Siempre que hablamos de dirigir empresas, cualquiera que sea el tamaño que ésta tenga, hablamos de la necesidad constante de tomar decisiones. Hacerlo, y del modo adecuado, debería ser el resultado de un análisis medianamente detenido del medio en que se quiere impactar. Cambiar el rumbo que venimos tomando tiene una doble cara: puede ser sinónimo de éxito o de fracaso: todo depende de hacía dónde está dirigida nuestra mirada. Para llegar a buen puerto, es necesario tener muy claro el objetivo, pero sobre todo, abordarlo de manera estratégica.
Estrategia: análisis o intuición?
Uno de los primeros teóricos sobre cómo disponer fuerzas en un campo creó “El Arte de la Guerra”, un libro escrito por un estratega militar chino llamado Sun Tzu. Sus escritos datan de hace más de 2500 años, y sin embargo son perfectamente aplicables en los días que corren. Ya en esa época quedaba bastante claro que conocer al oponente y conocerse a sí mismo, es la ventaja de saber de antemano el resultado de una batalla, mientras que la ignorancia tanto de uno como de otro sólo provocarán derrotas. Con esto queremos decir que para tomar un determinado rumbo, necesitamos realizar una análisis externo de las ventajas y debilidades de nuestros oponentes, es decir, tener muy claro contra quién vamos a competir. Y luego, una vez que contamos con la información necesaria, ver cuáles son nuestras propias debilidades y fortalezas, para tener una real noción de qué es lo qué podemos ofrecer, para que nuestro producto o servicio sea lo suficientemente competitivo. En una palabra, determinar nuestras “competencias esenciales”.
5 TIPS para dar con una buena estrategia
Para comenzar, debemos tener muy en cuenta que no es recomendable vivir apegado a la ortodoxia. Las fórmulas de mágicas son sólo eso, se pueden tener a mano como guía, pero siempre es necesario adaptarlas nuestro contexto de negocios. Lo ideal es no ser un imitador, sino más bien romper las reglas. Pero para eso hay que conocer cuáles son.
- Una vez que sabemos cuáles son las reglas y estamos dispuestos a romperlas, la innovación y el atrevimiento son dos elementos inspiradores.
- La presencia en las redes sociales, en esta era de comunicación digital, genera que la marca sea vista por su público objetivo (ya hemos hablado en artículos anteriores sobre las bondades de la segmentación), y es a través de este medio (casi masivo) desde donde se puede crear una plataforma adecuada para generar valor. Este es un punto fundamental, porque más allá de los atributos objetivos de aquello que se ofrezca, es la experiencia positiva aquello que generará una actitud de consumo.
- Generar compromiso a través de la interacción. Las personas que forman parte de la compañía aportarán su cuota si se sienten parte del proyecto. Buscar revolucionarios no sólo no es riesgoso, sino que es absolutamente recomendable! Brindar espacios de intercambio hace que ideas geniales no queden archivadas por causa del aislamiento.
- Tener perspectiva. Reescribir las reglas del juego implica apelar a la cooperación de todos los sectores. Es por eso que se debe evitar la unidireccionalidad, brindando soporte a través de grupos interdisciplinarios. Estos serán capaces de enriquecer la visión de conjunto.
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