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“¡Silencio!”: de un consultor de asuntos públicos a empresarios argentinos ante la confiscación de YPF




Consultor Starke: “Lo bien que hacen los empresarios en mantenerse en silencio”
“Los empresarios se mantienen en silencio, y lo bien que hacen”, sentenció el consultor empresario y experto en Asuntos Públicos Roberto Starke, de la consultora Infomedia Consulting, sobre el llamativo silencio de prácticamente todos los representantes del empresariado argentino ante el inesperado giro al chavismo que dio el gobierno argentino de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner con la confiscación cuasi militar de la petrolera YPF a la española Repsol.

“Me parece que los empresarios hoy están un poco desorientados. Estas cosas los desorientan y los pone ante una serie de interrogantes que no saben bien cómo responder y por eso se mantienen en silencio, y lo bien que hacen en mantenerse en silencio”, dijo el hombre de consulta en public affairs de muchas de las grandes corporaciones empresarias de la Argentina en La Hora de Maquiavelo, el programa sobre comunicación política y empresaria que conduce Diego Dillenberger (canal Metro, domingo 22 horas).

Luego de la confiscación de la empresa, en la que sus principales directivos fueron literalmente echados a la calle y el Gobierno tomó propiedad de la petrolera privatizada mediante un decreto de una antigua dictadura militar y sin que mediara una previa ley de expropiación (que ahora el Gobierno tramita en el Congreso), la única entidad que emitió, casi una semana después, un tibio comunicado fue la Asociación Empresaria Argentina (AEA). En él defiende a la iniciativa privada como motor del desarrollo y reclama al Gobierno que asegure un marco de previsibilidad y respeto a los contratos y la propiedad privada dentro de reglas democráticas, advirtiendo sobre las consecuencias negativas para la economía argentina que podría tener la forma en que el Gobierno expropió YPF.

Del resto del mundo empresarial solo hubo silencio.

“Yo creo que ese silencio se da porque no entienden si esta acción se debe a un movimiento fuertemente ideológico o a una cuestión más bien pragmática destinada a poder hacerse de una caja nueva”, explicó Starke.

Para el consultor, el empresariado no tiene el diagnóstico adecuado de esta polémica acción del gobierno argentino que causó alarma en la comunidad internacional. “Algunos empresarios creen que hay una tendencia ideológica detrás de la confiscación y su presentación ante la sociedad como un acto patriótico. Ven que los chicos de La Cámpora están ganando terreno, y esto podría decir que vamos a una estatización de la economía”. Para Starke también hay otros empresarios que lo miran “con mayor realismo” y afirma que él se ubica en este grupo. “Yo me inclino por esta hipótesis, y eso les digo a los empresarios con los que hablo. No digo que detrás de esto no haya ideas, valores e ideología, pero no son determinantes en esto. Lo determinante es la caja. Me parece que es un gobierno que sabe que necesita recursos para mantener andando lo que ellos llaman ‘el modelo’, y mi impresión es que esto apunta a tener una caja resguardada”.

La brutal confiscación de YPF tendría más de 60 por ciento de aprobación a nivel nacional, según un sondeo de la encuestadora Poliarquía. Otra encuesta, realizada en la ciudad de Buenos Aires por Isonomía y presentada en el programa, arroja un nivel de aprobación algo superior al 40 por ciento, aunque muchos de esos mismos encuestados dudan de que el gobierno argentino maneje a la reestatizada petrolera mejor que los españoles de Repsol.
Argentina, que había alcanzado en los 90, con la privatización parcial de YPF, la soberanía energética, la perdió una década más tarde con su venta total a Repsol y una política energética a todas luces equivocada. Hoy se encuentra en una crisis de constante caída de reservas de hidrocarburos con necesidades crecientes de importaciones.

Un acuerdo entre el propio gobierno kirchnerista y Repsol, para darle el control de la empresa a un empresario amigo del ex presidente Néstor Kirchner, para que los españoles pudieran retirar todas las utilidades de la empresa, culminó en una fortísima caída de la producción de combustibles y el crónico desabastecimiento del mercado.

El entrevistador, Diego Dillenberger, planteó que la confiscación fue una forma de buscar un chivo expiatorio a los nueve años de política energética errada y, dado el rédito en imagen que supuso la confiscación de YPF para la presidenta Kirchner, podrían estar planeando más expropiaciones para disipar culpas por otros fracasos de las políticas económicas del Gobierno.

En una encuesta publicada en La Hora de Maquiavelo semanas atrás se mostraba cómo la opinión pública veía en los empresarios a los principales responsables de la inflación en la Argentina, lo que facilitaría al Gobierno terminar de echarles la culpa y expropiar a empresas que suban precios o se nieguen a abastecer el mercado a pérdida.

(UpDate Semanald e Revista Imagen)

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