En "Ciruela Comunicación" (Caracas, Venezuela)
Aunque parezca increíble, en estos inicios del siglo XXI algunos políticos (también empresas e instituciones) todavía prefieren vivir al margen del cambio tecnológico, de la evolución de la comunicación en la web 2.0.
Si bien entran en las redes sociales (abren cuentas en Facebook o Twitter, por ejemplo) lamentablemente no siempre lo hacen con la mentalidad 2.0: de dialogar, compartir, de generar contenidos no ya para sino con los usuarios o seguidores.
Es verdad: no es fácil romper con viejos hábitos o esquemas de trabajo. Pero cuando no lo haces defraudas las expectativas de usuarios o seguidores, quienes esperamos conversar, debatir, proponer, criticar, compartir y, como no, reconocer el trabajo realizado.
En definitiva, tú, yo y todos nosotros coincidimos en que las redes sociales son espacios que deben usarse para favorecer el debate, la comunicación (bidireccional) y la participación, así como para agrupar a personas que tienen un interés común (generar comunidad) y difundir información o conocimientos.
Cabría preguntarles entonces ¿por qué optan por tener presencia en las redes sociales, si sólo se quedan en un eterno monólogo y autoalabanza, y no dejan entrar la crítica?
Antes que perder, la presencia consistente y permanente en estas redes ofrece una oportunidad para ganar nuevos públicos, fidelizar a nuestros simpatizantes, enriquecer nuestra visión y comunicar en tiempo real información y conocimientos. ¿Cómo? Haciendo uso de un lenguaje cercano y familiar, dando visibilidad a la aportaciones valiosas, siendo rápido y oportuno en las respuestas, mostrando apertura y transparencia y aceptando la crítica, por ejemplo.
Carmen Beatriz Fernández, consultora política, sostiene en su libro Ciberpolítica que “la interacción es la más valiosa de las potencialidades de Internet que el político debe aprovechar tanto para oír como para hacerse oír”.
Aún más: “Un político que pertenece al nuevo milenio, independientemente de si se trata de un parlamentario nacional, regional o de un concejal de un municipio rural, considera Internet como una herramienta comunicacional prioritaria y estratégica que le permite tener una comunicación transparente, participativa, amplia y satisfactoria con aquellos a quienes representa”, afirma Fernández.
Pero en Twitter, por ejemplo, no es común encontrar políticos de esta especie. Al menos aquí, en Caracas.
Y es que la semana pasada opté por enviar un tweet al Alcalde del municipio Sucre, Carlos Ocariz, solicitándole poner fin a lo que considero es un abuso contra los peatones que ocurre en una de las avenidas principales de la localidad, donde kioscos, ventas ambulantes y líneas de taxi y autobus ocupan la acera y no permiten caminar. Pero nada. Ninguna respuesta. Ni siquiera una promesa (buena parte del país se encuentra inmerso en una campaña política para las elecciones del 12 de febrero). Esta semana insistí en mi petición. Igual: nada de nada.
Sin embargo, hoy mi sorpresa es mayúscula. ¿Por qué? Porque resulta que, al igual que a Ocariz, al resto de los alcaldes de los municipios que comparten la ciudad de Caracas tampoco parecen interesarles las contribuciones de sus seguidores.
En esta red de microblogging los alcaldes de Baruta, Chacao, El Hatillo y Libertador, es decir, Gerardo Blyde, Emilio Graterón, Myriam Do Nascimento y Jorge Rodríguez, respectivamente, consumen los 140 caracteres anunciando que “¡Seguimos avanzando!”, llamando a “¡Todos a votar!” , informando que “Hoy estuvimos con vecinos de Manzanares, ahora en Asamblea en Terrazas del Club Hípico”; señalando que estamos “Con los consejos comunales de Caracas, entregando recursos”; advirtiendo que “Mientras otros hablan y prometen, nosotros cumplimos” o que “He publicado 8 fotos en Facebook en el albúm Caminata de cierre de campaña en Los Teques” y que “En minutos estaré en el programa de televisión X”, por citar algunos ejemplos.
Sin embargo, vayan dos aclaratorias: recientemente, Emilio Graterón, sin miedo a la crítica, respondió a una de sus seguidoras ¡LUEGO DE 5 DÍAS!. Se trata de una joven que decidió escribirle un tweet al día, bajo la etiqueta #ParameGrateron, solicitándo al alcalde mayor seguridad en su zona de residencia. La otra: aunque igualmente tímido, Jorge Rodríguez parecía ser un poco más ágil que su colega de Chacao en las contadas respuestas que ofrecía a sus seguidores, pero, vaya sorpresa, lleva sin tuitear desde !DICIEMBRE DEL AÑO PASADO¡.
Es cierto: seguimos experimentando y aprendiendo dentro de las redes sociales, pero, ¿acaso ya no es hora de contar con políticos con mentalidad 2.0 aquí, en Caracas?
Si bien entran en las redes sociales (abren cuentas en Facebook o Twitter, por ejemplo) lamentablemente no siempre lo hacen con la mentalidad 2.0: de dialogar, compartir, de generar contenidos no ya para sino con los usuarios o seguidores.
Es verdad: no es fácil romper con viejos hábitos o esquemas de trabajo. Pero cuando no lo haces defraudas las expectativas de usuarios o seguidores, quienes esperamos conversar, debatir, proponer, criticar, compartir y, como no, reconocer el trabajo realizado.
En definitiva, tú, yo y todos nosotros coincidimos en que las redes sociales son espacios que deben usarse para favorecer el debate, la comunicación (bidireccional) y la participación, así como para agrupar a personas que tienen un interés común (generar comunidad) y difundir información o conocimientos.
Cabría preguntarles entonces ¿por qué optan por tener presencia en las redes sociales, si sólo se quedan en un eterno monólogo y autoalabanza, y no dejan entrar la crítica?
Antes que perder, la presencia consistente y permanente en estas redes ofrece una oportunidad para ganar nuevos públicos, fidelizar a nuestros simpatizantes, enriquecer nuestra visión y comunicar en tiempo real información y conocimientos. ¿Cómo? Haciendo uso de un lenguaje cercano y familiar, dando visibilidad a la aportaciones valiosas, siendo rápido y oportuno en las respuestas, mostrando apertura y transparencia y aceptando la crítica, por ejemplo.
Carmen Beatriz Fernández, consultora política, sostiene en su libro Ciberpolítica que “la interacción es la más valiosa de las potencialidades de Internet que el político debe aprovechar tanto para oír como para hacerse oír”.
Aún más: “Un político que pertenece al nuevo milenio, independientemente de si se trata de un parlamentario nacional, regional o de un concejal de un municipio rural, considera Internet como una herramienta comunicacional prioritaria y estratégica que le permite tener una comunicación transparente, participativa, amplia y satisfactoria con aquellos a quienes representa”, afirma Fernández.
Pero en Twitter, por ejemplo, no es común encontrar políticos de esta especie. Al menos aquí, en Caracas.
Y es que la semana pasada opté por enviar un tweet al Alcalde del municipio Sucre, Carlos Ocariz, solicitándole poner fin a lo que considero es un abuso contra los peatones que ocurre en una de las avenidas principales de la localidad, donde kioscos, ventas ambulantes y líneas de taxi y autobus ocupan la acera y no permiten caminar. Pero nada. Ninguna respuesta. Ni siquiera una promesa (buena parte del país se encuentra inmerso en una campaña política para las elecciones del 12 de febrero). Esta semana insistí en mi petición. Igual: nada de nada.
Sin embargo, hoy mi sorpresa es mayúscula. ¿Por qué? Porque resulta que, al igual que a Ocariz, al resto de los alcaldes de los municipios que comparten la ciudad de Caracas tampoco parecen interesarles las contribuciones de sus seguidores.
En esta red de microblogging los alcaldes de Baruta, Chacao, El Hatillo y Libertador, es decir, Gerardo Blyde, Emilio Graterón, Myriam Do Nascimento y Jorge Rodríguez, respectivamente, consumen los 140 caracteres anunciando que “¡Seguimos avanzando!”, llamando a “¡Todos a votar!” , informando que “Hoy estuvimos con vecinos de Manzanares, ahora en Asamblea en Terrazas del Club Hípico”; señalando que estamos “Con los consejos comunales de Caracas, entregando recursos”; advirtiendo que “Mientras otros hablan y prometen, nosotros cumplimos” o que “He publicado 8 fotos en Facebook en el albúm Caminata de cierre de campaña en Los Teques” y que “En minutos estaré en el programa de televisión X”, por citar algunos ejemplos.
Sin embargo, vayan dos aclaratorias: recientemente, Emilio Graterón, sin miedo a la crítica, respondió a una de sus seguidoras ¡LUEGO DE 5 DÍAS!. Se trata de una joven que decidió escribirle un tweet al día, bajo la etiqueta #ParameGrateron, solicitándo al alcalde mayor seguridad en su zona de residencia. La otra: aunque igualmente tímido, Jorge Rodríguez parecía ser un poco más ágil que su colega de Chacao en las contadas respuestas que ofrecía a sus seguidores, pero, vaya sorpresa, lleva sin tuitear desde !DICIEMBRE DEL AÑO PASADO¡.
Es cierto: seguimos experimentando y aprendiendo dentro de las redes sociales, pero, ¿acaso ya no es hora de contar con políticos con mentalidad 2.0 aquí, en Caracas?
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