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La tragedia de Vargas, ganador de un Pulitzer




Jose Antonio Vargas es un periodista filipino con educación estadounidense.
En 2008 ganó un Premio Pulitzer para sus reportajes de noticias de última hora
de la masacre de Virginia Tech, un asesinato masivo que ocurrió el 16/04/2007
en el Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia (conocido como Virginia
Tech), en Blacksburg, Virginia, USA. En el incidente murieron 33 personas, incluyendo
al único autor que inició el tiroteo (el estudiante surcoreano Cho Seung-Hui), y 29 personas
resultaron heridas. Vargas confesó en 2011 confesó en The New York Times que es un
inmigrante ilegal. Y ahora se pregunta por qué no lo deportan.


José Antonio Vargas.

Jose Antonio Vargas es un periodista filipino con educación estadounidense. En 2008
ganó un Premio Pulitzer para sus reportajes de noticias de última hora de la masacre de
Virginia Tech.
Nació en Antipolo, Filipinas. A los 12 años llegó a USA y fue criado en Mountain
View, localidad en el condado de Santa Clara, California, el corazón del Silicon Valley.
En 1997, descubrió que es indocumentado cuando fue a gestionar una licencia de
conducir. Y en 2011 lo reveló en un ensayo para The New York Times.
Colaborador del San Francisco Chronicle, The Philadelphia Daily News, The
Washington Post y The Huffington Pos, escribió y produjo el documental The Other
City, sobre el sida en Washington D. C.
Cuando José Antonio Vargas decidió revelar públicamente su condición de inmigrante
ilegal en Estados Unidos, en junio de 2011, ya era considerado uno de los mejores 
periodistas jóvenes del país. Había cubierto el tiroteo de Virginia Tech y había ganado
el premio Pulitzer en 2008 por esa cobertura. Además, había escrito con
regularidad para The Washington Post y, después del Pulitzer, fue el autor del perfil de
Mark Zuckeberg, el creador de Facebook, para The New Yorker. Además, trabajaba
casi todas las semanas para The New York Times. Fue precisamente en ese diario donde
decidió revelar su estatus de inmigrante indocumentado.
Vargas nació en Filipinas en 1981 y desde los 12 años vivió con sus abuelos en
California. “Una mañana de agosto hace casi dos décadas, mi madre me despertó y me
subió a un taxi. Me dio una campera. “Baka malamig doon” (Debe hacer frió ahí) fueron
algunas de las pocas palabras que dijo”.
Vargas fue llevado por su madre al aeropuerto internacional de Manila y, acompañado
de un hombre al que no conocía pero que le fue presentado como su tío, viajó a Estados
Unidos en 1993. Allí creció y fue criado por sus abuelos. Rápidamente se adaptó al
sistema educativo estadounidense y descubrió su pasión por el lenguaje.
En el artículo en donde devela su status ilegal, “Mi vida como inmigrante indocumentado”,
Vargas recuerda que a los 16 años fue a sacar la libreta de conducir y que cuando presentó
su tarjeta verde (el permiso de trabajo en Estados Unidos) la empleada le dijo: “Es falsa,
no se te ocurra volver por acá”.Vargas también recuerda que cuando le preguntó a su
abuelo si la tarjeta era falsa, éste, avergonzado, reconoció que la había comprado y le pidió
que no la mostrara. “Decidí entonces que nunca daría a nadie una sola razón para dudar de
que yo era estadounidense” reseña Vargas. “Me convencí de que si trabajaba lo suficiente,
si lograba lo suficiente, sería recompensado con la ciudadanía. Y creí que podría conseguirlo”,
expresó.
En su artículo Vargas hace un somero recuento de su carrera en los últimos 15 años, cómo se
graduó en la secundaria, la universidad, cómo construyó una sólida carrera como periodista y 
concluye: “Sigo siendo un inmigrante indocumentado”, agregando además que esa condición
supone “vivir una clase de realidad diferente. Significa vivir el día a día con el temor de ser
descubierto. Significa no decirle a la gente, incluso a aquellos más cercanos a mí, quién soy
realmente. Significa tener que hacer cosas que sé que están mal y que son ilegales”.
Debate
El artículo de Vargas disparó un debate mediático y social sobre los inmigrantes 
indocumentados. El periodista acotaba sobre estos: “No somos siempre quienes tú 
piensas que somos. Algunos recogemos tus frutillas o cuidamos de tus hijos. Otros 
estamos en la secundaria o en la universidad. Y algunos, como se ve, escribimos artículos 
que tu lees”. Por supuesto el artículo y el propio Vargas recibieron toneladas de mensajes 
 de odio, el habitual hate mail que acompaña cualquier situación que signifique exponer una 
injusticia o una irregularidad. Pero también apoyos o, por lo menos, críticas razonadas, que 
reactivaron los cuestionamientos en torno al tema.
Poco después de la publicación de su revelador texto, el periodista fundó la organización
 “Define American” en donde daba su apoyo al Dream Act, una propuesta de ley de 2001 
que facilita la obtención de status legal a los jóvenes que hayan ingresado a Estados 
Unidos siendo menores y hayan completado el bachillerato o la universidad o que hayan 
servido en las fuerzas armadas al menos dos años, siempre usando documentos falsos.
Un año más tarde, a mitad de 2012 y tras seguir publicando con regularidad en varios 
de los medios periodísticos más importantes del país, Vargas regresó al tema de su 
ilegalidad con un artículo titulado “Not legal Not leaving”, (No soy legal, no me voy) 
publicado en la revista Time. Allí, el joven contesta la pregunta que le han venido 
haciendo a diario desde la publicación de su artículo de 2011: ¿Por qué no te han deportado?
Limbo
Vargas recuerda que cuando The New York Times y él tomaron la decisión de publicar su 
historia, uno de los abogados del periódico advirtió que hacer eso era: “Un suicidio legal”. 
“Así que esperé. Y esperé un poco más. Pasaron los meses y nadie golpeó a mi puerta, no
 me enviaron ni cartas ni advertencias de Inmigración y Aduanas, que en ese mismo período 
deportó un record de 396.906 personas”, y agrega “parece que cambié una vida en el 
limbo como indocumentado oculto por otra en el limbo como indocumentado expuesto”.
Vargas indica que a través de Define American, más de 2.000 jóvenes indocumentados, la 
mayoría de ellos menores de 30 años, lo han contactado y le han contado su historia. Y 
que otros han expuesto sus casos, sus vidas, a los medios y a sus compañeros de estudios 
o a sus colegas de profesión.
Un mes después de la publicación de ese artículo, en agosto de 2012, el gobierno del 
presidente Obama anunció que se ofrecería permiso de trabajo y residencia 
a los jóvenes indocumentados residentes en USA que cumplieran con las condiciones e
stipuladas por el Dream Act, señalando que para poder acogerse a la nueva norma 
deberían haber ingresado a USA antes de cumplir los 16 años y no tener más de 30 en el 
presente. 
José Antonio Vargas, considerado como uno de los más importantes impulsores públicos 
de este cambio no puede acogerse a la novedad. Ya tiene 31 años, por lo que deberá seguir 
en el limbo.

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