Por Mauricio Nolo Pedrat, en "Clarín"
Facebook tiene un gran poder de penetración en el mundo.
Más de 500 millones de personas (12,5 veces la población de Argentina)
interactúan allí todos los días. Pero según el primer estudio sobre su
influencia en la felicidad y la satisfacción, publicado por la
Universidad de Michigan (Estados Unidos), la red social puede, con el
tiempo, afectar negativamente el ánimo de sus usuarios.
Ethan Kross, psicólogo social y principal autor de la investigación, aseguró que “ en la superficie Facebook proporciona un recurso valioso para la satisfacción de la necesidad humana básica de conexión social. Pero, en lugar de realzar el bienestar, lo socava ”. El neurocientífico John Jonides, coautor del estudio, indicó que los resultados de la investigación son de gran importancia “ya que van al corazón mismo de la influencia potencial de las redes sociales en la vida de las personas”.
A los participantes del experimento se les enviaron cinco mensajes diarios con preguntas sobre su estado de ánimo.
El resultado fue que antes de usar la red social el bienestar era elevado, pero con el transcurso del tiempo decrecía.
El estudio afirma “que cuanto más utilizaban Facebook las personas, menos bien se sentían cuando se les preguntaba por mensaje de texto justo después”. Pero, ¿qué ocurre en la Argentina?
Los argentinos son los usuarios que más tiempo le dedican al “Face” en el mundo: 9,8 horas mensuales, frente a las 6 del promedio global. Además, el 90% de las personas que cuenta con conexión a Internet en el país tiene un perfil en la red social. Suman 22 millones (ver Los argentinos...). Estos datos alarman si se tiene en cuenta que, según los investigadores, “en el transcurso de dos semanas, cuanto más se utilizaba Facebook más disminuía la satisfacción con la vida ”.
Expertos argentinos opinan que si bien la plataforma tiene la capacidad de afectar las emociones de sus usuarios, afirmar que socava el bienestar es algo apresurado. Any Krieger, psicóloga y miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y full member de la International Psichoanalytic Association (IPA), indica que uno de los factores que puede producir una reacción negativa en las emociones es que “en el plano virtual hay una presencia del otro a la que, si bien puede verse a través de una cámara o una foto y lo podemos oír, falta el contacto de piel ”. Esa falencia puede generar una sensación de vacío en el usuario.
Esto se debe a la búsqueda más primitiva del ser humano. Krieger explica que los contactos corpóreos “se remiten al primer contacto del bebé con su madre. Es lo más primitivo, lo más primario y más genuino del sujeto humano. Cuando nace lo ponen en el pecho al bebe.
En lo virtual falta ese cuerpo a cuerpo, la piel.
Freud dice que siempre se está en la búsqueda del lazo primitivo del
bebé con la madre”. El experimento de Michigan lo comprueba: “Las
relaciones directas con las personas, no a través de las redes sociales,
llevaban a mejorar el bienestar personal”.
Para Ricardo Rubinstein, miembro de APA e IPA, “la satisfacción interpersonal produce un vínculo donde está en juego más el cuerpo, la mirada, las sensaciones, los climas, los olores, las presencias y las ausencias, toda esa corporeidad que te dan los vínculos cara a cara no está en Facebook ”. Y agrega: “Allí sólo se estimulan la vista y el oído, y eso termina por generar un estado de no plenitud ”.
Existen además otros factores que pueden llevar a un usuario a una sensación de malestar. Fotos, noticias, videos, mensajes. Todos, si salen de la persona indicada, pueden afectar –de modo negativo o positivo– al usuario. Ejemplo clásico: cuando un contacto sube fotos de una fiesta a la que fue todo su grupo de amigos y él no fue invitado, la reacción más común es negativa.
Esto no ocurre, por ejemplo, en el caso de un fóbico. Lo explica Krieger: “A un sujeto fóbico le va a costar mucho más entablar relaciones amistosas u amorosas en la vida real. Pero esta plataforma es un instrumento del cual se puede valer perfectamente y mantenerse escondido detrás de la pantalla ”.
De todos modos, resulta imprescindible comprender, como explica Rubinstein, “ cuáles son las expectativas que se le cargan a Facebook. Allí se podrá ver si lo que sucede es que no cumple con ellas. Si uno dice ‘tengo Facebook para tener mil amigos que me hablen todo el tiempo y así me siento más acompañado’, cuando te alejás de la pantalla no hay nadie. Y el problema quizás está ahí”.
Facebook es una herramienta muy poderosa para comunicarse, para transmitir y para percibir ideas y sensaciones. Pero no deja de ser una herramienta más. Será entonces el uso que se le dé y qué tanto se espere de él lo que definirá si la experiencia resulta placentera o no.
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