Propaganda política / La estrategia oficial
Por Pablo Sirvén | LA NACION
Su
libro trata sobre cuestiones que sucedieron hace más de medio siglo.
Sin embargo, cada vez hay más gente que quiere leerlo y, por eso, este
mes saldrá su quinta edición.
El inventor del peronismo, que lleva por subtítulo
"Raúl Apold, el cerebro oculto que cambió la política argentina", y que
editó Planeta, es una investigación minuciosa que le demandó dos años de
trabajo a la periodista Silvia Mercado. Trata sobre esa figura tan
paradigmática, y paradójicamente tan poco conocida, que diseñó la imagen
y las estrategias iniciales de comunicación del movimiento político más
popular de la Argentina.
Silvia Mercado es columnista de política y medios en el programa Vuelo de Regreso, que conduce Román Lejtman, por FM Milenium. Se desempeña como docente de grado y maestría en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora y es experta en comunicación institucional pública y privada.
Por medio de lo que Mercado define como "la percepción aumentada", Apold magnificó la "gesta" del 17 de octubre y llevó a grados de exaltación y mito la enfermedad y muerte de Eva Perón. Esa huella sobrevivió hasta nuestros días.
Pero la avidez actual por El inventor del peronismo no obedecería tanto a un afán de la gente por conocer hechos remotos sino por descubrir en esa trama una inspiración directa en los precisos movimientos de pinzas que el kirchnerismo viene desplegando sobre los medios y los periodistas, en particular desde el conflicto con el campo, en 2008.
Mercado lo sabe. "Yo también -reconoce- veo cosas parecidas. Me impacta cómo en ambas épocas se tomó la decisión de utilizar recursos del Estado para cooptar artistas, intelectuales y periodistas respaldándolos económicamente, pero a cambio de condicionar sus contenidos y a manera de contraprestación."
La autora de uno de los libros más vendidos de este año señala que ahora "el objetivo es que haya un discurso único. Por eso cuando aparecen voces distintas, como las de Ricardo Darín, Eliseo Subiela o Juan José Campanella, se encienden las luces y todo ese aparato se vuelve en contra".
El inventor del peronismo comienza con una anécdota muy poco conocida: la visita que le hizo a Néstor Kirchner, a fines de marzo de 2008, un viejo dirigente bonaerense, cuya identidad Mercado mantiene en estricta reserva. Si bien el ex presidente había implementado en sus tiempos de gobernador en Santa Cruz una política de total sojuzgamiento a los medios de su provincia, hasta entonces no había tratado de implementar una operación similar sobre la prensa nacional. Es como si aquella visita, que le recordó en detalle los servicios prestados por Raúl Apold a la difusión de la causa peronista magnificándola, lo hubiese terminado de decidir para lanzar su propia ofensiva contra los medios que su esposa, la actual Presidenta, potenció al máximo.
"Sin embargo -advierte Mercado-, el relato kirchnerista tiene menos sustentabilidad que el del peronismo original porque hoy al estar tan democratizada la tecnología hay posibilidades de producir contenidos por fuera del aparato del Estado, algo que era imposible en aquella época, en la que durante nueve años, y hasta después del bombardeo de 1955, no fue posible escuchar la voz de ningún opositor".
- Aquel peronismo nos legó una iconografía entrañable que hoy en día sigue fascinando. ¿Qué va a dejar el kirchnerismo?
-Hay jóvenes generaciones que nacieron a la política
emotivamente con la muerte de Néstor Kirchner. Es una huella en la
historia de sus vidas. Pero la gran diferencia está en que aunque a
pesar de que hoy los diarios son relativamente menos importantes que
entonces en relación con el mundo de los medios, siguen sirviendo para
contrastar ese discurso único que pretende imponer el Gobierno. En
cambio, en aquella época, como el papel lo manejaba y lo distribuía el
Gobierno, los periódicos debían autocensurarse. Por eso me parece muy
importante que la fábrica de papel permanezca en manos privadas para que
tengan más independencia y sustentabilidad empresaria.
-Hoy no existe un Apold que concentre todas esas estrategias en una sola persona, pero ¿en qué figuras se reconocen partes de él?
-Hoy la comunicación es más compleja: el control del
papel lo ejerce Guillermo Moreno; el de las ondas de radio y TV, Martín
Sabbatella, pero el control del relato lo lleva Juan Manuel Abal Medina.
Cómo será la importancia que le da el Gobierno al relato que dispone
que sea el jefe de Gabinete el encargado muchas veces de orientar la
redacción de cables de la agencia Télam y hasta de ciertos zócalos de la
TV oficial. Pero hay varios más: Tristán Bauer [titular de Radio y
Televisión Argentina], Liliana Mazure [presidenta del Incaa], Jorge
Coscia [secretario de Cultura], hasta Julio De Vido [ministro de
Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios], que dijo hace
unos días que iban a seguir contratando artistas. Es muy importante
también Javier Grosman, gran escenógrafo y reggiseur nacional y popular
de los actos kirchneristas, con un estilo muy creativo que empatiza
tanto con quien los mira por TV desde su casa como para quienes deciden
concurrir. Tampoco hay que olvidar a Diego Gvirtz [productor de 6,7,8] y
personajes menores que también hacen su aporte como Claudio Villarruel y
Bernarda Llorente [responsables de Radio Del Plata y de 360 TV].
-¿Había en tiempos de Apold lo que hoy se denomina "periodistas militantes"?
-La mayoría hacía su trabajo profesional, pero casi
nadie era militante. Eso también sucede ahora. Hay mucha gente que
trabaja para el kirchnerismo que no lo es necesariamente. Los que
entonces expresaron mayor incondicionalidad fueron los primeros en
traicionar al peronismo.
-El primer peronismo compraba los medios de una manera bastante formal, pero no lo publicaba en el Boletín Oficial. El kirchnerismo apela más a empresarios amigos como moneda de cambio para otros negocios.
-Alea [la corporación que reunía en los 50 gran
cantidad de medios absorbidos por el gobierno] no era una empresa
formalmente del Estado. Estuvo primero a cargo del ex presidente del
Banco Central Miguel Miranda y después del gobernador bonaerense Carlos
Aloé, que funcionaron como testaferros de Perón, así como hoy C5N y
Radio 10 son de Cristóbal López, o Radio Del Plata, de
Electroingeniería, pero responden al Gobierno. La publicidad oficial,
entonces y ahora, funcionan como gran domesticadora.
-¿Por qué tienen tan poco impacto los medios oficialistas?
-Es que cuando intervienen en los contenidos terminan
frustrando las mejores intenciones. Le pasó a Luis César Amadori, con El
grito sagrado en esos tiempos, y a Paula De Luque, en éstos, con su
película sobre Néstor Kirchner. Dos bodrios. En todas las sociedades
democráticas los medios son la voz de los otros, no del poder.
- Entonces y ahora el Gobierno eligió como enemigo N° 1 al periodismo, que justamente no compite en las elecciones.
- Es que los medios no son actores políticos, sino
sociales. Para funcionar tienen que estar bien hechos y deben lograr
empatía con los sectores que pretendan representar. No digo que no
tengan intereses, pero deben contar con un capital simbólico que exceda
largamente el interés económico. Debaten en otro registro, que no es el
del poder real.
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