El ego puede ser un asesino del desempeño y un espantador del talento.
Es pusilánime [alma pequeña] aquel cuyo círculo de interés y compromiso es pequeño, tan pequeño que sólo se interesa por él mismo y sólo está comprometido con aportarse valor a sí mismo.
Es magnánime [alma grande] aquel cuyo círculo de interés y compromiso es grande, y se extiende, incluyéndose a si mismo pero trascendiéndose a si mismo, hasta sumar cada vez a más “otros” en su corazón.
No es dejándose de lado a uno mismo como crecemos en nuestra capacidad de influenciar constructivamente nuestros ámbitos de trabajo o comunidades. No es dejándo de amarme el camino para amarte que quiero seguir. Es justamente porque me amo bien que soy capaz de amarte mejor. Y aquello que te hago habla de mí y me lo hago.
Agape implica asumir el compromiso de colaborar al bienestar y desarrollo de un círculo cada vez más grande de seres, incluyéndome, no excluyéndome. Después de todo, uno de los mejores regalos que le podemos dar a quienes amamos es brindarles nuestra paz y felicidad más plena.
Es con este sentido que publico a continuación el artículo que gentilmente Horacio Mazzini escribió para Puerto Managers, como un excelente gatillo reflexivo sobre las consecuencias personales de vivir como un pusilánime. Quien hace sólo de sí mismo el círculo de su existencia, sin sumar a otros, se convierte, a la larga o a la corta, en fuente de sufrimiento e inefectividad para sí mismo, presentando a quienes lo rodean desconfianza, inefectividad y malestar innecesarios.
Nos dice Horacio trayendo este gran tema:
Usualmente hablamos del ego como defecto, es decir, visto desde los demás, pero hay otro ángulo para ver el tema: los precios que paga el propio egoísta por ser tal.
Para él, el ego es la ventana a partir del cual mira el Mundo, lo cual de por sí, le provoca consecuencias diferenciales al resto de las personas:
- Para empezar, el egoísta gasta una enorme energía en mantener un “escudo protector”, y un estado de permanente vigilia sobre todo y todos los que lo rodean, para detectar cualquier comentario, rumor, u opinión que ose cuestionar la posición de privilegio en la que el mismo se ha colocado.
- Por ende, está siempre atento a lo que digan los demás, de modo de poder contrarrestar cualquier amenaza a su primacía, y conjurarla rápidamente.
- Dado que el ego sólo se brinda a sí mismo, genera relaciones puramente superficiales con los demás, usualmente por interés, ya que la gente genuinamente le huye.
- Como no reconoce sus errores, debe soportar sus equivocaciones sin dar el brazo a torcer, lo cual le genera el desgaste adicional de sostener como bueno ante los demás algo que no lo es.
- Asimismo, privilegiarse por sobre resto, genera resentimientos y facturas prolijamente guardadas que le serán pasadas en el momento propicio.
- Finalmente, al ser una persona auto-referencial que prioriza su enfoque por sobre todo, se pierde toda posibilidad de aprendizaje.
En síntesis, quien hace del ego el centro de su vida, vive mal, y vive sólo, tratando de entender porqué este Mundo incomprensible no le da el lugar que se merece por sobre todos nosotros los simples mortales.
Por Andrés Ubierna.
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