Las dos cosas.
Internet y la telefonía móvil se acercaron tanto a nuestro trabajo que debimos cuidar que no nos siguieran a casa. Pero el computador se hizo diminuto y se metió en el teléfono, entonces el trabajo pasó a caber en un bolsillo.
Con la oficina móvil resultó natural que el escritorio, el jefe y los compañeros estuvieran siempre a mano. Hoy, el correo y el chat siguen presentando beneficios impresionantes cuando estamos lejos de nuestro destinatario, pero la inercia también nos lleva a usarlos cuando estamos a sólo un escritorio de distancia. En el inicio del siglo XXI parecemos protagonistas del siglo XXV; a veces muy adelantados, como en Viaje a las Estrellas,[3] donde las distancias siderales ya no son problema; otras veces parecemos un tanto atrasados, como en Wall-E,[4] donde para relacionarse, los personajes sólo usan una pantalla y ya no se miran a los ojos.
¿Cómo tomar lo mejor de la tecnología y de la esencia humana para potenciar la comunicación en el trabajo? ¿Qué puede hacerse?
Siete cosas.
2) Capitalizar las quejas
3) Ordenar la emisión
4) Narrar con significado
5) Ofrecer la palabra
6) Medir los logros
7) ¿Y el cuadro de resultados?
Una última cosa.
En 1990 la Comunicación Internaera una especialidad poco reconocida y prácticamente
pasaba inadvertida como indicador de satisfacción laboral. Para los
empleados era un tema de relativa importancia y para las organizaciones
estaba lejos de ser una prioridad.
En 2010 la Comunicación Internallegó a ser “la principal toxina laboral de las empresas hispanas”[1] y
un tema acuciante en las organizaciones de todo el mundo. Hoy, la
mayoría de los empleados la señalan como un flagelo del clima laboral y
es en un tema de alta prioridad para los directivos organizacionales. En
veinte años creció el problema y la disciplina. ¿Qué sucedió en el
medio?
Muchas cosas.
A partir de 1990 se aceleró el proceso de globalización económica[2]
y el trabajo humano empezó a tener importantes cambios. Un ejemplo fue
el crecimiento de fusiones y adquisiciones empresarias. Sin cambiar de
escritorio o de fábrica, de jefe o de compañeros, muchas veces cambiamos
de empresa. Otro cartel, otra marca, aparecía, de un año para el otro,
en la fachada de nuestra oficina o planta industrial. De una época donde
las carteleras nos pedían “ponernos la camiseta” pasamos a otra en la
que nos solicitaban que aprendamos a “sacárnosla rápido” para ponernos
una nueva.
Crecieron las regionalizaciones, los productos, los idiomas y hasta
la cantidad de jefes. Hablando en otra lengua, apareció “el jefe a
distancia”, a través de una cercana pantalla. Y fue tan cercana que “el
jefe local”, a pesar de estar en el mismo piso, también tuvo que
adoptarla para no quedar lejos nuestro.
Internet y la telefonía móvil se acercaron tanto a nuestro trabajo que debimos cuidar que no nos siguieran a casa. Pero el computador se hizo diminuto y se metió en el teléfono, entonces el trabajo pasó a caber en un bolsillo.
Con la oficina móvil resultó natural que el escritorio, el jefe y los compañeros estuvieran siempre a mano. Hoy, el correo y el chat siguen presentando beneficios impresionantes cuando estamos lejos de nuestro destinatario, pero la inercia también nos lleva a usarlos cuando estamos a sólo un escritorio de distancia. En el inicio del siglo XXI parecemos protagonistas del siglo XXV; a veces muy adelantados, como en Viaje a las Estrellas,[3] donde las distancias siderales ya no son problema; otras veces parecemos un tanto atrasados, como en Wall-E,[4] donde para relacionarse, los personajes sólo usan una pantalla y ya no se miran a los ojos.
¿Cómo tomar lo mejor de la tecnología y de la esencia humana para potenciar la comunicación en el trabajo? ¿Qué puede hacerse?
Siete cosas.
El libro “Comunicación Interna enla Práctica” resume en siete
premisas la gestión qué hacen las empresas que logran comunicaciones
laborales fluidas y potentes. Recoge prácticas destacadas en
organizaciones de Hispanoamérica, Brasil, España, EEUU e Inglaterra.
Muestra cómo directivos, comunicadores y trabajadores han sabido generar
un diálogo creciente, sin dejar de lado la tecnología ni perder de
vista las metas económicas. Muestra cómo estos actores han aprendido a
escuchar en las crisis, a atender el rumor y a dialogar con el enojo o
el temor hasta transformarlo en valentía. Cómo sus jefes han aprendido a
ofrecer la palabra y a narrar con significado. Cómo sus comunicadores
miden las frases dichas y no dichas, más allá de la encuesta de clima,
hasta lograr demostrar el impacto que la comunicación interna tiene en
el cuadro de resultados.
Con mucho trabajo y tino, y sin dejar de lado los maravillosos
adelantos tecnológicos, estas organizaciones han generado también un
maravilloso retorno a las fuentes de la comunicación humana. Con
premisas comunes, simples, ordinarias, están logrando de manera
extraordinaria potenciar la motivación humana y los resultados
económicos. Y lo mejor de todo, sus principales logros pueden resumirse
en siete premisas:
1) Escuchar primero
Las empresas que hoy logran efectividad comunicacional son aquellas
que en primer lugar escuchan a sus empleados. Saben que Comunicación no
es sólo emitir. Utilizan sistemas integrados para monitorear
todos los mensajes que se generan dentro de la organización haciendo
aportes concretos a las tres dimensiones de la comunicación interna:
institucional, interpersonal e intrapersonal.
2) Capitalizar las quejas
La escucha integrada aporta indicadores numéricos de comunicación
formal e informal que cuales permiten descifrar códigos ocultos del
rumor. Así, la energía negativa de las quejas puede revertirse y
capitalizarse. Existen casos donde se les permitió a los trabajadores
reclamar durante una hora en un focus group sin contradecirlos, y cuando
volvieron al trabajo, por decisión propia, aumentaron la producción de
toda la semana.
3) Ordenar la emisión
La escucha previa y la interpretación de la queja ayudan a ordenar la
emisión en cantidad y calidad. En este paso las organizaciones muestran
cómo evitar la superproducción de mensajes en medios electrónicos. Las
prácticas destacadas logran equilibrar los mensajes escritos con los orales sumando a emisores claves, como directivos, mandos intermedios, sindicato y líderes informales de la organización.
4) Narrar con significado
El orden en la emisión propicia mayor sentido laboral. Ese sentido es técnicamente comunicacional, puesto que constituye el significado por
el cual cada colaborador trabaja. Las empresas que le facilitan
herramientas para narrar con significado encienden el fuego de la
motivación y aumentan el sentido de todos los mensajes. Los casos
destacados muestran logros incluso en instancias donde los líderes deben
emitir mensajes delicados o malas noticias.
5) Ofrecer la palabra
Una comunicación interna integrada requiere asegurar conversaciones con los trabajadores. Los
casos de éxito suman a la información escrita, que genera
“conocimiento” (racional), el diálogo presencial que produce
“compromiso” (motivacional). El “saber” y el “sentir” producen un “hacer”
alineado. Al ofrecerle la palabra a los trabajadores toda la
comunicación interna crece; “razones” y “motivos” se potencian con
“acciones” sinérgicas.
6) Medir los logros
Volver a escuchar es imprescindible para asegurar el proceso
evolutivo de las comunicaciones. Las prácticas exitosas aplican aquí, el
mismo instrumento de escucha que aplicaron en la primera premisa. Esto
otorga varias ventajas: comparar resultados, medir avances, corregir
desvíos y abaratar costos. Medir de nuevo hace que la estrategia
equilibre la “escucha” con la “emisión”.
7) ¿Y el cuadro de resultados?
Las organizaciones mejor comunicadas no escatiman en asignar recursos
a la gestión de comunicación interna. Pero tampoco dejan de preguntarse
por el impacto que esa inversión tuvo en su economía. Con casos de
estudio, comunicadores y financistas, demuestran los beneficios
económicos concretos que una
estrategia integrada de comunicación interna le genera a la empresa.
estrategia integrada de comunicación interna le genera a la empresa.
Una última cosa.
Quizásla Comunicación Internahaya crecido mucho como problema,
pero también evolucionó poderosamente como disciplina. Y en ese proceso,
la mejor premisa siempre fue la apertura al aprendizaje y la
proactividad frente al problema.
Por Manuel Tessi
www.manueltessi.com – Autor de Comunicación Interna en la práctica (Ediciones Granica 2012)
[2] Entre marzo de 1990 y diciembre de 1991 se produce la disolución de la Unión Soviética, lo que marca el fin de la Guerra Fría. Ese evento genera un fuerte impulso en la globalización económica.
[3] Viaje a las estrellas. Serie televisiva creada en 1966 -y luego recreada en cine- que relata capítulos de ficción espacial entre los años 2063 y 2379.
[4] Wall-E. Película de ficción recreada en el año 2805. Es un filme de animación producido por Pixar Animation Studios.
fuente foto: comunicacioninternaperu.blogspot.com
fuente foto: comunicacioninternaperu.blogspot.com
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