LOS EJECUTIVOS LAS DESPIDEN, EL PÚBLICO LAS RECLAMA
Iván Gil, en "El Confidencial"
¿Se puede seguir presentando un programa televisivo cuando se
supera la barrera de los 50 años y se descuida la apariencia física?
Para la productora y consultora televisiva en programas de la MTV, FOX o
BBC, Samantha Brick, la respuesta está muy clara y es un “no”
tajante. “Durante casi 20 años he trabajado detrás de las cámaras en
medios audiovisuales de todo el mundo y sé mejor que nadie que el aspecto de una presentadora de televisión se traduce en cifras de audiencia”, afirmaba recientemente en su tribuna semanal del Daily Mail.
En la sociedad del espectáculo, la inteligencia y las capacidades
personales quedan relegadas a un segundo plano. Tanto es así, que Brick
recomendaba a los ejecutivos de la BBC en su último artículo que
reconsiderasen la continuidad de Mary Beard, presentadora del programa Meet the romans, por ser “demasiado fea y mayor para la televisión”.
Samantha Brick, productora y consultora televisiva.
La
presentadora es una gran conocedora de la cultura clásica y conduce un
programa centrado en la historia y patrimonio de la Roma antigua. A
pesar de ello, la atrevida censura de Brick no ha sido las única. El
crítico televisivo del The Sunday Times, Adrian Anthony Gill, también sugería, en una de sus columnas de opinión, la necesidad de alejar de las cámaras a Mary Beard porque su imagen no era digna de salir en pantalla durante el prime-time.
La presentadora aludida no ha tardado en reaccionar y se ha defendido
arguyendo que no era demasiado fea, sino “demasiado inteligente para los
hombres que temen a las mujeres más listas que ellos”.Hoy en día se valora más tener un aspecto variopinto que seguir los cánones estéticos tradicionales
Estas
mordaces reprobaciones tienen un precedente cercano, y poco
esperanzador, en la misma BBC, que ya fue condenada el pasado año por
los tribunales al entender que se había despedido a la presentadora de
53 años Miriam O'Reilly “por ser vieja”. O'Reilly perdió su trabajo, al igual que las periodistas Juliet Morris, de 45 años, y Michaela Strachan, de 42, justo antes del cambio de horario de su programa a la franja de prime time. La sustitución fue por la joven y bella, Julia Bradbury, de 38 años, y por el atrativo Matt Baker. Los cambios no afectaron al único presentador varón que tenía el programa, el periodista John Craven.
Miriam O'Reilly fue despedida de la BBC por su edad y sustituida por una joven atractiva.
La tiranía de la imagen en televisión puede jugar malas pasadas cuando el atractivo de la presentadora en cuestión nubla el sentido final del contenido, cuando no lo anula o lo pervierte totalmente. Esto fue lo que ocurrió durante el debate electoral que protagonizaron el pasado domingo los candidatos presidenciales en Mexico. El centro de atención no fue otro que la modelo Julia Orayen, quien sólo necesitó un provocador escote y un pronunciado vestido blanco para robar todo el protagonismo a Andrés Manuel López Obrador, Gabriel Quadri, Josefina Vázquez Mota y Enrique Peña Nieto. Como se puede suponer, lo que trascendió del debate en toda la prensa mexicana no fueron las propuestas de los candidatos, sino las exuberancias de la modelo que en 2008 posó para la revista Playboy, desnuda y con los colores de la bandera mexicana. Algunos titulares rezaban: ¡Orayen Presidenta! Fiasco total de los organizadores, que cayeron en las garras del excesivo culto a la imagen habitualmente encumbrado por los medios audiovisuales.
El exuberante escote de la modelo Julia Orayen pervirtió el debate presidencial en México.
Los frikis, cada vez más cotizados
Lo
más sorprendente de la polémica suscitada en torno a la presentadora de
la BBC es que su espacio televisivo, centrado en la divulgación de la
cultura romana, está a años luz de los reality shows o programas
de variedades, donde lo importante es más el continente que el
contenido. Sin embargo, ambos expertos televisivos ponen el grito en el
cielo ante “tamaña” despreocupación estética y se preguntan por qué los
productores no exigen a Beard las mismas imposiciones de vestuario,
maquillaje y peinado que al resto de presentadoras del canal. Y es que,
como explica la psicóloga y profesora de Psicología del Trabajo en la
Universidad Rey Juan Carlos, Elena Tomás, la diversificación de los targets ha provocado una pérdida de la uniformidad estética entre los presentadores. “La
identificación con el público objetivo es fundamental, por ejemplo, si
estás en el sector de las nuevas tecnologías será mejor vestir con un
calcetín de cada color que ir en traje y corbata. Dependiendo del
tipo de trabajo se dará más o menos importancia al aspecto físico”, pero
éste no tiene por qué seguir los cánones estéticos tradicionales, sino
adaptarse a cada tipo de situación o trabajo”, explica la psicóloga.
A los dos millones de espectadores de Meet the Romans, que se emite en el segundo canal de la BBC los martes por la noche, no parece molestarles la apariencia física de su presentadora, a juzgar por la fidelización que ha generado el programa. De hecho, una encuesta realizada recientemente por la Cultural Diversity Network reveló que los televidentes prefieren a presentadoras maduras y con una apariencia 'normal' en la que ellos se puedan ver reflejados, como ‘modelos más reales' a los que aspirar. “La lógica nos lleva a tener una mayor predisposición a identificarnos con las personas que son similares a nosotros”, explica Elena Tomás, por lo que se está comenzando a experimentar un cambio en la tendencia debido a que cada vez “los públicos han mutado y cada vez son más variopintos”. Los públicos han mutado y cada vez son más diversos, lo que comienza a influir en sus referentes televisivos
El gusto por el frikismo ha ido ganando terreno en la sociedad contemporánea y está modificando los moldes estéticos con los que se presentan los productos comerciales o los contenidos televisivos. En la variedad está el gusto y la uniformización de la belleza comienza a ser una pauta de tiempos pasados.
La vuelta al “sé tú mismo”
Cada
vez son más las empresas que valoran el individualismo de sus
empleados. Como explica Elena Tomás, “no somos monolíticos por
naturaleza, aunque con el tiempo vamos tendiendo a la homogenización con
el grupo que nos rodea. Por eso, muchas empresas han comenzado a variar
las exigencias sobre el aspecto físico de sus empleados hasta acabar
primando su propia imagen”. Este es el caso de la firma Zara que, en
un principio tenían unas exigencias arquetípicas muy concretas para sus
dependientas, se ha ido flexibilizando mucho con el tiempo, en
consonancia con la multiplicidad de perfiles entre su clientela.
La
vestimenta, como todos los aspectos estéticos, es una cuestión de modas
y, lo que comienza a llevarse ahora es “ser uno mismo”. Al menos, los
gestores de la BBC así lo han asumido, a decir por el salto
cualitativo que se ha dado desde el despido discriminatorio, por
cuestión de edad, de la presentadora Miriam O'Reilly en 2009 hasta el
reciente fichaje de la veterana Mary Beard para conducir un programa en la franja horaria de máxima audiencia.
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