Ir al contenido principal

¿Deben los comunicadores ser apolíticos?

Por Vicente Fernánde de Bobadilla, en "La Vida Alrededor"

????????????????????????????

Mi modesta cuenta de Twitter ha sufrido esta semana dos fuertes sacudidas, por motivos bien distintos.


El primero fueron los numerosos retuits y felicitaciones que recibí como respuesta a la publicación del post anterior (muchísimas gracias a todos, por cierto), y que atribuyo, más que a la calidad en sí del texto a su oportunidad por tocar un tema de plena actualidad en el mundillo de la comunicación. Otra consecuencia de la publicación fue que mi número de seguidores se incrementó de manera notable (en proporción, que uno tampoco es Justin Biener), cosa que siempre es de agradecer, y que he procurado corresponder como mejor he podido.

La segunda sacudida se ha producido por motivos personales.

Verán: a raíz del reciente golpe de estado en Egipto, el diario El Mundo ha adoptado una postura editorial de justificación (al menos, en principio) del mismo, aduciendo la falta de cultura democrática del país, (cito: “la democracia no sólo consiste en poder elegir a los gobernantes sino que además es una cultura que necesita un arraigo y unas condiciones que no se dan en la antigua tierra de los faraones”). Esta es una opinión bastante extendida, no crean, y cuenta con defensores tan respetables como el periodista y analista político Robert D. Kaplan, que la ha sostenido en varios de sus libros. Pero yo no estoy nada de acuerdo con ella, menos habiendo nacido en un país que abunda en ejemplos de cómo los golpes militares se sabe cuándo empiezan, pero nunca cuándo (ni cómo) acaban. Así que esta mañana publiqué en mi cuenta el siguiente tuit:

“El diario de @pedroj_ramirez justifica los golpes militares contra la democracia si sirven para defender la libertad. De momento, en Egipto”

Hay que decir que el tuit no tuvo ninguna repercusión, con lo que me olvidé de él y seguí con mis cosas.  

Hasta última hora de la mañana, donde el propio Pedro J. Ramírez lo retuiteó a sus 178.942 seguidores. Desde entonces, he vuelto a vivir mucha interacción, con más retuits y comentarios que, o bien aprovechaban para criticarme a mí (ningún insulto, lo que es de agradecer) o para meterse con Pedro J. Todo lo cual no habría pasado de ser otra cosa que uno de los breves nubarrones que en Twitter se condensan y se aclaran con idéntica celeridad. Pero yo no podía dejar de pensar en cómo me afectaría.

Déjenme que les cuente un secreto a voces: las polémicas en Twitter no te aportan seguidores nuevos. Incluso te los pueden quitar. Mis nuevos seguidores procedían en su totalidad del mundo de la comunicación ¿cuántos de ellos serían lectores habituales de El Mundo, cuántos fans de pedro J. Ramírez, cuántos no estarían de acuerdo con mi tuit y, sobre todo, cuántos habrían comenzado a seguirme pensando en encontrar abundante información sobre agencias, RR PP, contenidos y márketing inbound, para toparse con política y chistes malos?

Había dejado que me pudiese mi parte de periodista. Los periodistas tuitean de otra manera. Sobre lo divino y lo humano, lanzando su opinión sin miedo a los cuatro vientos, y además sazonando los tuits con la dosis de ingenio y mala leche que les permita garantizarse una amplia repercusión. Cabe preguntarse si un profesional de la comunicación puede hacer lo mismo, o si debe mantener sus redes lo más políticamente neutrales posible para que un tuit desafortunado no le termine costando no ya seguidores, sino algo peor: clientes.

Por supuesto, hay maneras de evitar este tipo de conflictos: las más habituales son, o bien mantener dos cuentas, una dedicada al ámbito profesional y otra al personal, o bien, sencillamente, aguantarse las ganas y callarse más cosas de las que se escriben. También está la tercera, que es lanzarse a la piscina y tuitear sobre cualquier cosa, pero no parece la mejor solución si se utilizan las redes sociales como proyección de la imagen profesional de uno.

Este mismo día, me he encontrado con otra noticia curiosa, esta publicada por la agencia de noticias Sinc: un equipo de investigadores del Imperial College de Londres ha desarrollado un algoritmo que les permite determinar si detrás de una cuenta de Twitter hay una persona, una empresa o un bot. Yo creo, sinceramente, que no hay gente apolítica, y que nuestras ideas y la manera de expresarlas son una parte imprescindible de nuestro retrato como seres humanos. Pero puede que no todos lo vean así, y no sólo en el sector de las RR PP. No hay que olvidar que un pensamiento expresado por escrito parece tener más radicalidad que dicho en un tono normal, deformando la imagen de quien lo expresa. Puede que la imagen más conveniente que debamos proyectar sea la de un bot aséptico y neutral, que se reserva las ideologías para el ámbito 1:0. Que, como decía más o menos otro periodista, Jesús Pardo, se deja la personalidad en la puerta y vuelve a ponérsela en cuanto acabe la jornada laboral.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La semana de los Trolls

Por  "laaprendiz " (Bolg propio)     Un troll es la peor pesadilla de un community manager. Si no sabes gestionarlo, te puede arruinar tu reputación profesional y la de la marca que gestionas. Por ese motivo, he decidido dedicar esta semana a esas criaturas que pueblan nuestros territorios y nos amenazan. Así pues, desenvainad las espadas, pulid vuestros yelmos y encomendaros a vuestros dioses.  ¡Bienvenidos a la semana de los trolls! Aspecto de un troll Un troll no debe confundirse, en un primer momento, con un usuario enfadado o molesto con la marca que gestionamos. La principal característica de un troll es que nunca será aplacado con una respuesta satisfactoria en forma de disculpa o solución a un problema . ¡Para nada! Sus principales características son: Provocador. Va a intentar por todos los medios provocar el enfrentamiento con el community manager o con otros usuarios a través de sus comentarios. Y ni que decir tiene que sus

Encuesta exclusiva: los 5 temas que más alimentan la "grieta" en Argentina

  Un estudio analizó la conversación en Twitter en los últimos cinco años. Sólo Brasil supera a nuestro país en polarización. Emilia Vexler, en "Clarín".- El concepto de "grieta" es aplicable a casi todo en Argentina. Hace tiempo que dejó de pertenecer al mundo de la política, ya es parte de la conversación social. Pero en las redes la polarización está en su ecosistema natural. Se mueve como quiere en el discurso público. Se repite. Se multiplica. En un estudio llamado The Hidden Drug (La droga oculta), realizado por la compañía de consultoría de comunicación y marketing digital LLYC, se identifican los temas más calientes y se hace foco en el poder adictivo de la polarización. El informe bucea en las redes sociales para explicar la evolución de este fenómeno en Argentina en los últimos cinco años, al igual que sucede en Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Estados Unidos, España, México, Panamá, Perú, Portugal y República Dominicana. La referencia es la conversación

Radiografía del consumo de medios de los jóvenes en Argentina

Publicado en "TotalMedios" “Los jóvenes, un público exigente”, es el título de la nueva investigación del departamento de research de Anunciar. Entre las conclusiones: son grandes consumidores de internet y televisión. Y utilizan de manera indistinta estos medios para entretenerse e informarse. El departamento de research de  Anunciar  desarrolló una investigación sobre el consumo de medios de los jóvenes en Argentina. Entre las conclusiones: son grandes consumidores de internet y televisión y utilizan de manera indistinta estos medios para entretenerse e informarse. El cuidado del medio ambiente y la equidad de género son temáticas instaladas en la sociedad y los jóvenes no son ajenos a ellos. Se diferencian en el interés por la vida social. Además tienen alta afinidad a las redes sociales y a los servicios de streaming como Netflix y Spotify. Los jóvenes acceden a diarios en busca de información. Los jóvenes son influenciados por la publicidad prin