En
los últimos días, los principales diarios del país pusieron las
paritarias como tema de tapa o en notas con amplio destaque. “La
pulseada salarial” y “El Gobierno apura subas de hasta 24% para ponerle
tope a las paritarias” fueron los títulos elegidos por Clarín.
“El Gobierno cerró paritarias clave y busca imponer un techo del 24%”,
tituló Infobae. “La UOM Córdoba se movilizará por paritaria”, dijo La Voz del Interior.
“Más paritarias cierran en 24% y la CGT de Caló ahora pide que el
aguinaldo no pague Ganancias”, informó El Cronista. “Docentes
bonaerenses amenazan ahora con un paro de cuatro días: exigen reabrir
paritarias”, publicó La Nación. “El promedio de suba salarial alcanzada en las paritarias de este año es del 24%”, anunció Tiempo Argentino.
Y no hubo apenas títulos, sino también
algunos posicionamientos políticos interesantes. “Las paritarias
traerían más consumo sin generar inflación”, se animó Minuto Uno. En Página/12, el economista Alfredo Zaiat
escribió: “La revitalizada puja distributiva recorre un escenario
previsible de tensión que para algunos puede ser incómodo, pero que es
expresión de la vitalidad de una sociedad disputando cómo se reparte la
riqueza. (…) exige eludir evaluaciones rústicas que sólo sirven para
cautivar plateas inocentes, pero no para interpretar la intensa disputa
que se está dando por un mejor reparto del ingreso, con activa gestión
de gobierno y con creciente participación de la organización gremial,
frente a quienes pretenden recuperar el sendero de la regresividad en la
distribución de la riqueza, alentando la economía del miedo con el
dólar ilegal y postulando una brusca devaluación”.
Sin embargo, es difícil encontrar en los diarios de estos días una sola mención, por pequeña que sea, a las paritarias del gremio de prensa.
Paradójicamente, la única negociación salarial que no es noticia en los medios argentinos es la que involucra a sus propios trabajadores. Y en esa omisión están de acuerdo los medios oficialistas y opositores: “Los patrones de los medios de comunicación —más allá de sus distintas posturas editoriales— coinciden en algo: mantener sus ganancias extraordinarias a costa de pagar los salarios más bajos posibles y de profundizar la precarización de las condiciones laborales. Además, coinciden en no darle cobertura a las noticias referidas a los reclamos de los trabajadores de prensa”, denuncia Tomás Eliaschev, delegado paritario de la revista Veintitrés.
Lejos del 24% promedio de aumento que los diarios informan cuando hablan de las paritarias de otros gremios, los dueños de Infobae ofrecieron apenas 500 pesos a sus trabajadores, que reclaman un incremento de emergencia de 1800. La comisión interna denuncia que, además de los bajos salarios, hay precarización y grandes desigualdades internas. “Hay terciarizados en maestranza con sueldos que no superan en mano los $3500, pero también hay ‘opinologos’ de todo tipo —políticos, intelectuales, etc.— que cobran al menos $1500 por columna. Más allá de las diferencias internas, comparando nuestros salarios con lo que se cerró en las paritarias del año pasado, quedamos muy por debajo”, explica la delegada paritaria, Fernanda Jara.
—¿Hay relación entre los aumentos que ofrecen las empresas y los índices de inflación que sus medios difunden como “creíbles”?
—No, hay una franca contradicción, sobre
todo en este caso con los medios opositores, que insisten en desmerecer
los índices del Indec, pero a la hora de ofrecer aumentos pretenden
darnos migajas —dice Eliaschev.
—¿Cuáles son los salarios promedio en la actualidad?
—Infobae participa por primera vez en
una negociación paritaria, y nuestros salarios son, al menos el más
bajo, casi la mitad del piso salarial convenido en 2012: $3250 para
corrector “B” y $3800 para redactor “D”. Esos son los sueldos menores de
las categorías, que dividen a los redactores en A, B, C y D; y a los
correctores en A y B; luego siguen sub editor de sección, sub editor
general y editor general. El ingreso promedio es de $3800, considerando a
periodistas, diseñadores, el equipo de redes sociales y sistemas. Entre
las categorías de redactores hay una diferencia de $200, y 2 mil y pico
con el editor general. El último aumento lo recibimos en febrero, luego
de una ardua negociación directa de los delegados de base con las
patronales, y correspondió al 6%, como tercera parte del incremento
negociado un año atrás —explica Jara.
Los delegados también denuncian que las
empresas no respetan la división de tareas ni cumplen con un principio
básico establecido por la ley: “Por igual tarea, igual remuneración”.
“Estamos lejos de eso —dice Jara—. En turno noche (de 22 a 6), hay
redactores editando, haciendo fotos, grabando y subiendo audios y
videos, todos al mismo precio. ¡Tipo combo!”. Eliaschev explica que esa
situación forma parte de los reclamos para las paritarias de este año:
“Intentamos establecer un piso común, de 7 mil pesos, y que se pague un
mínimo de mil pesos por colaboración. Por otro lado, exigimos que se
respeten las categorías establecidas por el Estatuto. Hoy no hay un piso
y hay empresas que hacen lo que quieren”.
Además de la puja salarial, otra de las principales demandas de los trabajadores de los medios es el fin de la precarización, la misma que los propios medios denuncian cuando se trata de otras empresas o del Estado, y que la Utpba y el ministro de Trabajo hacen de cuenta que no ven, como en los demás casos. El año pasado lo denunciábamos en esta misma columna: “Muchísimos periodistas, en distintas redacciones, trabajan en negro. Las empresas abusan de figuras tales como ‘colaborador’ y ‘pasante’ para tener profesionales haciendo el mismo trabajo que los demás, pero por mucho menos dinero, sin obra social, sin aportes jubilatorios, sin vacaciones pagas, sin aguinaldo, sin derechos gremiales y sin estabilidad laboral. Obvio: esa noticia no sale en los diarios. Ni en los oficialistas, ni en los opositores, ni los demás“.
El Colectivo de Trabajadores de Prensa encuestó en 2012 a 398 trabajadores precarizados de distintos medios y sus respuestas son una radiografía de la violación sistemática del Estatuto del Periodista. El 42% hace más de cinco años que trabaja como “colaborador” o “contratado”; tres de cada cuatro tienen otro trabajo, que en casi la mitad de los casos no está vinculado a la actividad periodística; tres de cada cuatro facturan como monotributistas, sólo 12% tiene recibo de sueldo y 11% no tiene ningún tipo de comprobante de pago; el 47% de los encuestados asegura que trabaja como “colaborador” porque no consigue trabajo en relación de dependencia; el 76% cobra por nota publicada y sólo un 12% tiene un acuerdo que le garantiza un mínimo de notas por mes, es decir, un ingreso mínimo. Como explicábamos en nuestra columna del año pasado, la ley obliga a las empresas a “blanquear” a sus colaboradores cuando superan las 24 notas publicadas en un año, pero no se cumple. El 41% de los encuestados por el CTP denunció que, cuando llega a las 23 colaboraciones anuales en el medio donde trabaja, dejan de publicarle hasta que se cumple el año, para no tener que blanquearlo, y el 12% reconoció haber firmado notas con seudónimo y presentado facturas de otra persona, a pedido de la empresa, como condición para seguir trabajando. Muchos medios piden, además, que el periodista consiga las fotos para ilustrar sus notas, sin pagarle extra por ello ni contratar a un fotógrafo. Entre 60 y 70% de los encuestados afirmaron que la empresa no les provee viáticos, ni computadora, ni acceso a internet ni telefonía para realizar su trabajo.
En algunos medios, entre el 30% y el 40% de sus trabajadores está en esta situación. Sus testimonios anónimos para la encuesta del CTP son impactantes. “Somos como la mitad de los trabajadores del periodismo gráfico, pero cobramos mal, las empresas nos tratan como parias y solemos ser el último orejón del tarro en las negociaciones entre comisiones internas y empresas”, dijo un periodista de Página/12; “Dejé de colaborar porque te freezan y piden seudónimo, y hay que conseguir factura de terceros que coincida en género con el seudónimo”, contó un periodista del grupo de revistas de La Nación; “Para alcanzar un ‘sueldo’ más o menos digno debo trabajar para cinco medios diferentes y así y todo no llego a los 4 mil pesos mensuales. Hay productos de grandes diarios como Clarín que no tienen ni un solo periodista contratado y sólo se hacen con colaboradores”, denunció un periodista del grupo Clarín; “El grupo Szpolski paga a cuatro o cinco meses y hay que llamar a un teléfono que está siempre ocupado. Es tan tedioso y frustrante que llegué a decirle a un editor que me rendía y les regalaba el dinero”, se lamenta un periodista del grupo Veintitrés.
Los ingresos de los colaboradores, en general, son menores a los de un redactor. En la encuesta del CTP, el 50% de los consultados dijo recibir entre 200 y 400 pesos por nota, mientras que apenas un 27% cobra más de 400, y un 23% cobra menos de 200. El diario que mejor paga es El Cronista, seguido por Clarín, y el más desigual, según la encuesta, es La Nación. La mayoría no sabe cuántas notas le publicarán por mes, ni cuando las cobrará. Lo más común es que sea entre 30 y 60 días después de su publicación. El Cronista, Clarín y La Nación son los más puntuales y los que más tardan en pagar son los medios del grupo Szpolski.
“En estas paritarias tenemos que poner
toda nuestra energía en cambiar estas condiciones. Nos debemos como
gremio ponerle fin a la precarización. Los trabajadores externos, mal
llamados colaboradores, deben tener los mismos derechos que los que
trabajan en las redacciones”, dice Eliaschev.
No sale en los medios oficialistas ni en los opositores. No es noticia.
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