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Pagas, luego existo. La muerte lenta del periodismo



La muerte del periodismo 

La gente no entiende que es imposible recibir una información de calidad sin pagar por ella. Acude a las páginas Web y se olvida del papel. Lo hace, especialmente porque es gratis y más cómodo, aunque con ello repercuta directamente en la calidad de la información que recibe.

El papel, sin embargo, se adapta. Crea fórmulas que permitan recibir el periódico en formato digital y cobrarlo en la cuenta del cliente a un precio ligeramente menor. Pero la comodidad no es el asunto. El asesino es el dinero. ¿Por qué voy a obtener información pagando si la puedo obtener gratis?

Y en esa encrucijada están los medios de comunicación actuales. Si el lector no paga, el medio en cuestión tendrá que recurrir a empresas y organismos que lo patrocinen y financien su trabajo. Ello supone, indiscutiblemente, una fuente de ingresos menor, porque la suma del pago de los lectores siempre es mayor que la de los ingresos publicitarios. Además, si un medio está financiado por empresas y entidades que forman parte de la sociedad, su información siempre estará sesgada. ¿Cómo va uno a ofrecer cualquier información que pueda perjudicar los intereses de aquellos que garantizan su existencia?

              No se trata de las nuevas tecnologías, de la crisis económica o del metano que emiten las vacas. La crisis actual del periodismo reside en que el lector ha decidido prescindir de una información de calidad en beneficio de la marca blanca. De páginas que no pagan a sus redactores, de redactores que no están en el lugar de la noticia, sino desde su casa leyendo Twitter. ¿Cómo va un medio a pagar a un redactor en cada punto cardinal si no tiene una fuente de ingresos que lo permita? ¿Cómo va un periodista a contar una noticia desde el salón de su casa? ¿Cómo va a existir un periodismo de calidad si no estamos dispuestos a pagar por él?

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