Román Lejtman (El Cronista)
La adecuación presentada por la mayoría de los medios nacionales se apoya en dos condiciones básicas: reparte entre amigos, socios, ex socios, familiares y vecinos, las radios, canales de televisión y licencias de cables que por su nombre u ocupación geográfica producen beneficios económicos y políticos. Y entrega al Estado, para la venta, los medios que siempre dieron pérdidas o no están en condiciones de aportar beneficios colaterales, al margen del periodismo y la libertad de prensa.
En este sentido, si finalmente Martín Sabatella convalida desde el Asfca la adecuación legal, los dueños de los medios habrían usado a la Ley de Cristina como una formidable herramienta para ajustar sus compañías sin costo económico y repercusión pública. Se quedan con las radios, licencias de cable y canales de televisión que aportan beneficios, y entregan al Estado aquellos medios que siempre estuvieron en rojo y servían para muy poco. Negocio redondo.
Sabatella aseguró ayer en su conferencia de prensa que los bienes entregados para cumplir la adecuación a la ley se venderán sin problema, y descartó que el Estado finalmente deba asumir la propiedad de los medios que fueran invendibles. Sabatella es optimista por naturaleza, y desconoce la industria: pocos comprarán lo que sobre, y sus futuros y eventuales propietarios sólo buscarán negocios colaterales o herramientas paralelas para construir poder: nadie que pertenezca a los medios gastará su dinero en radios, canales y licencias de cable que no puedan sostenerse con los usuarios y la publicidad privada y pública. Si alguien compra los restos, y no pertenece a la industria mediática, llamen a la policía y hagan una denuncia judicial.
Si se respeta la Constitución Nacional, y no hay re-reelección, hacia fines de 2015 nos encontraremos con la segunda ola de crisis de los medios en la Argentina. Para esa fecha, los millones cedidos por el gobierno a Moneta, Spolsky, Garfunkel, Electroingeniería, López y Vila/Manzano, habrán desaparecido para siempre.
Y estos jugadores oficialistas deberán sacrificar a una parte de sus periodistas y de sus medios para equilibrar los millones que ya no recibirán. Aquí nos vamos a encontrar con una nueva etapa del efecto dominó. Y cito dos ejemplos: CN23 de Spolsky existe por la plata de Cristina, radio del Plata se mantiene por la publicidad oficial que llega desde Casa de Gobierno. Ni uno, ni otro operador oficialista, tienen el alma en los medios de comunicación. Me preocupan los periodistas honestos, que trabajan al margen de las instrucciones que sus jefes reciben por handy desde Balcarce 50.
Todos miran el 7D. Es una fecha importante, un punto de inflexión.
Ya no se trata de analizar las consecuencias editoriales de la Ley de
Medios, y su impacto en la credibilidad de los periodistas.
Todos somos un blanco móvil y cuesta explicar la diferencia entre los
hechos y la opinión. Se mezclaron los conceptos y los periodistas pagan
por los operadores que hacen su faena a ambos lados de la trinchera.
Ese trabajo sucio, deliberado y a destajo, oculta un futuro que ubica al
borde del precipicio a la industria mediática y a los periodistas.
Con su ley de medios, Cristina Fernández de Kirchner puso en movimiento
un ciclo histórico que no implicará nuevas voces ni la finalización de
los monopolios. Al contrario, se profundizará la dependencia de los
medios con intereses ajenos a la libertad de prensa y la publicación de
noticias y habrá un cierre catastrófico de medios frente a la
imposibilidad de su financiación a través de sus usuarios y la
publicidad pública y privada. La Presidente ya apretó el botón, y es
imposible pronosticar el daño total sobre un protagonista clave de la
Democracia. Cristina aceptó las premisas de Laclau y su peculiar manera
de interpretar a Gramsci, una perspectiva que arrasará con los medios en
la Argentina y dejará sin trabajo a muchísimos periodistas.
La adecuación presentada por la mayoría de los medios nacionales se apoya en dos condiciones básicas: reparte entre amigos, socios, ex socios, familiares y vecinos, las radios, canales de televisión y licencias de cables que por su nombre u ocupación geográfica producen beneficios económicos y políticos. Y entrega al Estado, para la venta, los medios que siempre dieron pérdidas o no están en condiciones de aportar beneficios colaterales, al margen del periodismo y la libertad de prensa.
En este sentido, si finalmente Martín Sabatella convalida desde el Asfca la adecuación legal, los dueños de los medios habrían usado a la Ley de Cristina como una formidable herramienta para ajustar sus compañías sin costo económico y repercusión pública. Se quedan con las radios, licencias de cable y canales de televisión que aportan beneficios, y entregan al Estado aquellos medios que siempre estuvieron en rojo y servían para muy poco. Negocio redondo.
Sabatella aseguró ayer en su conferencia de prensa que los bienes entregados para cumplir la adecuación a la ley se venderán sin problema, y descartó que el Estado finalmente deba asumir la propiedad de los medios que fueran invendibles. Sabatella es optimista por naturaleza, y desconoce la industria: pocos comprarán lo que sobre, y sus futuros y eventuales propietarios sólo buscarán negocios colaterales o herramientas paralelas para construir poder: nadie que pertenezca a los medios gastará su dinero en radios, canales y licencias de cable que no puedan sostenerse con los usuarios y la publicidad privada y pública. Si alguien compra los restos, y no pertenece a la industria mediática, llamen a la policía y hagan una denuncia judicial.
Entonces, al final de 2013, nos encontraremos con los amigos del
gobierno manejando multimedios a través de testaferros, socios y
familiares, y todos nosotros subvencionando con nuestros impuestos al
resto de los medios que el Estado no pudo vender y que absorbió para
evitar despidos masivos.
Si se respeta la Constitución Nacional, y no hay re-reelección, hacia fines de 2015 nos encontraremos con la segunda ola de crisis de los medios en la Argentina. Para esa fecha, los millones cedidos por el gobierno a Moneta, Spolsky, Garfunkel, Electroingeniería, López y Vila/Manzano, habrán desaparecido para siempre.
Y estos jugadores oficialistas deberán sacrificar a una parte de sus periodistas y de sus medios para equilibrar los millones que ya no recibirán. Aquí nos vamos a encontrar con una nueva etapa del efecto dominó. Y cito dos ejemplos: CN23 de Spolsky existe por la plata de Cristina, radio del Plata se mantiene por la publicidad oficial que llega desde Casa de Gobierno. Ni uno, ni otro operador oficialista, tienen el alma en los medios de comunicación. Me preocupan los periodistas honestos, que trabajan al margen de las instrucciones que sus jefes reciben por handy desde Balcarce 50.
Todos miran el 7D. Es una fecha importante, un punto de inflexión.
Pero sus consecuencias trascienden ese día.
Todos vamos a pagar: la opinión pública y los periodistas.
El poder real y la democracia.
Ya veremos quién cuenta las víctimas y da la información.
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