamérica merece ser recordada por lo que hace y no por lo que carece.
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