En "La Colifata", festejaron con una emisión especial: "rompió el cerco del gueto", dijo su fundador.
Por María Pagano, en "La Nación"
A estas prácticas se han plegado en la ciudad el Hospital Italiano de Buenos Aires, el de San Justo, el Rivadavia y el Fernández que forman parte de la Red Global de Hospitales Verdes y Saludables. En todo el país , Red Global reúne a once entidades, y en América latina agrupa a más de 150 organizaciones.
El pionero fue el Hospital Rivadavia, en Las Heras y Sánchez de Bustamante. "Fuimos los primeros en eliminar el uso de termómetros de mercurio, pero no fue tan sencillo", explicó a LA NACION Luis Somaruga, jefe del Servicio de Neonatología del hospital y vocal del Consejo de Administración de Salud sin Daño para América Latina.
"Es que el instrumental que utiliza mercurio es famoso por su precisión y no es tan fácil introducir cambios. Hicimos un estudio en donde demostramos que los termómetros digitales son confiables", agregó Somaruga.
La iniciativa de crear la red internacional de hospitales fue de la ONG Salud Sin Daño. "Hay que entender que estamos expuestos a muchos tóxicos todo el tiempo. Aunque la enfermedad a veces se relacione con lo inmediato hay que comprender que estas sustancias con las que tenemos contacto se acumulan en el cuerpo y en 10 o 20 años pueden aparecer los efectos", explica María Della Rodolfa, médica responsable del Programas de Salud sin Daño para América latina.
La red de hospitales propone un decálogo de acciones entre los que se encuentran el tratamiento de residuos, el ahorro de energía y la eliminación y reemplazo de sustancias químicas. Lo que se pide a los establecimientos miembros es que al menos, cada año, comience a trabajarse en dos de estos propósitos.
Por caso en el Rivadavia ahora se está realizando una prueba piloto para reemplazar el glutaraldehído, que se utiliza para desinfectar el instrumental médico. Los investigadores hallaron el ácido peracético para poder hacerlo. También se intenta reemplazar los materiales que contengan ftalatos, que se desprende de los materiales con PVC. Hoy, por ejemplo, la mayoría de las intubaciones se realiza con silicona.
"La intención es eliminar sustancias tóxicas para los trabajadores y para las personas que vienen a atenderse. Cada práctica es comunicada al gobierno que apoya esta iniciativa", indicó Eduardo Fernández Rostello, director del Hospital Rivadavia.
"Es hora de pensar otra manera de encarar la relación entre la salud y el medio ambiente. Ya no hay dudas de que hay factores ambientales que son claros determinantes de la salud, que influyen sobre las enfermedades y los padecimientos de la población. Es hora entonces también de que el sector salud se involucre activamente en las cuestiones ambientales de un modo que ayude a prevenir esas enfermedades y que traccione a la sociedad hacia un modelo que promueva un ambiente más saludable", indicó Verónica Odriozola, coordinadora regional de Salud sin Daño para América Latina.
El Hospital Italiano es otra de las instituciones que forma parte de la red, que en todo el país reúne a 11 entidades. "Empezamos a trabajar en el 2009. Tenemos una Comisión de Salud y Ambiente y también un área de investigación y un programa de salud y ambiente multidisciplinario. Entendemos que hay un cambio cultural y nosotros tenemos que acompañarlo. El primer proyecto, que implicó un cambio en la infraestructura fue la eliminación de las placas radiográficas. Las imágenes son digitales y sólo se imprimen, en papel, a pedido. Los afiliados de nuestro plan de salud pueden acceder a ellas a través de su historia clínica, que también es electrónica", contó Natalia Pereiro socióloga, integrante de la comisión de Salud y Ambiente del Italiano
En San Justo, el Hospital Italiano suma a todas estas prácticas sustentables, una huerta de una hectárea dentro de su predio. "Lo más destacado de nuestra huerta es que se conforma una red con la Facultad de Agronomía de la Universidad de Morón y con el INTA. En este espacio participan 41 participantes huerteros de la zona que el año pasado obtuvieron 19.000 kilos de hortalizas", sostuvo Jorge Lavalle que agregó que además hay cursos y talleres para toda la comunidad.
El tratamiento de los residuos es un capítulo importante para los establecimientos de salud. Por caso en el Hospital Fernández se hace un seguimiento especial de los residuos peligrosos y para evitar el acopio semanalmente se retira todo lo que se recolecta.
El Rivadavia y el Italiano también hacen separación de residuos. En este último hay incluso disposición diferenciada en el origen en reciclables y no reciclables. Y también hay un tratamiento especial para los medicamentos vencidos y para aquellos elementos como los tubos fluorescentes o lamparitas que deben ser tratados como residuos especiales por su contenido de mercurio y fósforo.
Pionero en el ámbito de los medios alternativos, el proyecto radial del Hospital Borda, La Colifata, cumplió 22 años. Desde su origen, La Colifata construyó un puente entre el adentro y el afuera de los muros del Borda. Su aniversario representa un éxito comunicacional que nadie, ni los propios internos, pudo imaginar.
El pasado miércoles 2, ese ritual festejó su aniversario número 22 con una transmisión especial desde los patios del hospital, con la participación de la radio Rock & Pop y un show de la banda Illya Kuryaki. Fue la ocasión ideal para revivir los comienzos del proyecto.
En sus orígenes, según recordó Alfredo Olivera, su fundador, La Colifata surgió como una columna especial para una FM comunitaria. Los internos se pasaban un grabador y el cassette se enviaba a la radio. Después recibían otro, con los comentarios y preguntas de los oyentes. "Se invertían los roles, y los pacientes se convertían en oyentes. Contaban su modo de ver el mundo; era una dinámica de ida y vuelta", contó Olivera, quien también recordó que el nombre La Colifata resultó de una propuesta de los oyentes.
Al principio, la radio funcionó como un diálogo en diferido a través de cassettes. Un día, dos oyentes les donaron una antena de 1 watt, que emitía a 100 metros a la redonda. Y más tarde, tras una oportuna llamada al programa de televisión Sorpresa y media , que conducía Julián Weich, el Comando Sorpresa les trajo una antena de mayor alcance, que es la que hasta hoy funciona en los techos del Borda. El resto del equipo lo aportó un grupo de donantes particulares, incluido el "móvil colifato", un Citroën verde que hoy se puede ver estacionado en la entrada del hospital.
Otro de los presentes en los festejos fue el conductor radial Lalo Mir. Entre varias anécdotas, recordó la de Gaspar, un interno del Borda que ya había salido, pero que una y otra vez regresaba a visitar a sus amigos hospitalizados. "Vuelvo porque el cemento del afuera es más duro que el de adentro", fue la explicación de Gaspar, según contó Lalo Mir.
Por el programa especial del miércoles también pasaron Julio y Eber, uno de los primeros movileros, quien recordó haber conocido el mar gracias a La Colifata. Julio, otro de los "colifatos", recordó un programa junto a la actriz Soledad Villamil y otros cinco internos de Open Door a punto de salir de la colonia neuropsiquiátrica para ir a una casa de medio camino. "Fue una nota preciosa que nunca me voy a olvidar", contó Julio.
En diálogo con LA NACION, Cristian Ruggeri, de 35 años, que está internado desde 2008 y participa con un microprograma de entretenimiento y política, explicó que lo mejor del proyecto es la "libre expresión sin censura" y que, para él, es "terapéutico". "Me ayudó a expresar lo que tenía adentro", agregó. En la emisión del miércoles opinó a favor de la "desmanicomialización", es decir, por "el cumplimiento de las leyes 448 de la ciudad y la ley nacional 26.657: internaciones breves; que el paciente pueda elegir de manera consensuada la medicación, y más reinserción familiar, laboral y social".
En efecto, muchos de los murales que dan al patio, pintados por los internos, dicen: "Puentes donde hay muros"; "Que el miedo a la locura no baje las banderas de la imaginación", y "En un mundo de locos estar cuerdo es una locura". Otros, más recientes, rememoran los episodios de la represión de meses atrás, en los que intervino la Policía Metropolitana. A pocos metros del pasto raleado y las veredas de cemento del patio, las obras en el taller protegido número 19, donde el gobierno de la ciudad pretendía instalar un centro cívico, siguen paradas.
Para Alfredo Olivera, la permanencia del proyecto durante estos 22 años responde a varios factores. "Desde el inicio no fue pensado como entretenimiento ni como un espectáculo, sino en lo interesante que podía decir una persona internada y su modo particular de ver el mundo desde el encierro. No era gente que quería parecerse a una radio normal, sino adultos cuestionándose sobre la vida, y eso le dio una potencia comunicacional increíble", explicó Olivera. El fundador destacó además que La Colifata "ayudó a mucha gente a salir de la internación" y "que pudieran gestionar su vida de manera autónoma". "Se rompió el cerco del gueto a través de la inclusión social", sintetizó. Mientras contestaba, los "colifatos" se le acercaban para saludarlo y pedirle que los dejara hablar en el programa especial en vivo que, una vez más, los tendría como protagonistas.
Por María Pagano, en "La Nación"
Desterrar el uso del mercurio en termómetros y
tensiómetros, cambiar las tradicionales placas radiográficas por
imágenes digitalizadas, separar los residuos e incluir una huerta en el
predio del hospital son algunas de las nuevas prácticas médicas que
buscan que los hospitales sean más sustentables.
A estas prácticas se han plegado en la ciudad el Hospital Italiano de Buenos Aires, el de San Justo, el Rivadavia y el Fernández que forman parte de la Red Global de Hospitales Verdes y Saludables. En todo el país , Red Global reúne a once entidades, y en América latina agrupa a más de 150 organizaciones.
El pionero fue el Hospital Rivadavia, en Las Heras y Sánchez de Bustamante. "Fuimos los primeros en eliminar el uso de termómetros de mercurio, pero no fue tan sencillo", explicó a LA NACION Luis Somaruga, jefe del Servicio de Neonatología del hospital y vocal del Consejo de Administración de Salud sin Daño para América Latina.
"Es que el instrumental que utiliza mercurio es famoso por su precisión y no es tan fácil introducir cambios. Hicimos un estudio en donde demostramos que los termómetros digitales son confiables", agregó Somaruga.
Hoy la Ciudad de Buenos Aires e incluso el Ministerio
de Salud de la Nación han adoptado esta práctica, pero hace seis años no
era tan común.
La iniciativa de crear la red internacional de hospitales fue de la ONG Salud Sin Daño. "Hay que entender que estamos expuestos a muchos tóxicos todo el tiempo. Aunque la enfermedad a veces se relacione con lo inmediato hay que comprender que estas sustancias con las que tenemos contacto se acumulan en el cuerpo y en 10 o 20 años pueden aparecer los efectos", explica María Della Rodolfa, médica responsable del Programas de Salud sin Daño para América latina.
La red de hospitales propone un decálogo de acciones entre los que se encuentran el tratamiento de residuos, el ahorro de energía y la eliminación y reemplazo de sustancias químicas. Lo que se pide a los establecimientos miembros es que al menos, cada año, comience a trabajarse en dos de estos propósitos.
Por caso en el Rivadavia ahora se está realizando una prueba piloto para reemplazar el glutaraldehído, que se utiliza para desinfectar el instrumental médico. Los investigadores hallaron el ácido peracético para poder hacerlo. También se intenta reemplazar los materiales que contengan ftalatos, que se desprende de los materiales con PVC. Hoy, por ejemplo, la mayoría de las intubaciones se realiza con silicona.
"La intención es eliminar sustancias tóxicas para los trabajadores y para las personas que vienen a atenderse. Cada práctica es comunicada al gobierno que apoya esta iniciativa", indicó Eduardo Fernández Rostello, director del Hospital Rivadavia.
"Es hora de pensar otra manera de encarar la relación entre la salud y el medio ambiente. Ya no hay dudas de que hay factores ambientales que son claros determinantes de la salud, que influyen sobre las enfermedades y los padecimientos de la población. Es hora entonces también de que el sector salud se involucre activamente en las cuestiones ambientales de un modo que ayude a prevenir esas enfermedades y que traccione a la sociedad hacia un modelo que promueva un ambiente más saludable", indicó Verónica Odriozola, coordinadora regional de Salud sin Daño para América Latina.
El Hospital Italiano es otra de las instituciones que forma parte de la red, que en todo el país reúne a 11 entidades. "Empezamos a trabajar en el 2009. Tenemos una Comisión de Salud y Ambiente y también un área de investigación y un programa de salud y ambiente multidisciplinario. Entendemos que hay un cambio cultural y nosotros tenemos que acompañarlo. El primer proyecto, que implicó un cambio en la infraestructura fue la eliminación de las placas radiográficas. Las imágenes son digitales y sólo se imprimen, en papel, a pedido. Los afiliados de nuestro plan de salud pueden acceder a ellas a través de su historia clínica, que también es electrónica", contó Natalia Pereiro socióloga, integrante de la comisión de Salud y Ambiente del Italiano
En San Justo, el Hospital Italiano suma a todas estas prácticas sustentables, una huerta de una hectárea dentro de su predio. "Lo más destacado de nuestra huerta es que se conforma una red con la Facultad de Agronomía de la Universidad de Morón y con el INTA. En este espacio participan 41 participantes huerteros de la zona que el año pasado obtuvieron 19.000 kilos de hortalizas", sostuvo Jorge Lavalle que agregó que además hay cursos y talleres para toda la comunidad.
El tratamiento de los residuos es un capítulo importante para los establecimientos de salud. Por caso en el Hospital Fernández se hace un seguimiento especial de los residuos peligrosos y para evitar el acopio semanalmente se retira todo lo que se recolecta.
El Rivadavia y el Italiano también hacen separación de residuos. En este último hay incluso disposición diferenciada en el origen en reciclables y no reciclables. Y también hay un tratamiento especial para los medicamentos vencidos y para aquellos elementos como los tubos fluorescentes o lamparitas que deben ser tratados como residuos especiales por su contenido de mercurio y fósforo.
Pionero en el ámbito de los medios alternativos, el proyecto radial del Hospital Borda, La Colifata, cumplió 22 años. Desde su origen, La Colifata construyó un puente entre el adentro y el afuera de los muros del Borda. Su aniversario representa un éxito comunicacional que nadie, ni los propios internos, pudo imaginar.
Cada tarde de sábado, entre las 14 y las 18, los
internos se sientan en semicírculo en uno de los patios del
neuropsiquiátrico y, junto a un grupo de invitados, comparten sus
vivencias y charlan sobre política, deportes y espectáculos. El
resultado es el programa de radio.
El pasado miércoles 2, ese ritual festejó su aniversario número 22 con una transmisión especial desde los patios del hospital, con la participación de la radio Rock & Pop y un show de la banda Illya Kuryaki. Fue la ocasión ideal para revivir los comienzos del proyecto.
En sus orígenes, según recordó Alfredo Olivera, su fundador, La Colifata surgió como una columna especial para una FM comunitaria. Los internos se pasaban un grabador y el cassette se enviaba a la radio. Después recibían otro, con los comentarios y preguntas de los oyentes. "Se invertían los roles, y los pacientes se convertían en oyentes. Contaban su modo de ver el mundo; era una dinámica de ida y vuelta", contó Olivera, quien también recordó que el nombre La Colifata resultó de una propuesta de los oyentes.
Al principio, la radio funcionó como un diálogo en diferido a través de cassettes. Un día, dos oyentes les donaron una antena de 1 watt, que emitía a 100 metros a la redonda. Y más tarde, tras una oportuna llamada al programa de televisión Sorpresa y media , que conducía Julián Weich, el Comando Sorpresa les trajo una antena de mayor alcance, que es la que hasta hoy funciona en los techos del Borda. El resto del equipo lo aportó un grupo de donantes particulares, incluido el "móvil colifato", un Citroën verde que hoy se puede ver estacionado en la entrada del hospital.
Otro de los presentes en los festejos fue el conductor radial Lalo Mir. Entre varias anécdotas, recordó la de Gaspar, un interno del Borda que ya había salido, pero que una y otra vez regresaba a visitar a sus amigos hospitalizados. "Vuelvo porque el cemento del afuera es más duro que el de adentro", fue la explicación de Gaspar, según contó Lalo Mir.
Por el programa especial del miércoles también pasaron Julio y Eber, uno de los primeros movileros, quien recordó haber conocido el mar gracias a La Colifata. Julio, otro de los "colifatos", recordó un programa junto a la actriz Soledad Villamil y otros cinco internos de Open Door a punto de salir de la colonia neuropsiquiátrica para ir a una casa de medio camino. "Fue una nota preciosa que nunca me voy a olvidar", contó Julio.
En diálogo con LA NACION, Cristian Ruggeri, de 35 años, que está internado desde 2008 y participa con un microprograma de entretenimiento y política, explicó que lo mejor del proyecto es la "libre expresión sin censura" y que, para él, es "terapéutico". "Me ayudó a expresar lo que tenía adentro", agregó. En la emisión del miércoles opinó a favor de la "desmanicomialización", es decir, por "el cumplimiento de las leyes 448 de la ciudad y la ley nacional 26.657: internaciones breves; que el paciente pueda elegir de manera consensuada la medicación, y más reinserción familiar, laboral y social".
En efecto, muchos de los murales que dan al patio, pintados por los internos, dicen: "Puentes donde hay muros"; "Que el miedo a la locura no baje las banderas de la imaginación", y "En un mundo de locos estar cuerdo es una locura". Otros, más recientes, rememoran los episodios de la represión de meses atrás, en los que intervino la Policía Metropolitana. A pocos metros del pasto raleado y las veredas de cemento del patio, las obras en el taller protegido número 19, donde el gobierno de la ciudad pretendía instalar un centro cívico, siguen paradas.
Para Alfredo Olivera, la permanencia del proyecto durante estos 22 años responde a varios factores. "Desde el inicio no fue pensado como entretenimiento ni como un espectáculo, sino en lo interesante que podía decir una persona internada y su modo particular de ver el mundo desde el encierro. No era gente que quería parecerse a una radio normal, sino adultos cuestionándose sobre la vida, y eso le dio una potencia comunicacional increíble", explicó Olivera. El fundador destacó además que La Colifata "ayudó a mucha gente a salir de la internación" y "que pudieran gestionar su vida de manera autónoma". "Se rompió el cerco del gueto a través de la inclusión social", sintetizó. Mientras contestaba, los "colifatos" se le acercaban para saludarlo y pedirle que los dejara hablar en el programa especial en vivo que, una vez más, los tendría como protagonistas.
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