Hoy, 6 de octubre de 2011, nos damos cuenta el gran vacío que nos deja un gran pensador, un innovador, un futurista, uno que no se conformaba con la simpleza de las cosas y veía todos los renglones de nuestras vidas como un oportunidad de cambio.
Posiblemente en el futuro se recuerde a Steve Jobs como uno que inventó máquinas maravillosas que cambiaron radicalmente nuestra forma de interactuar.
Pero más allá de las maravillosas maquinistas que fueron las primeras Apple, el mouse (ratón) que nos liberaba del tirano teclado para luego darle paso a los Smartphones, revolucionando por completo nuestra forma de intercomunicarnos, Jobs fue un revolucionario de las ideas.
Mi primera gran impresión de este hombre fue precisamente en el año en que George Orwell había predicho un mundo sumergido en el totalitarismo. Corría el año de 1984 cuando recibí una invitación para el lanzamiento de un nuevo producto tecnológico llamado Apple. Como periodista fui acompañado con mi escepticismo de siempre ante la posibilidad una empresa quisiera utilizarme más con propósitos publicitarios que verdaderamente presentar algo innovador.
Al ver el video que se había preparado para esta rueda de prensa me di cuenta que realmente estábamos en la antesala de algo totalmente nuevo, que no sólo sería la competencia en el recién iniciado mundo digital, sino que nos impactaría hasta en nuestra forma de pensar.
Por tanto, para aquellos que trabajamos en el mercado de las ideas, ya bien sea como periodistas, publicistas o relacionistas públicos entre otras disciplinas, la propuesta de Jobs era totalmente revolucionaria y cambiarían diametralmente el ejercicio de estas profesiones.
Más que el paquete por el cual se transmitía los mensajes, Jobs se preocupaba supremamente por la buena estructuración de sus contenidos. Ninguna de sus conferencias de prensas se pueden catalogar de aburridas y acartonadas.
Steve dio cátedra sobre relaciones públicas principalmente en su relación con los medios y la conducción de ruedas de prensa: jamás evadió las preguntas negativas de los periodistas; aprovechaba estas mismas preguntas para establecer puentes con los mensajes que quería que quedaran grabados en las mentes de los públicos; más que vender un producto Steve vendía ideas de cómo este producto iba a beneficiarnos; jamás se escondió en momentos de crisis, al contrario, él era el primero en llamar a los medios para comunicarles el problema. En fin todo un relacionista público.
A pesar de no terminar estudios formales en una universidad, Jobs logró ejercer varias disciplinas efectivamente. Era de manera nata un antropólogo, comunicador, vendedor, visionario, sociólogo, administrador de empresas, filósofo y hasta guía espiritual como sacerdote Zen del budimo.
Uno de sus pensamientos que más me impactó fue sobre cómo enfrentar las vicisitudes y tener pasión por aquellos que haces:
“A veces la vida te golpea en la cabeza con un ladrillo. No pierdas la fe, estoy convencido que la única cosa que me mantuvo en la lucha fue que amaba lo que hacía. Tienes que encontrar aquello que amas hacer. Y eso es tan cierto tanto en el trabajo como con tus amantes. El trabajo llenará gran parte de tu vida, y la única forma sentirse satisfecho es creer que realizas un gran trabajo. Y la única forma de hacer un gran trabajo es amar aquello que haces”.
Acerca del futuro de los medios tradicionales en contraposición con los nuevos blogueros, Jobs defendía principalmente el contenido más que la forma.
En una ocasión que se le preguntó si los periódicos tradicionales desaparecerían dijo que: “No quiero que descendamos a un nación de blogeros. Creo que se necesita ahora más que nunca la perspectiva editorial. Cualquier cosa que podamos hacer para ayudar a los periódicos a fin de quecuentren su forma de expresarse estaremos ahí para ayudarlos a que se puedan sobrevivir financieramente”.
Por Héctor Héreter en "La Galaxia de Gutemberg"
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